¡Se la estamos poniendo muy fácil!
5 de septiembre de 2023
Si algo se podía anticipar del cuatrienio de Gustavo Petro era que iba a tener enfilada en su contra a la estructura mediática de este país. Cualquier opinador político podía advertir que las reformas que proponía el entonces candidato tendrían una férrea oposición por parte de los sectores poderosos de la nación. Desde luego, como ha sido habitual, la derecha no se iba a quedar incólume viendo como el presidente en el solio de Bolívar avanzaba en los cambios a los que ellos se habían siempre opuesto.
La aceleración de los procesos de restitución de tierras a campesinos y el otorgamiento de los bienes de la Sociedad de Activos Especiales, otrora controlados por políticos en entuertos con empresarios, a Juntas de Acción Comunal, Consejos Comunitarios y a colectivos de trabajadores agrarios, son solo dos ejemplos de acciones que han generado un evidente malestar en los terratenientes dueños de medio país. De igual manera, la propuesta de reforma laboral que reivindica derechos conculcados en los últimos años a los trabajadores. Y así en varios ámbitos. Todo ello hacía previsible una reacción visceral por parte los sectores reunidos ahora en la oposición de derecha.
Pero lo que debió ser una advertencia que propiciara una estrategia para que el Gobierno Nacional no perdiera su foco, restando margen de maniobra política al discurso de la oposición, se ha convertido en una sucesión de hechos que parecieran querer dinamitar la gobernabilidad de Gustavo Petro. Lo infortunado, es que sus grandes ejecutorias han perdido brillo ante la opinión pública por la sucesión de acontecimientos con relevancia noticiosa que produce la familia presidencial o cualquier alto funcionario del gobierno.
Yo no creo en la buena intención de las declaraciones de Nicolás Petro y Juan Fernando Petro. Haber sido concedidas a la revista Semana y al canal Caracol, medios con la oposición más recalcitrante y sistemática a su padre y hermano respectivamente, denota que hay intereses íntimos, al parecer coincidentes con los que tienen los sectores de la derecha opositora.
La arremetida mediática y judicial contra el presidente no tiene precedentes, y ante ello, la respuesta gubernamental ha sido desarticulada y poco contundente. Por esto es necesario gobernar con mayor pedagogía y utilizando de manera más potente los medios. La narrativa imperante no puede ser la de un informativo claramente sesgado y antigobiernista.
Medidas fiscalmente responsables como el desmonte gradual de los subsidios a la gasolina tienen que ser explicadas en un lenguaje simple a la población. La Paz Total requiere ser aterrizada a la comprensión popular. Sobre los proyectos centrales del gobierno plasmados en el Plan Nacional de Desarrollo debería informarse respecto de su avance e implementación.
Capitulo aparte, merece la bancada del Pacto Histórico en el Congreso de la República. Hay una sensación generalizada que, tanto en número como en estatura política, buena parte de esos congresistas son inferiores a la rapaz bancada opositora y a los retos que implica sostener un gobierno con metas tan ambiciosas en el plano legislativo.
Mientras escribo esto, el presidente Gustavo Petro desmintió las declaraciones de su hermano con relación a un posible síndrome que padeció durante su niñez. Lo que demuestra esto, es que efectivamente, hay pretensiones desde cerca y desde lejos, desde adentro y desde afuera, de colapsar la gobernabilidad de Gustavo Petro. Ante ello, tal como lo sugerí en una pasada columna, gobernar, gobernar y gobernar con la hoja de ruta del Plan Nacional de Desarrollo es el único camino. Dejarse distraer sería un error histórico.