Vulgaridad política
Abril 26 de 2023
Por: John Henry Arboleda Quiñonez
En el transcurso de la anterior semana y lo va corrido de esta, diversos actores y actrices sacuden el ámbito político nacional, dejando al descubierto la poca sensatez, honorabilidad y capacidad para reconocer los mínimos cambios que se quieren gestar en la sociedad colombiana, demostrándonos la vulgaridad política en que han caído algunos de los sectores de la clase dirigente del país. Voces resuenan desde varios puntos de la geografía nacional en un intento desesperado por sostener privilegios y prebendas estatales obtenidas de manera cuestionable.
Los hechos a los que haré referencia marcan una actitud cínica, propia del despotismo ilustrado, en su versión de cosmopolitismo provinciano de aquellos que, basados en sus entreveradas redes clientelares o en su derecho de sangre, reclaman el Estado como si fuera de su propiedad.
En primer plano aparece en un video “privado” la figura lacónica y desgastada de ese vetusto y para nada prolífico político liberal colombiano Germán Vargas Lleras. Su único mérito para reclamar derechos sobre el Estado y tener poder en nuestro país, descansan en el hecho de pertenecer a una vieja y aburguesada familia, que, venida a menos, ha mutado política y clientelarmente para sostener sus privilegios. Cual gamonal de otrora y en actitud de jefe de horda, lo observamos tramando sin ningún pudor o responsabilidad social, cómo atar cabos y activar el herrumbriento tejido relacional de los partidos tradicionales, con la única intención de torpedear o frenar la reforma a la salud; demostrando en su lógica que ¡todo para el pueblo, pero sin el pueblo!, sigue en pie, dando vida a la defensa de sus mezquinos intereses.
El hecho horroriza a la opinión pública, puesto que el desespero con que están actuando estas corrientes políticas, al ver reducida su injerencia en el poder estatal, los ha ido obligando a mostrar el verdadero tenor de sus intereses y búsquedas. La advertencia convertida en chantaje y el chantaje a punto de transformarse en amenaza electorera emitida en tono sutilmente coercitivo, mediante el cual orienta a sus esbirros a que enfilen sus dotes persuasivos ante la varonesa electoral del Valle. Vulgaridad política de un jefe de partido político, cuyo nombre Cambio Radical, le debe de estar retumbando en la conciencia.
Desde otra esquina, pero con la misma o similar intención alza su voz la política colombiana que encarna la denominada oposición inteligente. A la ya reconocida animadversión que a esta figura le genera la irrupción Francia Márquez en el ambiente político nacional y la afrenta que parece representarle el fortalecimiento de esta en su calidad de Vicepresidenta, se le suma actitud energúmena con que construye sus argumentos a la hora de criticar el gobierno en general y a la Vicepresidenta en particular.
Su animadversión es el resultado del racismo, clasismo y pensamiento segregacionista propio de su clase social y de su circulo de blanquitud vallecaucana y elitezco de la costa atlántica y Popayán. Ataques que hace rato pasaron de políticos a personales, evidencian el desespero e incomodidad del sector político representado por María Fernanda Cabal. Tal es el efecto deconstructivo de Francia Márquez en sus imaginarios de vida y poder político, que ha generado que esta política tradicional se haya convertido en una referencia del sin-sentido partidario.
Intentos de escándalos alrededor del uso “indebido” de medios de transporte estatal, suspicacias con respecto a los costos de arrendamiento de inmuebles familiares, especulaciones por presuntas propiedades en el exterior y deslegitimación instantánea de cualquier acción de la Vicepresidenta, son al parecer puntos nodales de su agenda como Senadora. Extraña conversión en aquella que guardo silencio sepulcral frente a los escándalos protagonizados por la anterior persona que ocupó estas dignidades.
La situación ha escalado a tal nivel, que, en una de sus últimas alocuciones, la Cabal, insinuó la supresión del cargo vicepresidencial del estado colombiano. Rara mutación, apostar por la supresión de cargos en quien vive y fagocita de la clientela, la prebenda, la venta y el contubernio representado en los porcentajes burocráticos de los últimos veinte años.
La senadora Cabal, los gamonales, varonesas lectorales, privilegiados por prosapia, nuevos ricos y advenedizos en partidos tradicionales, deberían alimentar un poco de serenidad y paciencia. Que su desespero, angustia al ver sus intereses particulares dificultados por los cambios, no les haga caer en la vulgaridad política, propia de los demagogos que siguen afirmando que el Estado colombiano y los últimos gobiernos funcionaron perfectamente en bienestar de toda la sociedad, mientras.