El caos de la movilidad en las principales ciudades

Por Última actualización: 19/11/2024

03 de noviembre de 2021

Por: John Jairo Blandón Mena

Cualquier persona que habite en alguna de las principales ciudades del país padece bien sea como conductor, peatón, pasajero del transporte público o simplemente desde su propia residencia el caos vial, que ya no solo ocurre en horas pico sino de manera permanente. De acuerdo a estudios del experto en el tema Rodrigo Mazo Zea, investigador de la Facultad de Psicología la Universidad Pontifica Bolivariana de Medellín, el caos en la movilidad en estas urbes está generando problemas de salud asociados al estrés, la ansiedad, la depresión y trastornos coronarios y digestivos, fundamentalmente, por el sometimiento cotidiano a la congestión vehicular desde cualquier rol.

El asunto no es menor. Bogotá, por ejemplo, es la segunda ciudad a nivel mundial en ranking de caos vehicular después de Bombay en la India, según señala la medición internacional Tomtom Traffic Index. De acuerdo a ese mismo estudio, los capitalinos se demoran en un trayecto, en promedio el doble de tiempo en que lo harían si no hubiera congestión. La afectación al ciudadano del común es enorme, solo en la capital, las personas trabajadoras gastan 20% de su tiempo transportándose por las vías de la ciudad hacia sus lugares de trabajo, total, al final de la semana, se pasa un día laboral atascado en el tráfico.

Y no hay consenso entre los expertos en movilidad respecto a las causas del problema. La insuficiencia de vías, el crecimiento del parque automotor, la ausencia de medidas restrictivas de la movilidad; e incluso según algunos, la falta de regulaciones frente al uso de los vehículos según la estricta necesidad. Todas en alguna proporción pueden ser las generadoras del inmenso caos vehicular de las ciudades. Ahondaré en algunas.

Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Cartagena, Barranquilla y otras ciudades, entre grandes e intermedias tienen medidas de pico y placa. Algunas de ellas todo el día, otras sólo en las horas pico; y lo que es cierto, es que los análisis que se han realizado a la restricción, como los efectuados por la Universidad Nacional Sede Medellín indican que el pico y placa reduce en 18% la circulación vehicular en las horas de su cubrimiento. Sin embargo, aumenta notablemente el tráfico en las horas que no aplica la medida. Dicho esto, tampoco es sostenible en el tiempo, que una restricción pueda ser la solución permanente a un problema estructural.

Y el problema estructural es que en Colombia se viene produciendo un aumento exponencial del parque automotor. Hoy, el país tiene en el Registro Único Nacional de Transito 9.940.803 motos y 6.630.831 carros de todo tipo que circulan principalmente en las ciudades grandes e intermedias. Y como si esto fuera poco, el Departamento Nacional de Planeación proyecta que en el próximo trienio ingresarán al país más de un millón de nuevos vehículos, lo que terminará de colapsar la caótica movilidad de los principales conglomerados urbanos de Colombia.

Los países que han logrado desestimular el uso del vehículo han aplicado soluciones necesariamente concomitantes: tener un excelente sistema público de transporte con cobertura a todos los territorios, la extensión de las ciclorutas de la mano con una red pública de bicicletas, el desestimulo de la compra y el uso del vehículo por vía de impuestos y peajes urbanos respectivamente; y, sobre todo, el cambio de la mentalidad colectiva de que uno de los factores de avance social no es la adquisición de un vehículo. 

Nos falta mucho por avanzar en este campo. Mientras tanto, los colombianos que habitan las grandes ciudades y que no viven próximos a sus lugares de trabajo o estudio (que son la mayoría) tendrán que seguir pasando en promedio 20 días anuales montados en un vehículo. Es necesario, considerar este tema como prioritario dentro del debate político. Candidato presidencial que no lo aborde con seriedad y rigurosidad, pues no tendrá una solución a una de las problemáticas que más afectan la cotidianidad de la población urbana.

En otra columna abordaré la pésima calidad del aire en las principales ciudades de Colombia, como consecuencia directa y principal de lo que aquí se ha planteado.

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