Chocó, es plusdolor…Pero somos de la calle

21 de enero de 2024

 

Por: Yeison Arcadio Meneses Copete

 

Es una herida abierta

no cae sal o limón sobre ella

solo cuchillas yerguen sobre el sangrado.

Cuando asoma la esperanza

la muerte sonríe y recuerda

la genealogía de su maldición impuesta

la azuzada fragmentación que persigue la imposibilidad.

Fina la fuerza con la que impulsa

la elongación del último dolor del enfermo

arranca con fuerza su ombligo

se divierte quebrantando sanación alguna.

La loba abraza su desprecio de corbata

mezcla el dolor de su presa y una lágrima.

¡Aléjese, maldita! ¡Déjeme respirar!

La podredumbre entre fosas despide el latir

sucia su boca, no sabe sentir

que semilla no germine

horroroso récord, el de su vivir.

¡Puerca! ¡Una y mil veces puerca!

Siempre quiere llevarme al límite

al rincón donde duele la existencia

a la locura del destierro de sí

a la desposesión

al profundo infierno del individualismo

a la miseria de sus haberes

a la pobreza de su mirada

a la desfiguración de su rostro

a su saludo de sesos derramados.

No se atreva a mencionar mi nombre

su aliento de fusil mi pecho ha destruido.

Por el río Atrato un día mi cuerpo sin luz

se perdió entre corrientes

prohibió que las orillas se juntaran

para que mis huesos del río al mar

alimentaran nuevos sueños, un caminar.

Sé que no descansa asquienta mentira

estos muertos le pertenecen

la lluvia pura, le ha desnudado

sigue sumando ausencia en su corazón de moneda.

Sé que toma varios rostros

¿Cuántas veces le hemos visto anidada en la piel de ébano?

Ese olor a traición ya recorre kilómetros

son previsibles, solo se reconocen en su espejo

y también beben con usted la sangre negra

¡Vómitos de perro!

se burla de ellos cada vez que puede

pero las máscaras blancas son fieles.

Pero la vida es nuestra

las almas son de la calle.