Francia Márquez: un oasis en el desierto de los cálculos electoreros

Por Última actualización: 19/11/2024

01 de febrero de 2022

Por: John Jairo Blandón Mena

La contienda electoral por la presidencia de la república se está desarrollando en un escenario plagado de confrontaciones, señalamientos, acusaciones y de muy pocas propuestas que estén a la altura de la compleja situación que atraviesa el país. Cada candidato pontifica desde su artificiosa superioridad moral, la mayoría dictamina formulas ideales para transformar a Colombia, pero no señalan el cómo. Y lo que es más preocupante, se autoproclaman los detentadores de la varita mágica expresada en reiterativos lugares comunes para acabar todos los problemas del país. Incluso me parece volver a escuchar el “más salario menos impuestos” que prometió Duque en su campaña.

Por eso, después de los debates no se habla de quien tiene la mejor propuesta de cara a la nación, sino de aquel que haya expresado frases para la galería, que poco o nada aportan al discernimiento colectivo sobre quien es el candidato que más le conviene a Colombia. El debate público tanto al interior de las coaliciones como de cara al país por la visibilización mediática sigue siendo patriarcal y casi unísono. De las 23 candidaturas vigentes, solamente cuatro son de mujeres. Arelis Uriana, invisibilizada en el Pacto Histórico e inexistente para los medios que convocan los debates radiales y televisivos. Aydeé Lizarazo, convocada por la Coalición Equipo Colombia sin protagonismo alguno, sólo para atraer los votos cristianos del Partido Mira. Ingrid Betancur, cuya irrupción en la Coalición Centro Esperanza y sus propias incoherencias verbalizadas terminaron por evidenciar que esa alianza estaba pegada con babas, y que ella sólo era un comodín al servicio de los ya predestinados a ganarse ese pulso. Pero el oasis en este desierto de cálculos electoreros es Francia Elena Márquez Mina.

Lo que tiene Francia Márquez es que se parece a la mayoría de colombianos y colombianas. No tiene que simular ni utilizar discursos grandilocuentes para hablar de la guerra y el destierro, de la minería ilegal y las mafias institucionales, del empobrecimiento y el desempleo, del racismo y la exclusión, del Estado corrupto y la falta de oportunidades porque todos esos males los padeció. Su voz es legítima, habla desde la experiencia de quien nació y se formó en resistencia a todas las condiciones que quiere combatir desde la presidencia.

Francia no tiene el objetivo de llegar a la presidencia como un fin sino como un medio para continuar desde la institucionalidad la acción de construcción colectiva que siempre ha ejercido. Por eso, su preocupación no son las alianzas electoreras que desconocen los principios y que tuercen la propia conciencia. Ella ejerce una política limpia, para muchos quizás, ineficaz para llegar al poder, pero es la única capaz de gestar verdaderas transformaciones.  

Desde luego, las posturas de Francia incomodan porque contrario a la mayoría no habla desde una posición hegemónica. Y en un país absolutamente racista, clasista y patriarcal sigue siendo un desafuero que una mujer negra empobrecida levante su voz en representación de muchos y muchas. Los candidatos y candidatas en esta contienda electoral, excepto Francia, como diría Fernando Vallejo, “han vivido de la teta publica”; y a muchos se les podrá controvertir porque siendo ministros, alcaldes, gobernadores, congresistas o en cualquier otro cargo actuaron contrario a los postulados que plantean. Por ejemplo, no sé cómo se habla de transparencia cuando hay candidatos que tienen procesos fiscales, disciplinarios y penales con graves acusaciones de corrupción. En el caso de Francia, su vida desde los 14 años en el liderazgo social, en la defensa del medio ambiente y en el trabajo comunitario ha sido reconocida por propios y extraños; y sin haber ocupado un cargo público pudo hacer más transformaciones que varios de los que sólo han sabido vivir de la teta pública.

Ayer en un almuerzo con el sector sindical de Medellín, Francia Elena Márquez Mina terminó su discurso con una frase que retrata la inmensa ética y dignidad de esta mujer: “Si no lo logramos, dejamos el camino para que nuestros hijos lo logren”.  Colombia necesita recuperar la ética, la moralidad, la transparencia y el servicio público en la política, por todas estas razones: Francia Elena Márquez Mina es mi opción, y ojalá sea la de muchos y muchas.

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John Jairo Blandón Mena