La coreografía patriarcal de la institución policial colombiana: violaciones, agresiones y silencio
Por: Diana Lorena Montaño Riasco
“La violencia contra las mujeres es en el mundo la más generalizada forma de abuso a los Derechos Humanos”[i] Para un ejemplo del 2017 al 2019 en Colombia, medicina legal reportó 241 situaciones de violencia sexual, “139 de ellos fueron cometidos por las Fuerzas Militares y 102 por la Policía Nacional”[ii]. La policía colombiana se encuentra entre los actores armados, que consideran el cuerpo de las mujeres un botín de guerra, diversos relatos de mujeres víctimas durante los 24 días del Paro Nacional en Colombia en este 2021 lo corroboran: “Nos dejaron por el piso y nos dijeron: ‘perras, ¿por qué no están en la casa cocinando?»; “en ese momento se acercó uno del ESMAD y abusó de mí, en presencia de todos sus compañeros, incluida una mujer»; “¡Déjela pasar y hágale lo que quiera!”; un agente de la Policía hizo desnudar a una mujer en ese CAI”; y, “me manosearon hasta el alma”.
Los anteriores testimonios deben tomarse, no sólo como hechos aislados de la institución policial, sino como parte de los rituales interiorizados para conservar y proteger el poder patriarcal de los movimientos contrahegemónicos que interpelen su existencia. Así, las cosas, en Colombia estamos contemplando en la plenitud de su esencia, “la coreografía del patriarcado”[iii] materializada en conductas del “Escuadrón Móvil para la Opresión”[iv] durante la movilización social en Colombia, remarcando como: la entrega de alimentos, la frustración frente a las ordenes dadas que han terminado en llanto por parte de pocos de sus agentes, la represión a los marchantes, abuso de autoridad, acoso y agresiones sexuales; aunque parezcan actos individuales contradictorios en sí mismo, constituyen, toda una “nefasta fusión de amor, perdida y violencia, que no perdona a nadie”[v]. Dentro de la puesta en escena de “la coreografía del patriarcado”.
En esta “coreografía del patriarcado” la violencia y su uso, se legitima evitando la condena institucional hacia la violación, agresión física e intimidación del ESMAD hacia las mujeres, y con ello, se ritualiza el poder patriarcal al interior de la fuerza policial, “usando la vergüenza, privación, amenaza, y si todo lo demás falla, violencia física para mantener su poder de dominación”[vi] Por lo que, el intento de interpelar a las emociones, sentimientos y moral de los policías no es más que un tentativa fallida y con poca o casi nula resonancia a alta escala, dado que, el primer acto demandante del patriarcado hacia quienes pertenecen a esta institución es que automutilen su emocionalidad, y si no lo logran serán atacados en su autoestima, despedidos y degradados.
En consecuencia, tal adoctrinamiento patriarcal incide en la sistemática actitud naturalizada de considerar como apropiado ejercer violencia sexual en circunstancias de protesta y movilización social, sin que tal actitud se considere como aberrante ni punible. Penosamente, este accionar no es un hecho aislado de la fuerza policial, sino que también involucra a gran parte de los hombres de la sociedad colombiana, quienes guardan silencio frente a estos hechos, bien sea porque, consideran que es “normal” o por miedo a ser ridiculizados o ser considerados traidores, sosteniendo de esta manera, “nuestra cultura colectiva de conspiración del silencio contra el patriarcado”[vii].
De ahí que, repudiar el pensamiento patriarcal sobre el que se ha erigido la identidad masculina colombiana, hace parte de las estrategias para cambiar y confrontar la violencia patriarcal agenciada desde la fuerza policial. Esta confrontación requiere romper con el pacto patriarcal, en palabras de Bell Hooks[viii] “el hombre que elige luchar contra la violencia esta simultáneamente eligiendo luchar contra el patriarcado”[ix] ¿y tú has sido capaz de traicionar el pacto patriarcal?
[i] Bell Hooks hace referencia al escrito de Andrea Dworkin – Scapegoat en el que se hace referencia a un informe de naciones unidas al respecto.
[ii] https://www.justiciaypazcolombia.com/informe-especial-sobre-la-violencia-policial-contra-las-mujeres-en-el-marco-del-paro-nacional-2021/
[iii] Este término es de Terence Real referenciado por Bell Hooks en su libro Masculinity: The will to change. P. 64
[iv] Esta manera de nombrar al ESMAD- , se toma de la canción – Fucking ESMAD – de Junior Jein.
[v] Ibid.
[vi] Bell Hooks en su libro Masculinity: The will to change. P. 57
[vii] Bell Hooks en su libro Masculinity: The will to change. P. 56
[viii] Su nombre se escribe en minúsculas por preferencias de la escritora
[ix] Bell Hooks en su libro Masculinity: The will to change. P. 73