12 de octubre de 2023
Por: Arleison Arcos Rivas
Uno de los sucesos más temidos en la historia reciente del país pasa por la insistente advertencia de que diferentes fuerzas se han confabulado para matar a Petro. Un reciente informe de la Revista Raya, ampliamente divulgado por el sistema de medios públicos en RTVC, ha dejado en evidencia las pruebas que permiten concluir que, por lo menos cuando todavía era candidato, se establecieron alianzas delincuenciales con ese fin, al parecer conocido y no develado por la Fiscalía.
Con el agua que ha corrido hasta ahora, retomo aquí algunos elementos de una columna anterior “no les conviene matar a Petro”, publicada en DIÁSPORA, justamente en reacción a dicha noticia, el 5 de mayo de 2022.
En mayo de 2022, tanto el Ministro del Interior y el Director de la Policía Nacional afirmaron que “inteligencia no tiene información sobre ningún atentado”, restando importancia a una denuncia cuyos antecedentes registran los asesinatos de Álvaro Gómez Hurtado, Luís Carlos Galán Sarmiento, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro Leongómez, Rodrigo Pardo Leal, además de la abigarrada lista de mujeres y hombres asesinados por resultar incómodos para determinados sectores políticos y económicos, en ejercicio o habiendo cesado en sus tareas como ministros, fiscales, magistrados, maestros, funcionarios públicos, periodistas, lideres y activistas sociales.
Hoy se conoce que la estructura delincuencial denominada “La Cordillera”, al mando de Cesar Giraldo, reconocido con el alias de “Calzones”, habría fraguado un plan para matar al candidato Petro, abriendo la pregunta por si, habiendo ganado en las urnas, sigue vigente tal orden ahora que es presidente.
En su momento, fuentes de la campaña del Pacto Histórico habían informado sobre la circulación de 2.500 millones con ese propósito, lo que habría tenido un impacto social insospechado, seguramente violento, con visos de guerra civil o levantamiento popular.
En aquella nota, manifestaba igualmente algunas razones por las que no deberían arriesgarse a matar a Petro quienes persisten en copar el terreno total de la política, anulando las opciones de izquierda y las alternativas políticas.
- Destacaba que tal magnicidio encendería a las fuerzas que se activaron en la movilización social durante el paro del 2021 y la agitación colectiva, pues “un acto violento de tal tamaño ocasionaría una fuerte y multitudinaria reacción de protesta, efecto de la contrariedad con la que la gente adoptaría semejante noticia”.
- En el actual momento, ni cuentan con una indiscutida mayoría, ni podrían obtener el respaldo internacional necesario para emprender tal acción. Me refiero a las fuerzas de derecha “que esperan desde hace décadas la configuración de una hecatombe que les facilite la militarización nacional con un golpe perpetrado por la fuerza pública, de la mano de una figura civil y autoritaria considerada “eterna” por sus seguidores”, o mediante la confección del denunciado golpe blando por la vía parlamentaria. Menos aún, luego del asesinato del presidente de Haití y de un candidato a la presidencia de Ecuador perpetrados por mercenarios colombianos cercanos a las fuerzas políticas más extremas, hemos que se suman al inminente llamado a juico a Álvaro Uribe Vélez.
- Las consecuencias económicas de una acción mortal contra el presidente implicarían la muy segura parálisis total del aparato productivo, impactado por el cierre de mercados internacionales y el bloqueo a buena parte de la actividad exportadora, así como por las seguras incursiones y ataques a los activos empresariales, el asalto a fuentes mercantiles, la destrucción de entornos comerciales y el boicot al conjunto de operaciones que puedan resultar afectadas en los contextos urbanos y rurales en los que se escenifique el descontento masivo.
Como ya mencionamos, “difícilmente se recuperaría el aparato productivo ante una conflagración generalizada de la que participarían sectores sociales desencantados que ya padecen las afectaciones sistémicas de la desproporción y la desigualdad en el reparto de la riqueza, alimentan bajas expectativas frente a su futuro laboral y desconfían de la capacidad de las instituciones para aportarle sentido a sus proyectos de vida”.
- El cuarto efecto dimisorio por el que matar a Petro no resulta sensato para las fuerzas recalcitrantes de derecha, lleva a considerar el papel preponderante que todavía juegan las guerrillas en el país, concentrando un número superior a los 10.000 combatientes entre el ELN, Las FARC disidentes y la Nueva Marquetalia, sin considerar otras facciones y estructuras menores.
En su momento consideraba que “a quienes apuestan por calcular la dimensión de un magnicidio como el denunciado, debería preocuparles el que luego de la desmovilización de las FARC haya resultado tan fácil rearmar a algunos de sus cuadros disidentes, que se sostienen en la clandestinidad junto a otras organizaciones que se financian con diferentes fuentes asociadas al cultivo y tráfico de narcóticos”.
- Un último factor, determinante y disuasorio, que no estaba disponible en las consideraciones de mayo de 2022, es el efecto que más preocupa a las mismas fuerzas de derecha patrocinadoras del magnicidio. En caso de tener éxito, a Petro lo reemplazaría Francia Elena Márquez Mina, actual vicepresidenta, ministra de la Igualdad y sucesora por mandato constitucional.
Lo que representaría en este país clasista, racista, misógino y faccionalista que una mujer afrodescendiente, de origen campesino y trayectoria social ampliamente reconocida en el mundo gobernara con su propio plan de desarrollo, pues contribuyó a hilvanarlo y defenderlo, tendría unas implicaciones monumentales, de trascendencia histórica mayor a la llegada al poder de un hombre de izquierda y exguerrillero.
En su cerrada perspectiva, el cálculo decisional de quienes apuestan todavía a matar a Petro seguramente se detiene ante la necesidad de aplicar el viejo refrán. Dos tendrían que morir de un solo tiro; es decir, habría necesidad de planear la hecatombe para operar en dos escenarios en simultánea. De lo contrario, a diferencia de mayo del 2022, hoy una acción fatal contra Petro conlleva el ascenso de “los nadie” al solio presidencial, cosa desafortunada e impensable en las vertientes urticantes de la derecha.
Reitero la conclusión de aquella nota de mayo: no les conviene matar a Petro. si es que aspiran a sostener su inveterada hegemonía, defendida a ultranza por mandaderos que accionan en su favor los dispositivos institucionales con los que todavía controlan la jerarquía militar, las y los parlamentarios que los representan, el curubito gremial y sus redes corporativas; en fin, el poder con el que la potestad presidencial puede ser todavía condicionada.
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