Un respiro para el planeta
Por: John Jairo Blandón Mena
Esta semana tuvo lugar en la Unión Europea un hecho que se constituye en una de las decisiones políticas con mayor trascendencia ambiental en estos tiempos de calentamiento global, Dinamarca, el segundo o tercer productor de petróleo y gas de ese continente anunció a través de su gobierno que pondrá fin a toda la exploración y extracción de petróleo y gas que realiza en su territorio del Mar del Norte. Según el ministro del Clima y Energía de ese país, el propósito es reducir las emisiones en un 70% para 2030 y ser climáticamente neutrales en 2050; es decir, no generar ninguna afectación negativa al ambiente global.
Sin duda, que no fue una decisión fácil para un país que tiene en la producción de petróleo y gas uno de sus principales renglones económicos, que emplea a alrededor de 4.000 personas, y que en los casi 50 años de historial de esa industria ha generado riquezas por más de 70.000 millones de euros. Sin embargo, el desmonte de las 55 plataformas marítimas y los 21 yacimientos (15 de petróleo y seis de gas) será gradual y progresivo, y busca según lo indica una representante danesa de la ONG ambiental Green Peace, ser pioneros en las soluciones medioambientales e inspirar a otros Estados.
Aunque, las decisiones para aminorar el impacto del calentamiento del planeta deberían ser inminentes y sin atenuantes, porque tal como lo afirmó atinadamente el exsecretario de la ONU Ban Ki-moon en la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP25) la actuación de los Estados tiene que ser inmediata, porque no tenemos un plan B ni un planeta B. Se valora la posición de Dinamarca, porque en sentido contrario, lo que viene ocurriendo en el mundo entero es un aumento indiscriminado en la producción de hidrocarburos, los 13 países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo reportaron hace dos meses extracciones de 24.05 millones de barriles por día (bpd), lo que representa un aumento diario de casi un millón respecto a meses previos, lo anterior, sin contar el crecimiento desproporcionado en la producción de los países que no hacen parte de esa organización, que hoy oscila en 65.83 millones de bpd, 600.000 barriles diarios más de los que se producían a inicios de año.
Para ser justo en el análisis, otros países europeos habían tomado decisiones de igual envergadura, Francia, en el marco de la descarbonización total que pretende para 2050 en el transporte terrestre, expidió una ley que prohíbe la venta total a partir de 2040 de vehículos impulsados por gasolina o diésel; y al igual que se lo planteó Dinamarca, Francia pretende alcanzar neutralidad en sus emisiones de carbono en tres décadas. El Reino Unido tomó la misma medida, pero será más ambicioso, e iniciará su implementación en el 2030.
Y, Estados Unidos, uno de los países que más produce emisiones de co2 a la atmosfera, se retiró del Acuerdo de Paris, único documento planetario vinculante sobre el cambio climático, aduciendo un proteccionismo fundamentalmente a su industria petrolera y carbonífera, la que Donald Trump consideró se afectaría con la aplicación del tratado, principalmente en los empleos de miles de trabajadores, mostrando de esa forma que los intereses económicos se superponen al mantenimiento de las condiciones para la pervivencia de todas las formas de vida en nuestra casa común.
Entretanto, Colombia, que, respetando las proporciones, pudo haber seguido el ejemplo de los países que han decidido aportar significativamente en la preservación del planeta, poniendo la vida por encima del lucro capitalista, optó por el otro camino, y en el tiempo más oscuro de la existencia planetaria, las prioridades del proyecto de país siguen centradas en el fortalecimiento de la locomotora minera, en el desarrollo del fracking, en la utilización del glifosato, en el fortalecimiento de la ganadería extensiva, en la importación descontrolada de vehículos impulsados con combustibles fósiles, en la destrucción de las fuentes hídricas, en la incentivación de la importación de alimentos transgénicos; y sobre todo, en la inexistencia de una política pública seria que le haga frente al calentamiento global, en un país que por su ubicación ecuatorial, es uno de los afectados.
*Imagen tomada de: ciudadania-express.com