La indecorosa Colombia retratada por un partido de futbol

16 de julio 2024

 Por: John Jairo Blandón Mena

La exitosa participación de la Selección Colombia de Fútbol en la pasada Copa América que tuvo lugar en los Estados Unidos demostró una dualidad en esta nación. Por un lado; que el desempeño ganador del equipo nacional puede unir a la inmensa mayoría de la población; y por otro, que también aflora y deja en evidencia comportamientos antisociales, arribistas y hasta criminales de una ínfima minoría.

El pasado domingo, Colombia no solamente fue derrotado por Argentina en la final de la Copa América en el Hard Rock Stadium de Miami, sino que también, centenares de aficionados perdieron la vergüenza por sus comportamientos salvajes, brutales y destructivos. Aunque, muchos argentinos participaron en esa barbarie que está evidenciada en decenas de videos virales en redes sociales, la gran mayoría eran colombianos que destrozaron, saquearon y violentaron todos los protocolos de ese centro deportivo.

Hasta la máxima autoridad de balompié en Colombia, Ramon Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol junto a su hijo, acostumbrados a la impunidad que gozan aquí, agredieron con violencia a guardas de la seguridad del estadio. Ese hecho los hizo pasar unas horas detenidos, pagar fianzas para obtener su libertad, y los obligará a permanecer en territorio estadounidense mientras las autoridades judiciales toman decisiones de fondo. Debería el impresentable Jesurún aprovechar su libertad bajo fianza para redactar su carta de renuncia a su poderoso cargo, y no seguir robándole la dignidad al futbol colombiano.

Y si nos referimos a indignidad, falta de decoro y a lo peor de la sociedad colombiana, los políticos necesariamente tienen que aparecer. Es una absoluta falta de respeto con la ciudadanía cartagenera que su alcalde se haya opuesto al incompresible Día Cívico decretado por el Gobierno Nacional; pero a la par de su oposición politiquera se haya montado en un avión hacia Estados Unidos a ver el partido en primera fila.  Hoy, ante las críticas justifica su presencia en el partido con una supuesta invitación que le realizó la Embajada de Colombia en Washington. Definitivamente, qué cinismo creer estúpido al pueblo que lo eligió.

En las principales ciudades de Colombia se multiplicaron las riñas. Las autoridades de policía recibieron desde las horas previas hasta un par después del partido casi 10.000 llamadas a la línea de emergencia 123; de las cuales, el 25% correspondieron a riñas y lesiones. En Bogotá hubo disturbios y hasta 4 muertos asociados a discusiones posteriores al encuentro deportivo.

Lo cierto, y sin dejar de mencionar la perversa organización de esta versión de la Copa América; es que el Hard Rock Stadium de Miami es un escenario multideportivo que alberga constantemente su aforo total de más de 65 mil espectadores en juegos de futbol americano, beisbol y todo tipo de espectáculos; y en su historia no había registrado semejantes niveles de barbarie y salvajismo a manos de aficionados.

Colombia lleva décadas en intentos de lograr la paz con los grupos armados; pero quizás, se ha olvidado que la pacificación más importante es la de su propia sociedad, que requiere la concreción de procesos que le permitan la convivencia en la cotidianidad.

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