Camionados de sangre, volquetadas de plata
12 de diciembre de 2024
Por: Arleison Arcos Rivas
Pese al ofrecimiento de la política de paz total, diferentes facciones en contienda optaron por rearmarse y traicionar las oportunidades para que el país camine en armonía. El país no parece haber superado la demencia voraz de la guerra que demanda camionados de sangre para producir falsos positivos, para tirar a la basura cabezas humanas, o para ahondar la intensa y demencial violencia que acorrala a la gente en los territorios más vulnerables y sensibles.
Tampoco se ve que nos hayamos curado del vicio de robar a la derecha o a la izquierda. Tras las especulatorias declaraciones de Olmedo López y Sneyder Pinilla dejando en entredicho a altas figuras del actual gobierno. Buscando un principio de oportunidad que les sea favorable en la Fiscalía, han manifestado que participaron de un “entramado” de órdenes e indicaciones ministeriales que, de presentarse pruebas, evidenciarían la destinación de contratos y partidas leoninas con trasfondo de corrupción.
Mientras tanto, la conflagración crece.
Nuevos e inusitados ataques a la fuerza pública, se suman a los bloqueos, amenazas de paros, y se reiteran los incumplimientos a las declaratorias de cese al fuego, minando todas las iniciativas de paz. De hecho, por sus desafueros, persistentes hostigamientos y acciones bélicas, el presidente decide acabar con la impostura del Estado Mayor Central que, sentado a la mesa, sigue jugando a acrecentar la guerra y sembrar terror en los territorios del sur del país, incluso buscando atentar contra el equipo de seguridad de Francia Márquez, cuyo vehículo blindado fue objeto de disparos.
De nuevo, el lamentable enjambre de helicópteros de guerra circundando los cielos del Departamento del Cauca evidencia las oportunidades perdidas para avanzar en la procura de Paz Total para el país.
En la Fiscalía y la Corte Suprema, también se agita la colmena. Resulta doloroso constatar que figuras de vieja militancia en la izquierda y los movimientos alternativos sucumbieron ante el meloso deleite de la apropiación indebida del dinero público; al tiempo que parecen infantiles las salidas y excusas con las que confirman tal participación, enlodando a funcionarios de prestancia moral indiscutible, en el entendido que así obtendrán prebendas judiciales.
Balas y dinero constituyen los dos brazos del monstruo maligno que gobierna los destinos de un país imposibilitado para encontrar un rumbo que le saque del sinsentido.
Desinstitucionalizados, como estamos, y sin la fuerza moral que da el constituirse en un pueblo unido por principios innegociables, e inflexibles códigos de actuación pública sustentados en la honorabilidad; el futuro no solo parece incierto, sino que aventura la devastadora y eterna reiteración de la desmesura, ese sello de derrota por el que bien valdría que se lo coman todo y acabemos la farsa de ser una nación, de una vez por todas.
Camionados de sangre, piden los actores de la guerra. Volquetadas de Plata, reparten los protagonistas del desgobierno. Unos y otros, traidores a todo proceso de transformación que pueda emprenderse, sea quien sea quien aspire a liderarlo. Nos acosa el sinsentido.
Las furibundas críticas a la posibilidad de convocatoria del constituyente primario no solo esconden las graves fallas de nuestro sistema, sino una pavorosa alarma por la posible inexistencia de tal sujeto, precariamente formado para entender el sentido de lo común. Aún en los tiempos del gobierno del cambio, seguimos caminando en surcos de dolores, sin que germine el bien ni cese la horrible noche.