A nadie le importa el Chocó
01 de marzo de 2022
Por: John Jairo Blandón Mena
Cualquier adjetivo que se emplee para calificar la actual situación humanitaria del Chocó se queda corto. Ni siquiera la descripción acertada del obispo de Quibdó, Monseñor Juan Carlos Barreto que expresó hace unos días que el paramilitarismo tiene tomado todo el departamento alcanza a abarcar el conjunto de violaciones a los derechos humanos que están padeciendo los chocoanos. Y ante un panorama tan desgarrador, viene a la mente la frase de la canción “lamento chocoano” de Guayacán Orquesta que dice ♪♪♪Chocó, tú no tienes por qué estar sufriendo así♪♪♪.
Quibdó, la otrora remanso de paz y convivencia, hoy es una de las tres capitales de Colombia con las mayores tasas de homicidio. Allí hay presencia de todas las estructuras armadas habidas y por haber, y ante la precariedad, o, mejor dicho, inexistencia del Estado Social, son los ilegales quienes imponen su ley a los empobrecidos habitantes de esta ciudad, que ya asumieron como parte de su diario vivir los asesinatos, las amenazas, las extorsiones y la continua confrontación entre uno y otro bando por el control del territorio y sus rentas criminales.
El triángulo en cuyos vértices están el empobrecimiento, el abandono estatal y la corrupción, encierra todas las condiciones para que en este territorio crezca de manera prolífica la criminalidad de unos y otros grupos que se alimentan del desgobierno y de las economías derivadas del narcotráfico y la minería criminal. Es una desgracia que condiciones geoestratégicas como la ubicación de sus costas en el Océano Pacifico y el Mar Caribe, en vez de garantizarle a los chocoanos la dignidad de habitar ese privilegiado rincón del planeta, lo que haga es condenarlos a vivir el infortunio de la guerra y el olvido.
Los muertos se cuentan como arroz. Desde 2015, solamente Quibdó, una ciudad con alrededor de 130 mil habitantes ha sufrido el asesinato de más de 600 jóvenes. Sumado a la falta de oportunidades educativas y laborales, los juveniles tienen que afrontar una lucha diaria y constante por preservar su vida en medio de los barriales de la creciente urbe dominada a sus anchas por actores criminales que tienen por ley la bala y la extorsión. Son realmente muy pocos los resquicios de legalidad, prosperidad, avance y movilidad social que le quedan a los jóvenes en medio de este tenebroso panorama.
El diagnostico de Quibdó no dista mucho de las otras subregiones del departamento. Por ejemplo, en el sur, en el Medio y Bajo San Juan los paramilitares de distintos pelambres operan a sus anchas. Comunidades enteras han sido desterradas y otras totalmente confinadas por orden de uno y otro bando. Los asesinatos selectivos, las limitaciones a la movilidad, la violencia sexual y los reclutamientos forzados de menores parecen ser pan de cada día de las poblaciones de la ribera del San Juan. Los habitantes de Tordó, un caserío en el Municipio del Litoral del San Juan mientras escribo esto llevan varias noches que no duermen y días que no salen por la “plomera” como lo relata un líder comunitario de la zona.
Muchos actores sociales y la misma Iglesia han catalogado la situación de derechos humanos en el Chocó como dramática; adicionalmente, han denunciado omisión de las autoridades en el combate de los paramilitares. Ante esto el ministro del Interior con un profundo irrespeto a la situación del departamento, el pasado 17 de febrero desde una oficina en Quibdó calificó de “extravagantes” las denuncias eclesiales y de la sociedad civil. Otro desatino más de un Gobierno totalmente desconectado de la realidad territorial.
Por su parte, Iván Duque Márquez, al que cuesta llamarlo presidente, en reciente entrevista en Caracol Radio dedicó varios minutos a enarbolar su gestión respecto del Chocó. Dijo que su gobierno entregaría dos “obras” que son las carreteras que conectan al departamento con el resto del país. Se refería a las vías Quibdó – Ciudad Bolívar (Antioquia) y Quibdó – Pereira. Esa misma promesa la han hecho desde hace más de cuatro décadas todos los sucesivos presidentes de este país; y lo único que ha recibido el Chocó son burlas para pavimentar los escasos kilómetros de lo que son hasta hoy caminos de herradura en el país que ya proyecta y construye las vías 4G.