Proyecto editorial libertario

Por Última actualización: 18/11/2024

Por:    Melquiceded Blandón Mena

Editor General de DIÁSPORA

 

La comunicación digital se nos aparece en la sociedad contemporánea como un escenario de lucha política por el control de la información. Históricamente, el poder ha hecho uso de los medios y herramientas comunicacionales para fines altruistas, formativos, productivos, pero también para el control ideológico de las conciencias individuales y colectivas de los pueblos.

Al atisbar un poco de historia política, se encuentran procesos y hechos históricos como los principios de la propaganda nazi creados por Joseph Goebbels; la monopolización estatal sobre las comunicaciones y propaganda que introdujo la URSS en noviembre de 1917; el control informativo que impusieron las dictaduras militares y civiles en América Latina; los imperios comunicacionales que representan Walt Disney Company, como la mayor corporación de medios a nivel mundial, propiedad de la  familia banquera Rothschild; y Time Warner, como la segunda compañía mundial más grande de medios de comunicación masivos y entretenimiento, propiedad de la misma familia Rothschild, con la particularidad que Time Warner, financia sus propios medios ‘’opositores’’ como la CNN, para la simulación democrática.

Algunas experiencias criollas de la relación entre la comunicación y el poder, nos muestran ejemplos históricos como la censura que impuso la exministra de comunicaciones, Noemy Sanín, cuando el 6 de noviembre de 1985, censuró los medios de comunicación nacionales, mientras trascurría la toma del palacio de justicia, práctica habitual del orden político colombiano; o la censura permanente que hacen los conglomerados capitalistas dueños de medios de comunicación sobre periodistas, editores y/o consejos editoriales para proteger sus negocios del escrutinio crítico periodístico, y como corolario, nada comparable con el campo de lucha ideológica y política en que se han transformado las redes sociales.

El campo político de la comunicación digital se transforma rápidamente, a medida que aumenta la conectividad a la internet, crece la digitalización de la vida social. En el mundo ya hay más de 7,3 billones de personas y casi la mitad son usuarios de Internet. Las cifras de la Asociación Mundial de Periódicos, Wan-Ifra[1], (World Association of Newspapers and News Publishers) revelan también que más de 3,7 billones son usuarios únicos de teléfonos móviles y más de 1,9 son usuarios activos de redes sociales. Situación que tiende a la expansión y profundización extrema con la nueva tecnología que emerge en el escenario con la 5G (quinta generación de tecnologías de telefonía móvil), que pretende aumentar la velocidad de conexión, reducir al mínimo la latencia (el tiempo de respuesta de la web) y multiplicar exponencialmente el número de dispositivos conectados. En otras palabras, es una estrategia para la conectividad perpetua y en el menor tiempo posible. 

Para el caso de Colombia, aunque aún persisten brechas en la conectividad, la tendencia a la digitalización del país es creciente, en tanto, de acuerdo con el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, más de la mitad del país no tiene internet, cerca de 21,7 millones de personas tienen el privilegio de contar con acceso a esta tecnología, y 23,8 millones de colombianos no cuentan con ese beneficio, aunque 6 de cada 10 colombianos tienen acceso a internet móvil.

La indefectible propensión hacia la virtualización de lo social, lleva a reconocer la importancia de los medios digitales en la lucha por el control y direccionamiento del campo político de la comunicación digital, espacio desde donde se producen, promueven, consolidan y pugnan prácticas, imaginarios y proyectos políticos con presencia histórica en un orden social.

De acuerdo a la FLIP, en Colombia funcionan 227 medios digitales, de los cuales el 40% surgieron en los últimos cinco años[2]. Para la firma ComScore, que mide las audiencias digitales, los tres medios líderes en portales web tienen presencia en televisión y radio, y pertenecen a los 3 principales grupos económicos del país. Esta situación evidencia la importancia política y económica que implica el control de los medios y contenidos digitales, estas nuevas autopistas de la información emergen como un amplio campo de actuación y debate público.

En ese contexto, y desde una intención de darle voz a los pueblos, aparece el colectivo DIÁSPORA, con la pretensión de producir comunicación para el cambio, sin ánimo de lucro, ni carácter partidista, autónomo e independiente. Es un proyecto conformado por hombres y mujeres afrodescendientes, quienes, cansados de guardar silencio, hoy nos articulamos desde otras voces, otras miradas y con otros pueblos, para hacer análisis político, opinión y denuncia sobre las luchas por el poder, el racismo, las identidades étnicas, los derechos humanos y los procesos de transformación social en Colombia y el mundo.

Es un proyecto autónomo que no se apalanca en ninguna agenda, ni vive de recursos de alguna institución.

Comprometidos con los valores éticos del periodismo crítico y las voces de los pueblos, queremos establecer un puente entre las problemáticas socio – raciales, los debates académicos y las realidades políticas de nuestros tiempos.

Diáspora pretende contribuir a la formación de una opinión pública crítica y de sujetos políticos para la transformación; desde una intención general por las realidades de los pueblos étnicos en Colombia.

Invitamos a ser parte de este sueño, usted define sus linderos.

Sobre el Autor: Melquiceded Blandon Mena

Melquiceded Blandon Mena