El chiste como fenómeno social

Por Última actualización: 18/11/2024

Por: Diana Lorena Montaño Riasco

El chiste ha sido una categoría de reflexión poco indagada en el campo epistémico, quizás, porque constituye una puerta de entrada a lo inconsciente y a la subjetividad, consideradas como poco determinantes sobre la dinámica socio – cultural. Por lo que, aún las comprensiones alrededor del chiste, el humor y lo cómico continúan siendo parte de un universo tímidamente explorado por algunos psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos y filósofos[i].

La comprensión del chiste y su relación con el inconsciente[ii] se la debemos a Sigmund Freud, quien pudo determinar cómo las técnicas para la elaboración del chiste son las mismas que usamos en la producción de nuestra actividad psíquica durante el sueño, donde se manifiesta cualquier deseo y anhelo reprimido desde nuestra niñez hasta nuestra madurez, sin censura. Así, al momento de hacer un chiste, se opta por no reprimir un pensamiento reprochable, lo que genera una descarga psíquica y anímica concretada en una representación inconsciente que emerge al consciente, produciendo una distensión a través de la risa, aunque la cuestión de la que se trate no sea para nada graciosa, sino más bien dramática, y hasta trágica.

Esto me recuerda, al chiste que circulan en las redes sociales, creado por un youtuber colombiano, que dice: “Que linda te ves trapeando Esperancita, pero te falto acá maldita criada”, sobre el cual se han hecho un montón de videos, y hasta se ha popularizado la expresión para burlarse de alguien que realiza un oficio doméstico mientras otra persona impide que lo cumpla a cabalidad.  ¿Qué pensamiento reprimido o censurado nos asalta como sociedad cada vez que soltamos carcajadas con este chiste? Sin lugar a dudas, en el inconsciente de muchas personas aún habita un oligarca represor, clasista y misógino esperando expresarse sin censura; pero, lo más revelador es que cientos de hijos e hijas de mujeres que han sido empleadas domésticas son quienes más se divierten reproduciendo y grabando estos videos. ¿Qué nos dice esto sobre la configuración de las subjetividades de estos sujetos?

Recordemos que, las técnicas para la elaboración del chiste recurren a métodos variados, todos enraizados en el poder de la expresión verbal como lugar para alcanzar el placer, quizás por ello, los chistes no pueden ser elaborados con el mismo potencial si se les sustrae la palabra para ser expresados. La inventiva verbal del chiste, hace parte de la descarga psíquica y anímica del inconsciente hacia lo consciente. Así, se puede ver en el chiste como la realización del deseo de burlar la censura y la coerción sobre un pensamiento que debe ser reprimido, por ello, entre las condiciones subjetivas o psíquicas para la elaboración del chiste, se requiere que quien lo elabora “debe realizar una serie de asociaciones y representaciones gracias a un esfuerzo propio, que le significa un gran gasto psíquico, necesario para vencer la energía del estorbo, cohibición o represión”[iii].

A su vez, la persona a la que se le comunica el chiste, debe tener cierto grado de complicidad o de indiferencia para poder experimentar placer en el chiste relatado.

En este orden de ideas, no sólo es el “yo creador del chiste” quien a través de su expresión verbal se satisface al manifestar un pensamiento objeto de censura y polémica sino también el público a quien va dirigido el chiste, el cual coincide psíquicamente con el creador del mismo, en su deseo de verbalizar su anhelo y creencia reprimida, con el fin de buscar la excitación a través la risa que como afirmó Freud: “pertenece a las manifestaciones más contagiosas de los estados psíquicos’’. Tan palpable es esta verdad, que es de resaltar que el público de chistes verdes, racistas, sexistas, misóginos y homofóbicos, suele ser un público que comparte las mismas creencias que emana quien elabora el chiste, y que encuentra en la risa una posibilidad de expresarla sin parecer visceral o mal intencionado. 

No obstante, es fundamental recordar que el proceso de comunicar el chiste elaborado a otros, se da cuenta de un impulso que deja al sujeto del chiste desnudo bajo una tendencia hostil, agresiva, satírica u obscena, que se emplea contra el “otro” un “tercero”, que bien puede ser considerado como “enemigo”, al cual se le deja en ridículo, lo que produce placer. Por ende, la estructura misma del chiste siempre se dirige a un tercero, la idea del tercero, es un modo freudiano de introducir la dimensión del otro: “el individuo, no pide al objeto de chiste, una satisfacción, sino que nos contentamos con el goce que proporciona su contemplación”[iv]

La manera en la que el chiste se ha introducido y enseñado culturalmente, para el caso colombiano, hace creer que el mismo no moviliza valores ni creencias sociales marcadas por los sistemas de opresión, que han sido interpeladas y confrontados por esos “otros”, a quienes se les contempla como objetos de la agresión hostil movilizada por el chiste, que produce una infinidad de carcajadas, que se sacian al interpretar como otro se atreve a enunciar lo que ellos temían manifestar abiertamente, no por temor, sino por no encontrar otras personas que pensasen como ellos. Ahora que el chiste, les ha permitido encontrar esos otros con pensamientos racistas, homófobas, clasistas, depravados. ¿Qué tendríamos que esperar los qué somos los objetos de su agresión hostil?

[i] Ver a Th. Vischer, Th. Lipps y Kuno Fischer

[ii] Sigmund Freud. El chiste y el inconsciente, traductor Luís López Ballesteros. Editorial, Alianza S. A Madrid. Londres, 1996.

[iii] Ibid

[iv] Ibid. Pág. 9.