Viaje a la raíz africana

Por Última actualización: 19/11/2024

11 de mayo de 2023

Por: Arleison Arcos Rivas

De nuevo el chismero mediático enreda un oficial y diplomático viaje a la raíz africana para cuestionar a Francia Márquez Mina, mujer afrodescendiente y vicepresidenta de la República, que lo encabeza.

Como si se tratara de un desplazamiento turístico personal, en los medios se lo llama “gira”, “safari”, “viaje de lujo”, repudiando este acercamiento gubernamental. Las expresiones descalificadoras con las que el corrillo de odiadores ha minado la importancia de una misión oficial con destino a Kenia, Sudáfrica y Etiopía, dibuja las invariantes del racismo y el clasismo disimulado y rastrero que persiste en el país. Así, mientras el mundo reconoce los procesos de transformación sociopolítica y económica de esas tres naciones, entre otras economías emergentes con factores de crecimiento sostenibles, Colombia hace chistes y memes, dividida y arrogante, sin enfrentar sus propias vulnerabilidades.

Que este viaje ocurra en mayo, justamente el mes dedicado a la memoria y celebración de la herencia africana en Colombia, tendría que ser motivo de amplio reconocimiento y respaldo, como quiera que debe tornarse natural en la política exterior que el país sostenga un marco de entendimiento e intercambio multinivel cotidiano y fluido con todas sus naciones.

Por lo contrario, el cúmulo de críticas chocantes evidencian la incomprensión con la que no se termina por aceptar la raíz identitaria de buena parte de la población bajo su bandera. Aún África opera como un territorio imaginado indeseable, miserable y todavía inestable.

Negando importancia a una delegación diplomática postergada por largo tiempo, en esta ocasión no se cuestiona solamente el costo que tendría la misión especial, sino que causa malestar que el destino sea a países africanos. Pese a que desde 2012 no hay una visita oficial a ese territorio, ello indica la poquedad y el exotismo con que se sigue desconociendo a ese continente como patrimonio propio y heredad de buena parte de las y los nacionales colombianos.

La evidencia: a pesar de la intensidad de la agenda que cumplirá la delegación nacional que tendrá el cometido de afianzar los vínculos culturales, económicos, políticos, turísticos y comerciales, afianzando las estrategias de actuación con aliados en procesos de negociación transnacional y organismos multilaterales, se han dejado sentir las voces que cuestionan ¡el costo de la gasolina! para mover un avión, con tal responsabilidad diplomática, hacia naciones de un continente al que se tilda insidiosamente como pobre, hambriento y “negro”.

Una misión geoestratégica

Tener que explicar hasta el más mínimo detalle de ese viaje, cosa que jamás se ha solicitado a mandatario o funcionario alguno, indica el doble rasero usado para sopesar las acciones de quienes asumen cargos públicos siendo observados por su pertenencia étnica, tal como ya hemos manifestado en otras columnas.

Desde opinadores improvisados hasta connotadas profesoras universitarias, pasando por odiadores de oficio y comunicadores desinformados, han atravesado palos a la ocasión inusitada de que una mujer afrodescendiente electa como vicepresidenta viaje en misión diplomática a un continente con una población que representa 1.300 millones de oportunidades comerciales, acercamientos culturales, actividades turísticas y entendimientos políticos en entornos geográficos diferenciados.

Todas las inversiones públicas y gastos oficiales deben ser explicitados y se ha de rendir cuentas sobre su uso, indiscutiblemente. No obstante, resulta artero que se demande a Francia Márquez que explicite lo que a nadie más se le ha exigido en este país; mucho más porque es África el destino de su viaje. En ello, antes que una preocupación por la agenda, hay una marcada actitud persecutoria de las ejecutorias vicepresidenciales.

De ahí que elevemos la expresión de nuestro descontento, insistiendo en afirmar justamente aquello que odiadores y críticos deberían situar en el centro del debate, aportando al balance informativo: la pertinencia de esta misión. El descreimiento sobre las bondades de este viaje y la andanada de miramientos porque lo preside una mujer afrodescendiente como Francia Márquez Mina, ha llevado a que incluso el Presidente Petro salga a cuestionar “el mensaje subliminal” de que “sí se puede ir a Europa pero no a África”.

Esa masa de críticos ramplones evidencia su desconocimiento de lo que es y representa África como sustento de la imaginación cultural e identitaria de buena parte de las y los colombianos; al igual que su peso como conjunto de mercados potenciales para la agroindustria, la manufactura, la producción mineroenergética y la extensión de diversos sectores productivos.

Peor aún, su perorata da cuenta del hondo desconocimiento de los actuales niveles de importancia comercial y económica de varias de las naciones de ese continente. De tal magnitud resulta el creciente desarrollo de las naciones africanas que potencias como China y Rusia se enfrentan hoy al control de sus riquezas, mientras los Estados Unidos y varias naciones europeas hacen esfuerzos por acelerar el paso de sus inversiones, buscando mejorar su posición en el continente; en demanda de mayores acciones de cooperación y comercio entre semejantes, en una relación mucho más horizontal.

Por cierto, frente a las críticas por los gastos de este encargo para el relacionamiento internacional, y contrario a otros casos, no es del erario de donde se financia a las y los líderes, activistas, artistas y académicos sin vínculo estatal. Con recursos de la cooperación internacional se está financiando la significativa participación de diversos artistas, emprendedores de las industrias culturales, empresarios regionales y académicos; mientras el Estado cubre los gastos de su propio personal en la comitiva. 

Lo importante

Lo que verdaderamente importa de este viaje a la raíz africana, tal como analizó Yeison Meneses en su columna de esta semana en DIÁSPORA.COM.CO, es la vinculación de Colombia en la geopolítica Sur – Sur, que se articula en un ámbito de relaciones paritarias, para aportar “marcos de entendimiento con naciones-estados con potencialidades y desafíos sociales, económicos, tecnológicos, políticos, culturales o ambientales similares.”

Bajo tal postulado, figura en la agenda de ampliación de embajadas y fortalecimiento del relacionamiento internacional el levantamiento de acuerdos turísticos, el tratamiento de asuntos migratorios, el establecimiento de convenios de cooperación para el control policial y la interdicción financiera del tráfico ilícito, la ampliación de las actuales plataformas de inversión, la penetración comercial en nuevos mercados.

Acrecentar los acuerdos de producción farmacéutica, innovar en mercados alimenticios, alcanzar un mayor mercado en cárnicos, fortalecer el entendimiento energético y en combustibles alternativos, mejorar la balanza comercial en frutas y agroforestales, confitería, manufacturas y textiles, grasas vegetales, petroquímicos, cereales y azúcares.

Hoy el país exporta a más de 15 países y tiene embajadas en muy pocos de ellos. Curiosamente, los Departamentos y ciudades del Pacífico y del Caribe con mayor población afrodescendiente no se encuentran representados entre las 298 empresas colombianas que más exportan hacia el continente africano ni cuentan con misiones consulares en Colombia.

También se justifica este viaje porque resulta necesario el establecimiento de rutas aéreas directas, mejoramiento de la conectividad marítima, el asentamiento de consulados mutuos y la instalación de representaciones comerciales reciprocas, que amplíe el número de naciones africanas con las que el país interactúa y establece relaciones comerciales en el momento y los que a futuro logren concretarse y estar instituidas en ambos continentes.

Ni qué decir, finalmente, de la enorme importancia que tiene África como espacio emocional sobre el que se tejen lazos y vínculos que comunican a la actual población que se define y reconoce como descendiente de africanas y africanos en Colombia, asunto central para un gobierno que se ha propuesto mejores entendimientos con el movimiento afrodescendiente internacional, buscando reconocerse en el legado cultural e identitario articulador del conjunto de la nación.

¡Buena medida del cambio propuesto, este oportuno y necesario viaje a la raíz!

Sobre el Autor: Arleison Arcos Rivas

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