26 de noviembre de 2021
Por: Diana Lorena Montaño Riasco
Ayer 25 de noviembre, se conmemoró el día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, dando lugar a la realización de marchas, plantones, comunicados públicos y acciones alrededor del mundo para denunciar las barbaridades perpetuadas bajo el amparo del patriarcado: feminicidios, violaciones, acoso sexual y campañas de difusión del odio contra la mujer. La magnitud abrumadora de las violencias sufridas por las mujeres revela, según el reporte de la Organización Mundial de la Salud – OMS- que “cerca de 736 millones de mujeres (es decir, una de cada tres) sufren violencia física o sexual infligida por un compañero íntimo o agresiones sexuales perpetradas por otras personas (…) advirtiendo que las mujeres jóvenes se encuentran entre las que más riesgo corren”[i].
Una de cada tres mujeres es violentada diariamente sexual y físicamente. Por lo que, es inevitable que no conozcamos en nuestro círculo cercano a unas víctimas de esta “devastadora y omnipresente” realidad. Quizás, hasta las hemos escuchado en las noches llorar, las hemos visto sumidas en la depresión y en el miedo; o las hemos escuchado levantar su voz, denunciando, pidiendo ayuda; o en el peor de los casos tuvimos que asistir a su funeral. ¿Pero por qué si esta realidad está próxima a nuestra puerta, si es que no está ya instalada en nuestra casa, no se ha detenido, no se ha castigado socialmente a los agresores, no han sido suficientes ejemplares los castigos de la justicia penal? Porque nuestras sociedades simpatizan más con el perpetuador que con la víctima.
Si, simpatizamos más con el violentador, el misógino, el violador y el feminicida, a pesar de que la acción perpetrada haya afectado la salud física y emocional, el bienestar y la vida de la mujer, niña o joven víctima. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Recuerdan el caso de Rosa Elvira Cely? Esta mujer fue violada, empalada y asesinada por Javier Velasco en el 2012 en el parque Nacional en Bogotá. A pesar del grotesco y sangriento asesinato, que tres años después se reconocería como un feminicidio, la Secretaría de Gobierno de Bogotá sostuvo que la “Culpa era exclusiva de la víctima”. Por su parte, la abogada Luz Stella Boada “cerró sus argumentos (…) ante el Juzgado 37 Administrativo de Oralidad (…) ¡Si tan sólo Rosa Elvira hubiera sido una mujer de casa!”[ii]; y para rematar, su hermana – Adriana Cely- recuerda como a través de una demanda que interpuso su familia “un abogado de la Policía salió a decir que él no entendía cuál era la afectación a terceros si la víctima ya se murió”[iii].
La incapacidad de empatizar con la víctima es desgarradora, y aterra, dado que quienes detentan esa imposibilidad juegan un rol relevante en la protección y garantía del bienestar de la mujer. No obstante, no sólo encontramos esa carencia de empatía en instituciones públicas, sino que también se atraviesa en nuestros círculos familiares, sociales, organizativos y académicos. En el año 2017 dos mujeres negras denunciaron por violación a Gabino Hernández, integrante del Proceso de Comunidades Negras – PCN -, Sin embargo, tal y como indico la redactora del Espectador, a una de las denunciantes “una fiscal mujer, le dijo que “para qué denunciaba si había pasado tanto tiempo, ¿no será que le prometió algo y no le cumplió?”. La organización les dio la espalda con el cuento de que las denuncias están para afectar el capital político de Gabino”[iv].
Esta carencia de entendimiento y conciencia de la situación, sentimientos y puntos de vista hacia la víctima, pero desbordaba simpatía hacia el victimario ha sido nombrada como “Himpathy – empatía hacia él- “fue acuñada por Cornell Kate Manne como “la simpatía inapropiada y desproporcionada que los hombres poderosos disfrutan a menudo en casos de agresión sexual, violencia de pareja íntima, homicidio y otras conductas misóginas”[v]. Una conducta que refuerza la omnipresencia dominante de las narrativas masculinas, que legitiman y autorizan socialmente estas violencias, aunque las acciones hayan sido abominables.
Las voces de las mujeres que se atreven a denunciar son constantemente vituperadas, bajo alegatos de “toca dar la presunción de inocencia”, “Él es un buen hijo”, “Esto puede afectar su carrera profesional, política o académica”, “el aceptó su culpa y pidió disculpas”… y un sin fin de condescendencias al privilegio masculino, que se convierten en el escudo de la injusticia sistémica a las que son expuestas una de cada tres mujeres diariamente en una sociedad moralmente enferma e incapaz de tomar en serio la narrativa de su experiencia femenina como víctima de violencia, permitiendo que feminicidas como Velasco se le concedan reducciones de pena, o acusados de violación como Gabino puedan postularse como Contralores, para su caso, del Cauca.
Seguramente, estos alegatos condescendientes para con los perpetradores de violencia no son ajenos. De modo que, es necesario tomar conciencia de las implicaciones de tu apoyo y soporte al sistema patriarcal y las afectaciones creadas en la vida de una de cada tres mujeres, apuntando a detener las reacciones de simpatía con los violentadores, reconociendo la experiencia de las víctimas y reaccionando empáticamente con ellas. Pero ¿cómo hacerlo? No hay receta ni posición mágica contra el patriarcado, sólo la deconstrucción, accionar y reflexión continua puede mantenernos alertas sobre cómo opera este sistema, sus movimientos y prepararnos para el contraataque. Sin embargo, te comparto estos elementos de reflexión vitales para soslayar cualquier reacción Himpathy – empatía con los violentadores:
- Siempre hay que escuchar en primer lugar a las mujeres, niñas y jóvenes y reconocer sus experiencias.
- Siempre se deben criticar públicamente los actos de violencia contra las mujeres, en orden de desmantelar el sistema patriarcal, el cual permite que ocurran.
- Antes de reaccionar a favor de un hombre acusado como misógino, violador o feminicida, pregúntate: ¿me importa más el dolor que siente el victimario qué el infligido a la víctima? ¿Me importa más la reputación social del victimario y sus logros profesionales qué la experiencia vivida por la victima? ¿Crees qué exponer públicamente al victimario es suficiente castigo?
- Reconoce como opera el sistema patriarcal, entiende sus dispositivos y cómo opera su influencia en tu vida cotidiana.
- Apuesta a la creación de sanciones sociales públicas para misóginos, violadores o feminicidas.
[i] La violencia contra la mujer es omnipresente y devastadora: la sufren una de cada tres mujeres. https://www.who.int/es/news/item/09-03-2021-devastatingly-pervasive-1-in-3-women-globally-experience-violence
[ii] https://www.elespectador.com/judicial/secretaria-de-gobierno-de-bogota-culpa-a-rosa-elvira-cely-de-su-propio-ataque-article-632350/
[iii] https://www.elpais.com.co/judicial/rosa-elvira-cely-siete-anos-de-un-feminicidio-que-conmociono-al-pais.html
[iv] https://periodicovirtual.com/gabino-el-mas-opcionado-para-ser-contralor-del-cauca-tiene-denuncias-por-presunta-violacion/
[v] https://femmagazine.com/feminism-101-what-is-himpathy/
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