31 de octubre de 2023
La semana pasada en una sesión extraordinaria de la asamblea general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que abordó la catástrofe humanitaria del pueblo palestino, la representación diplomática de Jordania propuso al plenario la expedición de una resolución para declarar de inmediato una tregua humanitaria en toda la Franja de Gaza. Ese pronunciamiento de la inoperante ONU era apenas, una acción justificable y urgente frente al sistemático derramamiento de sangre y destrucción masiva de los territorios palestinos.
Aunque el consabido efecto de las declaraciones de la ONU evitando o condenando las guerras en el mundo, es precisamente el recrudecimiento de las confrontaciones y de las tragedias humanitarias; no podía pasar impávido este organismo multilateral frente al rechazo de casi todo el mundo a la barbarie que está propiciando Israel sobre la ya históricamente golpeada Franja de Gaza.
Cualquier estado que se precie de respetar los derechos humanos, y que tenga en sus dirigentes a personas que gobiernen para proteger la vida, no podía abstenerse ni negarse a esta resolución. La solicitud internacional de una tregua humanitaria para que no sigan muriendo diariamente bombardeados cientos de civiles palestinos era una obligación diplomática, que, en caso de no haberse dado, hubiera terminado sepultando el ya cuestionado, burocratizado, costoso e ineficaz multilateralismo.
La votación de esta resolución quedo 120 a favor, 14 en contra y 45 abstenciones. La resolución fue aprobada; y de los 14 votos para tumbarla, 12 son entendibles desde la comprensión de la geopolítica de los intereses judíos en esos países votantes. Sin embargo, fue absolutamente una afrenta que dos países latinoamericanos: Paraguay y Guatemala respaldaran la continuidad de los bombardeos que amenazan con borrar del mapa a la Franja de Gaza con toda su humanidad.
Los guatemaltecos que han vivido la guerra desde la conformación de su república. Y que padecieron una guerra civil que solamente ceso hace un par de décadas, que llenó a esa nación de masacres, desplazamientos, genocidios, pobreza, desapariciones forzadas, corrupción; y en general, de violaciones a los derechos humanos. Parece no haber aprendido en cabeza de sus gobernantes, que la guerra debe ser evitable y que ante eso no hay intereses que puedan anteponerse.
Por otro lado; Paraguay que debido a la confrontación militar perdió todas sus salidas al mar, y que en la del Guerra del Chaco con su vecino Bolivia, en pleno siglo XX perdió más de treinta mil personas; sin contar la Guerra de la Triple Alianza, que en un siglo antes le arrebato más de 300 hombres y mujeres, buena parte de ellas civiles. Apelando a su historia no debería contribuir a la conflagración del mundo.
Definitivamente, el presidente de Paraguay Santiago Peña y su homólogo de Guatemala Alejandro Giammattei; demuestran que la ultraderecha a la que pertenecen no solamente quiere incendiar a sus naciones, sino a todo el mundo. Y que le valen muy poco, que hasta la fecha vayan más de 3.500 niños asesinados en la Franja de Gaza. Entretanto, el actual gobierno colombiano votó positivamente la resolución y ha enviado dos aviones con cientos de toneladas de ayuda humanitaria al pueblo palestino.
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