San Andrés, Providencia y Santa Catalina: una isla aislada

Por Última actualización: 19/11/2024

Por: John Jairo Blandón Mena

En 2012, luego del fallo por la disputa territorial y de delimitación marítima entre Colombia y Nicaragua, en el que la Corte Internacional de Justicia de la Haya le quitó al país los derechos económicos sobre cerca de 75.000 kilómetros en el mar Caribe, Juan Manuel Santos, en calidad de presidente se desplazó al archipiélago y pronunció un sentido discurso en el que prometió a los isleños lo divino y lo humano. Su alocución inició con la frase «Los sanandresanos pueden tener la seguridad de que defenderemos con absoluta firmeza sus derechos», a renglón seguido, garantizó que presentaría en el congreso una iniciativa para crear la circunscripción especial de los raizales en la Cámara de Representantes, que crearía el “Fondo San Andrés” con un crédito proveniente del Banco Interamericano de Desarrollo para hacer inversiones en la isla, y antes de irse, caminó las anegadas y empantanadas calles del populoso y abandonado barrio Serranilla, en las que se comprometió a ejecutar en su periodo, la tan esperada construcción del acueducto y el alcantarillado.

Duque, al día siguiente de asumir como presidente viajó a San Andrés, y en las instalaciones del hospital Clarence Lynd Newball Memorial anunció el fortalecimiento del sistema de salud del archipiélago en materia de cobertura y de ampliación del cuerpo de especialistas, garantizó que en las semanas siguientes llegarían vehículos y embarcaciones ambulancias, una aeronave medicalizada y anticipó el más cuantioso equipamiento médico que transformaría la salud del departamento.

Hoy, después de ocho años de las promesas de Santos, los raizales siguen sin representación parlamentaria, las obras del “Fondo San Andrés” no llegaron, y los más de 10.000 habitantes de los barrios Natania, Serranilla, School House, Cocal, Santana y la avenida Juan XXIII siguen esperando tener los más elementales derechos de un ser humano en el siglo XXI: el agua potable y el saneamiento básico. Por el lado de Duque, sus promesas hospitalarias quedaron en que hoy en la isla en plena pandemia, solo cuenta con 13 camas de cuidados intensivos y una sola intensivista para todo el departamento, hay carencia de especialistas en todas las áreas, y el hospital tiene una infraestructura deteriorada, en la que las UCI se inundan y las maquinas que proveen el oxígeno permanecen averiadas, todo esto se suma al historial nefasto de corrupción, que hizo que a finales del pasado septiembre, la Procuraduría calificara de critico lo que acontece con el sistema de salud del archipiélago.

Hace un par de semanas como si fuera poco, la naturaleza azotó este territorio, el huracán Iota destruyó prácticamente en su totalidad las construcciones de los 17 km² de Providencia, y parcialmente lo que hay en pie en San Andrés.  inmediatamente, el Gobierno, tan acostumbrado como los anteriores a hacer promesas inconclusas a los habitantes del archipiélago, anunció que en 100 días se reconstruiría lo derruido, y pidió intervención a los Estados Unidos, para que, con su experiencia en enfrentar huracanes “nos puedan ayudar”. Dicha solicitud fue atendida de inmediato, y la Embajada de Estados Unidos en Colombia informó una contribución por valor de US$100.000 para contrarrestar la emergencia en ese territorio tras el paso del huracán Iota, así mismo, lo hizo la República Popular de China, quien a través de su viceministro Zheng Zeguang notificó la semana pasada la donación en efectivo de 500.000 dólares por parte de su gobierno y de 100.000 dólares a través de la Cruz Roja. Sin embargo, a juzgar por las cuantiosas donaciones de tantísimos países a los fondos de la paz y el posconflicto que terminaron en un desfalco, no se puede garantizar que los dineros destinados a la reconstrucción de Providencia y atención de la población damnificada lleguen a buen puerto.

Las recientes promesas de Duque, al igual que, las manifestaciones de patriotismo solidario expresadas por el grueso de la nación luego de la catástrofe natural, se parecen a las de 2012, cuando toda la nación volcó su atención al archipiélago, y promesas de dignificación a la vida de los isleños llovieron, y hoy después de casi una década, la situación de San Andrés, Providencia y Santa Catalina se refleja en las recientes palabras expresadas por un habitante raizal ante los medios de comunicación «el turista llega aquí creyendo que es la isla de la fantasía, pero en realidad, nosotros pasamos por una grave situación, aquí solo hay acueducto para los hoteles”.

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