Un viaje por la afrodiasporidad
En el ejercicio emancipatorio que implica la reescritura de la presencia y reexistencia del pueblo de descendencia africana en Colombia, en América y en el orbe entero, cultivar la imaginación creadora constituye una deuda con las potencias y con los ancestros que acompañan el viaje de ida y vuelta al continente nutricio.
El profesor William Mina Aragón, Filósofo y Doctor en Sociología, encara esta tarea con la consciencia de que África nunca se fue de nosotros, convocándonos a su redescubrimiento, en un libro inspirador, que se adentra en la tarea de divulgación de la materialidad e intelectualidad edificatoria de los saberes, pensamientos, ideas y construcciones imaginativas gestadas “por los propios mayores y por la comunidad en su conjunto”, introduciéndonos en el mundo de la afrodiasporidad.
En un nuevo libro, “Afrodiasporidad. Reflexiones sobre afromarxismos, intelectuales y política” [Editorial Escarabajo, 2025], Mina Aragón explora las diferentes estrategias con las que ha resultado posible reimaginar, reinventar y revolucionar la experiencia identitaria de las y los hijos de África en lucha permanente contra un sistema racial de dominación, poder, saber y hacer “como el movimiento por los derechos civiles, movimientos antirracistas, movimientos ecológicos y ambientalistas, movimientos feministas, movimientos étnicos territoriales, y todo afro que defienda los derechos humanos y la vida en general”.
El enfrentamiento sostenido en el tinglado del capitalismo racial que construyó jerarquías, poderes, memorias, hegemonías, amores, justicia, artes, estéticas, política, historia, evidencia “todo un sistema ideológico, ontológico y epistemológico basado en un orden hegemónico con un discurso y una visión del mundo sostenido en la superioridad étnica racial de lo blanco sobre lo negro”
Estas articulaciones epistémicas y organizativas movilizadas para edificar la propia historia, confluyen en lo que Cedric Robinson denominó la formación de una tradición radical negra, término densamente visitado por el Mina Aragón, para quien la misma constituye la elaboración del propio relato y de la construcción de una historia propia que vuelve al pasado africano y lo reensambla en las Américas “con la autoelaboración de sus propias narrativas de los reinos, de los imperios y de las hazañas de sus líderes ancestrales y legendarios [convirtiéndola] en una narrativa activa y viva capaz de hacer nacer algo nuevo, bello, poético revolucionario y creador”.
En igual sentido, la estela creativa que se extiende en el largo viaje de los siglos de desarraigo, traslado y reimplantación del Muntu, dibuja los avatares tras la construcción de un pensamiento propio en tierras americanas, que tiene en Manuel Zapata Olivella su principal exponente.
El Muntu es tan radical como la tradición en el pensamiento de la afrodiasporidad descrita por Mina Aragón, en un escrito que problematiza “la hermandad de la ruptura histórica en África y en América en búsqueda de nuestra identidad”, negando y desbloqueando los efectos perversos de la esclavización para adentrarse “en la libertad que me hace ser un ciudadano, un pensante, una subjetividad en acciones, deseos y representaciones sociales que yo mismo empiezo a periodizar, a hacer preguntas y a interrogar no frente a los otros europeos sino frente a nosotros mismos, viendo así nuestras potencialidades y capacidades creadoras”.
Mina Aragón no se pregunta por las posibilidades y condiciones de emergencia de un pensamiento propio. Por lo contrario, afirma categóricamente su existencia y manifestación incorporada en las identidades, culturas, geolocalizaciones y conformaciones culturales en los diferentes territorios en los que se hizo posible el alumbramiento de la afrodescendencia, confirmando el proceso definitorio de conocimientos, saberes, potencialidades y capacidades emergentes y consolidadas para dar cuenta del protagonismo “de nuestros propios referentes culturales y sociales en la afirmación de un proyecto de liberación y de autonomía individual y colectiva total, que encuentra sus propias bases epistemológicas y ontológicas en poéticas, estéticas y categorías [que materializan] la experiencia singular de nuestro proyecto de liberación político e histórico-social del África a las Américas”
En Afrodiasporidad, William Mina Aragón asume un tono provocativo para retar la comodidad discursiva con la que “siempre nos nombraron y nos clasificaron despectivamente”, proponiendo nuevas metáforas y categorías que describen “la capacidad creadora de las mujeres y hombres de la diáspora africana a lo largo de la historia de la humanidad”, rompiendo el sello del universalismo ramplón con el que Europa abusó de “su ciencia, su tecnología y su razón creadora” para imaginarse a sí misma como el centro del mundo; imposibilitada para adentrarse en una comprensión alterativa de ”los movimientos políticos, sociales, y culturales que la diáspora africana ha edificado en aras de expresar y materializar sus propios autores, ideas, proyectos y concepciones” articuladoras de “una herencia y una tradición propia y singular de luchas y resistencias”.
En su contenido, afrodiasporidad recorre inicialmente los rumbos del marxismo afrodiaspórico en los intelectuales afrocaribeños, vinculando creativamente a Cedric Robinson y Manuel Zapata Olivella en un diálogo nutricio del Muntu americano imbricado en la formación de la tradición radical negra, preguntándose incluso por la existencia de un marxismo de la diáspora africana en voces animadoras de las luchas “por mi raza” antes que agitadores de la lucha “de clase”.
A renglón seguido, el pensamiento vagabundo del polifacético intelectual diaspórico Manuel Zapata Olivella se entrelaza con la obra de Juan, su hermano, a quienes Mina Aragón vincula en un intenso diálogo en torno al poder, la libertad y la raza, al vaivén de novelas y ensayos históricos en los que navegan los orishas y ancestros, brújula de los vivos, testigos del “dolor de haber nacido negro en una sociedad donde la pigmentación de la piel es un estigma”.
Finalmente, el pensamiento propio de William Mina Aragón como un intelectual con conciencia étnica aparece en un conjunto de escritos en los que recorre el norte del Cauca y las dinámicas del conflicto armado que han impedido “un modelo de desarrollo que privilegie a los hombres y no las cosas, la vida y no las mercancías, el planeta y no las multinacionales.
Hilvanando los condicionales para la resolución de conflictos desde una perspectiva propia, el autor de afrodiasporidad encuentra en figuras como Francia Márquez la expresión consistente de un proyecto filosófico y político garante de los derechos afrocolombianos. Ese proyecto, se inscribe en la tradición radical, al asumirlo como una recomprensión de la democracia racial no como un acuerdo de homogenización en la ciudadanía liberal, sino como “expresión de un movimiento social, diverso, heterogéneo” que responde al llamado político “a vivir sabroso”, transitando “de la resistencia al poder”, sostenido la lucha por un pacto social “hasta que la dignidad se haga costumbre” en Colombia.
En últimas, recomiendo efusivamente la recepción generosa y amplia difusión de este libro porque, como ocurre en su capítulo final, nos convoca a hacer el viaje de reconexión con África, en la digna valía del legado histórico y el pasado ancestral que navegan en el mar de nuestra propia y singular imaginación creadora.
