Yo no doy, tú si das
Por: Mario Serrato Valdés
Los ultraderechistas se oponen a que se destine dinero de los recursos públicos a sectores populares en donde la cuarentena no ha permitido salir a trabajar, pero aplauden a rabiar el desembolso de 14 billones de pesos de recursos públicos a la banca que más dinero ha ganado en Suramérica en los últimos 20 años. Una líder de los ultraderechistas consideró «atenidos» a quienes pedían alimentos para comer mientras permanecen encerrados obligatoriamente en la casa, pero ella misma no dice nada, cuando la estadística le informa que más del 50 % de los habitantes de las zonas periféricas del país no tienen un lugar digno para cagar y no pueden lavarse las manos con agua limpia.
Existe una gran aversión y censura de la ultraderecha a los beneficios ganados por los trabajadores en lo que hace relación a la jornada de trabajo de 8 horas, horas extras, vacaciones remuneradas, primas semestrales, garantías en salud, riesgos profesionales y pensiones, pero no dicen nada cuando los dineros de las pensiones son usados por uno de los hombres más ricos de mundo para hacer obras públicas, y, a este se le caen los puentes por maniobrar con materiales de baja calidad y tras ello reclama ser indemnizado. Tampoco dicen nada, ni siquiera un sentido pésame, a los más de 400 líderes sociales asesinados en una ola de terrorismo de Estado que se empeñan en negar, pero chillan como miembros de barras bravas ofendidos por la derrota de su equipo, cuando se presenta la posibilidad de llevar internet gratis a las zonas periféricas de modo que campesinos pobres gocen los beneficios inagotables de la tecnología.
Desde el 11 de mayo de este año, algunos congresistas se empeñan en proponer una Renta Mínima que beneficia a los trabajadores formales e informales. Casi 35 millones de colombianos recibirían un aporte de un salario mínimo durante tres o cuatro meses, recurso que les permitiría sobrellevar una cuarentena que efectivamente nos ponga a salvo de la pandemia. Pero a la propuesta que alcanza los 40.5 billones de pesos, que podemos recuperar con solo darle un mejor manejo a los recursos de los fondos de pensiones o disponiendo de una parte de las reservas internacionales, se oponen los ultraderechistas de siempre que consideran un despilfarro intolerable poner alimentos en la mesa de los trabajadores impedidos para trabajar o dotar de condiciones de vida dignas a quienes, según ellos, no las merecen.
En su mentalidad de lacayos medievales, solo cabe el sacrificio que se hace por el rico poderoso, y es condenado todo esfuerzo hecho por el pobre y menesteroso. En la mentalidad del neoliberal actual, la riqueza sólo puede producirla el rico, parece ser que su obtusa visión del mundo les hace creer que el trabajo, la transformación de productos, la prestación de servicios y la producción de alimentos surgen exclusivamente de la idea y de la voluntad de un rico poderoso a quien debe dársele todo sin que importe nada más que su estabilidad y condición.
Mientras el proyecto de Renta Mínima puede abortar por la miserableza de los congresistas de ultraderecha, su nociva actitud será apoyada por pobretones que se creen terratenientes, pero solo tienen tierra en las encías y en los dientes, y por ciudadanos de clase media baja que se creen banqueros, aunque su único patrimonio monetario se encuentra en la alcancía de un hijo que planea comprar una patineta cuando termine la cuarentena.
El poderoso sin escrúpulos cada día lo será más gracias a que el pobretón sin dignidad lo apoya sin conciencia alguna.