Cuatro en línea
Febrero 2 de 2023
Por: Arleison Arcos Rivas
Los retos y oportunidades que Santiago de Cali debe asumir mirando hacia el porvenir, evidencian que, en cuestión de Alcaldías, llevamos cuatro en línea sin encontrar un rumbo cierto. Cali ha perdido mucho tiempo en la ruta que la convierta en una urbe del siglo XXI, con decisiones administrativas integradoras, proyección urbanística, sostenibilidad ambiental, movilidad incluyente, generadora de encuentros ciudadanos y diálogos socioeconómicos que estimulen mayores oportunidades de trabajo, vida y bienestar para la ciudadanía.
Atrás quedaron los tiempos en los que las pasiones regionales dibujaban una rivalidad por ser reconocida como la segunda ciudad del país. De hecho, sin que sea perfecta ni haya logrado desarticular las explosivas situaciones sociales que padece la capital antioqueña, en el mismo tiempo en que Medellín reorganizó sus prioridades y desafíos, Cali malgastó su esplendor y deslució la vivacidad que alimentaba su imagen como ciudad cívica y Sultana del Valle.
En los 11 mandatos populares que van desde 1988 a la fecha, Cali ha tenido 14 alcaldes. De estos, 2 han sido condenados por actos delictivos durante su mandato, 2 han repetido administración sin satisfacer las aspiraciones ciudadanas, 2 han sido destituidos por delitos y faltas administrativas, 2 fueron encargados y 1 designado por gobernación. Pese al cúmulo de investigaciones en su contra y los escándalos en contratación que salpican su gestión, el actual alcalde parece que logrará terminar su periodo. Igualmente, varios intentaron un nuevo mandato sin obtener el favor del electorado, evidenciando la marcada distancia y el descreimiento creciente con sus ejecutorias.
Hoy, aunque una ley le otorga el carácter de Distrito Especial Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servicios, Santiago de Cali dista de haber encontrado una fórmula que asegure la articulación del aparato institucional con los diferentes sectores productivos y las diversas expresiones de la ciudadanía participante, a la espera de poner a la ciudad en el camino hacia la transformación de sus indicadores. Menos aún se encuentra lista para ofertar a la ciudadanía mejoramiento en seguridad, cobertura educativa con calidad y demás servicios integrados a las vocacionalidades económicas que contribuyan a solventar las políticas en la ciudad que aspira a seguir siendo «la sucursal del cielo».
El proceso mismo de adopción del modelo territorial para concretar la expectativa de ordenamiento distrital evidenció serias deficiencias técnicas y marcadas discrepancias respecto de su implementación, la estructura que debe adoptarse hacia el 2027, y la mejor manera de rediseñar los servicios institucionales de acuerdo a las particularidades correspondientes a la nueva demarcación en la topografía distrital, incluida la inmensa y compleja ruralidad acogida ahora como localidad unitaria.
En ese contexto, una ciudad que sigue expandiendo sus laderas y presionando sus antiguos barrios céntricos para adentrarlos en nuevos procesos de gentrificación, camina a tientas hacia su futuro cercano, sin concertar la gestión de sus problemáticas, especialmente en seguridad, la proyección de las soluciones de política pública pertinentes y las alternativas adecuadas para armonizar el largo plazo.
Cercana la nueva elección de Alcalde, pululan las precandidaturas, registrando al menos 15 aspirantes con alguna posibilidad de figurar en la tarjeta electoral. Sin embargo, tanta diversidad de opciones contrasta con el poco entusiasmo que se percibe en la ciudadanía con los primeros sondeos conocidos.
Entre rancios candidatos que reiteran sus propuestas, exministros que dejaron sus despachos sin gloria alguna, exfuncionarios de la actual y muy cuestionada administración, líderes afrodescendientes, políticos quemados en las elecciones parlamentarias, abogados deslucidos y hasta empresarios deportivos, siguen sonando personas caracterizadas por aventuras grupistas más que por verdaderas iniciativas ciudadanas o de partidos intérpretes de los requerimientos críticos en la ciudad.
Habrá que esperar al cierre del primer semestre para que se decanten las opciones y se empiece a tantear la posible distribución del electorado entre las candidaturas disponibles, incluidas la confección de listas al Concejo de la ciudad en la que también deberá ponerse la lupa. Entre tanto, el debate por las oportunidades perdidas y la evidente insostenibilidad del actual proceso de gestión urbana, debería ocupar el espacio de las discusiones políticas, y comprometer la generación de opinión en los escenarios y redes disponibles.
Ojalá nos tomemos muy en serio el ejercicio electoral ciudadano del próximo 28 de octubre pues, entre desaciertos y poquedades, ha quedado claro que la ciudad no resiste más equívocos, sumando ya, al menos, cuatro en línea.