Si las elecciones fueran hoy las gana Petro
16 de mayo de 2024
Por: Arleison Arcos Rivas
Si las elecciones fueran hoy las gana Petro, sin lugar a dudas. La derecha, atomizada, ya no parece tan rubicunda y confiada como cuando disponía del aparato estatal y de los procesos de contratación. Tampoco el centro ha logrado capturar un electorado propio, y varias de sus figuras más prominentes no sólo elevan la sensación pública de malestar con la política sino que reciben tomates diarios por sus salidas en falso y su tibieza.
Evidentemente, el presidente no puede ser candidato; ni siquiera como producto de un proceso constituyente convocado por la vía del plebiscito lograría modificar la Constitución a tiempo para hacerse elegir, ni es el propósito que le anima al comprometerse con la convocatoria constituyente en la parte final de su mandato.
Una oposición lastimera
En un país que hace de la política un paréntesis entre procesos electorales, sus adversarios en la oposición no evidencian hoy fuerza suficiente para presentar candidaturas sólidas que puedan atravesarse en el camino de la alianza progresista, llamada por el mandatario a presentarse unida a las urnas.
El centro, que persiste en su afán por deslindarse de la derecha y presentarse como alternativa frente a la izquierda gobernante, continúa satirizando las posturas discordantes para venderlas como extremos que fraccionan e insisten en dividir al país. La derecha también juega a sembrar la idea de que la polarización del país aviva el caos y la desazón que, sin embargo, no se percibe en las jornadas adelantadas por el presidente y sus ministros en barrios populares, así como en los ejercicios de Gobierno con el Pueblo.
De repeso, dirigentes gremiales y exministros, persistentes en la crítica acendrada contra el actual gobierno, parecen calcar sus descalificaciones dirigidas al gobierno, cuando no dirigiendo directamente al presidente y a sus ejecutorias expresiones alarmantes y tremendistas, elevando la sensación de cansancio y desinterés en una buena fracción de quienes les comentan en redes sociales.
Incluso contando con la fuerte influencia de los medios corporativos y su capacidad para difundir noticias dudosas y poco solventadas, la popularidad del presidente registra cifras tímidamente crecientes, mientras se evidencia la afluencia masiva a las convocatorias con las que ha buscado hacer contrapeso a las marchas opositoras, y las estrategias de desinformación con las que algunos sectores recalcitrantes las promueven.
Soplan vientos de cambio
Hoy queda claro que quienes apostaron a un rotundo fracaso del actual gobernante se equivocaron. Pese a que el camino de las reformas que propuso ha sido tortuoso y permanentemente bloqueado por agentes legislativos prestatarios de servicios a gremios y corporaciones, las estrellas del gabinete Petro – Márquez han encontrado alternativas para hacerlas permanecer e incluso alcanzar tímidas mayorías enfiladas en su defensa, tal como ocurre con la reforma pensional y la de la educación. La más enrevesada, la reforma a la salud, será presentada ahora con mensaje de urgencia, contando con un texto menos denso, y acuerdos ya pactados con un significativo número de EPS que han aceptado reconvertirse en Gestoras de Salud, alivianando el obligado paso por un Senado todavía reacio a adoptarla.
Aunque el fuego amigo ha hecho mucho daño, como ya lo ha manifestado John Jairo Blandón en columnas de DIASPORA.com.co, contenerlo con una decidida acción anticorrupción que garantice la actuación inmediata e irrestricta de los órganos de control y de la Fiscalía es la mejor estrategia para garantizar la solvencia moral del ejecutivo, afianzando el camino para la consolidación de sus apuestas territoriales. En igual sentido, sorprende que hasta ahora permanezcan en altos cargos funcionarios posesionados por el gobernante anterior, con sobradas evidencias de que no contribuyen al mejoramiento de los indicadores de gestión y ejecución presupuestal.
Ejecutar el Plan Nacional de Desarrollo
Con miras a un proceso exitoso, las diferentes organizaciones y movimientos que confluyeron en el Pacto Histórico requieren generar acciones que renueven la confianza y el entendimiento, a fin de desescalar tensiones, sobrellevar las diferencias y establecer puntos de acuerdo que rompan con la dramática indefinición y discrepancia que cobraron alto precio en los pasados comicios regionales y parlamentarios.
De hecho, para garantizar mayores oportunidades de éxito en el proceso electoral venidero, el principal reto de estos dos años será consolidar la ejecución del plan nacional de desarrollo, sin distracciones y con mayor osadía, tal como lo entiende el actual director del Departamento Nacional de Planeación. Incluso, una rápida revisión de los borradores de planes de desarrollo en departamento y municipios opositores, evidencia que alcaldes y gobernadores, han tenido que reconocer que sin las grandes partidas de la nación no hay manera de avanzar en sus propias apuestas por el desarrollo.
Ganar las elecciones del 2026 parece, en el actual escenario, posible. Una decida agenda territorial, que apuntale el núcleo duro del gobierno del cambio, al tiempo que afiance los planes de desarrollo municipales y departamentales, se perfila como la salida sensata para alcanzarlo. De igual manera, se requerirá concertar con partidos y fuerzas progresistas, en alianza con diferentes expresiones políticas regionales que entiendan la urgencia de coaligarse y consolidar un promisorio movimiento político alternativo, con altas posibilidades de jalonar una candidatura única hasta la segunda vuelta del proceso electoral presidencial.