Nuevas relaciones Sur-Sur

By Last Updated: 13/11/2024

 

20 de Julio de 2022

Por: Yeison Arcadio Meneses Copete

Las relaciones internacionales de Colombia en esta nueva era serán fundamentales para la implementación de las políticas públicas del Vivir sabroso y para el posicionamiento de un liderazgo democrático transnacional y transcontinental posible. Colombia tiene la posibilidad de establecer nuevos relacionamientos colaborativos con los países del continente a partir del posicionamiento de nuevos marcos internacionales latinoamefricanos y caribeños para el Vivir sabroso de la región; además, tiene la posibilidad de abrir camino con liderazgo en debates centrales para el mundo como el cambio climático y las transformaciones de los sistemas económicos. En este sentido, las transformaciones implican retomar olvidadas discusiones con países poderosos y hegemónicos (TLC con EE.UU), pero también recuperar los anclajes de la autonomía regional vivos y utópicos que corren por las venas de los pueblos de améfrica latina y los caribes, bastante fragmentados. Son llamados de nuestro tiempo ante los retos globales ambientales, económicos y alimentarios. Asimismo, en el nuevo concierto de posibilidades hoy, sería esta la oportunidad para Colombia encontrar su lugar en la globalidad (lo poderosamente imprevisible de los intercambios culturales y lingüísticos que la globalización de mercado no calculó) que se acelera en el mundo Sur-Sur.

El uribismo y la cúpula neoliberal que entregarán el gobierno el próximo 7 de agosto del año en curso, no solo hizo trizas la paz, sino que profundizó la desconfianza en las instituciones, irrespetó las independencias de las ramas del poder público, confiscó la autonomía de estas, entrego el pecunio de los colombianos a los banqueros, expropiaron los dineros de la paz obtenidos mediante la cooperación internacional (más de 700 mil millones de pesos), instrumentalizó la tragedia de miles de familias venezolanas para obtener recursos y después malversarlos, exacerbó la injusticia, incrementó los actos de violencia por parte del Estado e ilegales contra la población civil, facilitó el control territorial a los grupos ilegales, entre otros, y descompuso las relaciones internacionales. Como lo hemos visto en las últimas semanas, ha intentado atornillar amigos y cómplices en las instituciones del Estado de forma irresponsable, anticonstitucional y antidemocrática sin la menor vergüenza. Y como su fuera poco, ahora los escándalos por corrupción involucran hasta a su propia madre. A todo lo anterior se suman la participación de mercenarios contratados por cercanos al partido de gobierno involucrados en el asesinato en el año 2021 del presidente de Haití, Jovenel Moïse, y el asesinado en el 2022 del fiscal antimafia de Paraguay, Marcelo Pecci, asesinado en la isla de Barú en Cartagena, en plena luna de miel frente a su esposa.

Por tanto, la tarea y la responsabilidad que le espera al nuevo canciller, Álvaro Leyva Durán, al embajador ante los Estados Unidos, Luis Gilberto Murillo Urrutia, y demás cuerpo diplomático es bastante esperanzadora, compleja, interesante e histórica. No obstante, adicionalmente, Colombia tiene una deuda histórica y un necesario vínculo con los Caribes y con las Áfricas. Las relaciones multilaterales con estas regiones del mundo son todavía bastante frágiles y, en algunos casos, inexistentes, pese a que la población colombiana guarda un estrecho vínculo sociológico, antropológico, lingüístico y filosófico con estas: la tercera población afrodescendiente más grande del continente, con todos los debates estadísticos posibles; el papel de Haití y Jamaica en las gestas por las independencias en Suramérica, entre otros. Así mismo, existen otros elementos que nos vinculan relacionados con las nuevas migraciones internacionales que, para nuestro caso, confluyen en el Darien chocoano y la zona del Urabá. En este escenario confluyen haitianos, africanos, venezolanos y asiáticos con deseos de llegar a los Estados Unidos. Niños, niñas, jóvenes, adultos y ancianos quedan a merced de pasadores o coyotes y traficantes que poco les interesa si estos caminantes del planeta viven o mueren en su odisea. ¿Una nueva o vieja ruta de las tratas y esclavizaciones? Indudablemente, esta realidad debe conllevar al nuevo gobierno a una serie de acciones y programas que permitan el cuidado de la vida y la garantía de los derechos fundamentales.

Finalmente, los tratados internacionales con los países del Caribe y las Áfricas deben ir mucho más allá del marcado. Aunque la política que he propuesto el nuevo gobierno en términos del desarrollo del sector productivo colombiano como alternativa de cambio del modelo económico abre camino para lazos de colaboración internacional ante la crisis económica y de alimentos que se avecina en el mundo, las relaciones pueden perseguir marcos filosóficos del Ubuntu que harán el mundo y la humanidad sustentables. Así que el nuevo gobierno tendría la gran oportunidad, además, de ampliar sus fronteras culturales, lingüísticas, académicas, políticas, tecnológicas y científicas, de ida y vuelta, en aras de asegurar enriquecimientos mutuos y elaboración de nuevos imaginarios de vida entre los pueblos del Sur Global.

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