6 de agosto de 2024
Recibí a través de un grupo de WhatsApp un vídeo protagonizado por unos campesinos boyacenses que derramaban cientos de litros de leche a un predio abandonado, mientras denunciaban que están al borde del colapso económico por los bajísimos precios que las empresas dedicadas a la producción láctea les están pagando. Enfatizaron que sus familias están pasando por una situación crítica y reclamaron intervención del Gobierno Nacional.
La crisis de este sector es preocupante. En Colombia más de 320 mil familias viven del sector lechero, que anualmente produce alrededor de 7.000 millones de litros. Sin embargo, en los últimos tres años, según la Asociación Colombiana de Procesadores de la Leche (Asoleche), el consumo del líquido ha disminuido en un 15% por factores asociados a procesos inflacionarios que han aumentado el precio del producto, a una progresiva tendencia de consumo de leches vegetales; y, sobre todo, a la creciente intolerancia a la lactosa que se viene presentando en amplios sectores de la población; especialmente, en niños y personas de la tercera edad.
Por otro lado; y no menos importante, es que el gran monopolio que representan la grandes procesadoras Alquería y Alpina ha hecho depender de sus decisiones comerciales el destino de la industria en el país. Estas dos compañías, aduciendo la caída sistemática en el consumo de leche por parte de los hogares decidieron este año reducir en un 15% la cantidad de leche que les compraban a los pequeños y medianos productores, y pagar un 12% menos respecto al año pasado. Lo anterior, mientras los productores venían golpeados por los esfuerzos técnicos y financieros que hicieron para enfrentar el Fenómeno del Niño.
Estas medidas han incentivado la informalidad en la producción lechera. A tal punto, que desde la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANALAC) consideran que el 50% de la leche que se comercializa en Colombia es de fuentes informales. Esta situación afecta de manera directa la regularización del precio que pretende el Ministerio de Agricultura; y los procesos de internacionalización y exportación del producto que podrían generar riqueza a las familias productoras.
La leche hace parte de la canasta familiar. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sugiere que el consumo per capita debería estar en 170 litros al año; los colombianos estamos en promedio en 148. Es necesario que el Estado colombiano en articulación con las asociaciones de productores (tal como ocurre con el gremio de los ganaderos) establezca un Fondo de Estabilización de Precios, que garantice la producción de derivadores lácteos saludables y nutritivos que sean accesibles especialmente por los hogares mas vulnerables de la nación y en los territorios más excluidos del país.
Colombia es el tercer mayor productor de leche en el continente, y las ventas del producto y sus derivados están por encima de US$ 2.862. Es urgente que la producción local pueda cubrir el mercado interno, que en muchos sectores debe consumir leche importada en polvo que ingresa subsidiada por los países de origen y producen nefastos efectos en la quiebra masiva de los productores locales.
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