Respice similia: la cooperación Sur-Sur en el siglo XXI

9 de Mayo de 2023

Por: Yeison Arcadio Meneses Copete

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos

 

Las relaciones internacionales de Colombia han sido mediadas por dos doctrinas: respice similia y respice polum. La respice polum fue introducida por el estadista colombiano Marco Fidel Suárez en el año 1914. Desde esta perspectiva se propone la mirada “hacia el norte”, “hacia el polo” o “hacia la estrella polar”, doctrina horizonte que ha dominado las relaciones internacionales del país.

Así, las relaciones del Estado colombiano debían profundizar fundamentalmente con países de lo que hoy se nombra como el “Norte Global”, caracterizados por la solidez de su institucionalidad y por sus importantes desarrollos económicos, tecnológicos, científicos y políticos. Lo anterior bajo el supuesto de que estos impulsarían el progreso de las naciones con menor evolución.

No obstante, este modelo de relacionamiento se construyó fundamentalmente bajo paradigmas coloniales, en la medida en que los países nombrados subdesarrollados no lograron sacar el mayor provecho de esta colaboración, casi piramidal. La exportación de materias primas a bajo costo y la imposición de políticas, a veces, adversas o contraproducentes a los propios estados han sido preponderantes.

Así mismo, estos han posibilitado la explotación voraz de las riquezas de los pueblos del Sur, generando impactos casi irreversibles a los ecosistemas, incluidos los sociales, y la explotación obrera. Desde esta perspectiva, los programas, convenios, memorandos, tratados, proyectos y acciones de cooperación entre las naciones-estados han sido concebidos como posibilidades de encuentro, acuerdo, colaboración y, sobre todo, como promesas de avances en las políticas y económicas para los países nombrados como tercermundistas o subdesarrollados o en vía de desarrollo. ¿Continuidad de las lógicas invasoras, esclavistas y colonialistas del siglo XV?

Por otro lado, encontramos el marco respice similia, mirar a los semejantes, el cual comprende marcos de entendimiento con naciones-estados con potencialidades y desafíos sociales, económicos, , tecnológicos, políticos, culturales o ambientales similares. Este sistema fue acuñado por el canciller y luego presidente de Colombia Alfonso López Michelsen.

Si bien este nuevo escenario no inicia las relaciones entre “iguales”, Colombia desde sus inicios ha implementado relaciones multilaterales, sí estimularía las relaciones y construcción de agendas conjuntas entre Colombia y los demás países de Améfrica Latina y los Caribes. Los organismos multilaterales en la región emergen con mayor fuerza sólo a partir de esta era. Es decir, el dogma respice polum » se mantiene con fuerza casi hasta los años 80.

La interdependencia ha sido una realidad histórica para los pueblos y estados. El siglo XXI se caracteriza por la imperante necesidad de una ampliación, profundización, complejización y renovación de los lazos que unen unos países con otros.

La colaboración entre los estados-nación se ve obligada a abandonar e incluso “reparar” los lineamientos y despojos producidos por la colonización y el esclavismo, responsables del capitalismo salvaje, agente determinante de las crisis sobre el cual poco se habla en las instituciones del Norte Global.

Por tanto, es sine qua non que los estados destierren los reductos de las lógicas “civilizacionales” como la neocolonización , el extractivismo y la liquidez creados por el neoliberalismo (mercado con fines de acumulación). Los desafíos sociales que enfrentan las sociedades contemporáneas conlleva el entendimiento multilateral global. Solo de este modo se podrán superar las llamadas “crisis”: la crisis climática, la crisis migratoria, las guerras, las desigualdades sociales, el hambre, la escasez de alimentos, la xenofobia, el racismo, el sexismo, el patriarcalismo, etc.

En consecuencia, lo que esto implica es una transformación radical del modelo económico y político que gobierna el mundo. Los modelos de cooperación entre estados también deben ser modificados. En consecuencia, los sistemas o medios de producción y el funcionamiento del mercado deben desarrollar innovaciones que protejan las vidas, incluida la humana.

Del mismo modo, como lo evidenció la pandemia y lo impone el calentamiento global, los estados tendrán que fortalecerse y volver hacia la solidez. Tal vez la fatalidad facilite la comprensión de la importancia de la figura del Estado de bienestar o el Estado Social de Derecho, como reza nuestra Constitución de 1991. De otro modo, los estados tendrán que fortalecer sus estructuras, sistemas e instituciones políticas, tecnológicas, económicas, culturales, sociales y ambientales.

Sin embargo, la solidez de la que hablo no es una solidez de frontera, marcación de soberanías territoriales e imposición de barreras al flujo humano. Hago referencia a “nuevos” modelos de entendimiento social, “nuevas” ecologías y “nuevos” ecosistemas. Multilateralismos renovados. Sería una solidez primaria, la ecología general de la que habla Achille Mbembe, esa última utopía, la tierra como comunidad.

A partir de un ejercicio de hermenéutica del retorno, como la nombro, el filósofo y politólogo camerunés construye y propone en su último ensayo publicado, un horizonte esculpido por las comunidades milenarias africanas en su sabiduría, segregadas por la imposición del sistema depredador occidental.

Las filosofías del Ubuntu, espiritualidades yoruba, vitalismo o vudú, entre otros, fueron vaciadas de sus contenidos mediante un régimen de representación hegemónico y nombradas despectivamente. La relación persona humana y naturaleza que hoy se propone como saber científico “nuevo”, es conocimiento milenario que los pueblos Sur-Sur han sembrado durante centenares de años y/o milenios. Estas formas de relacionarse con el universo las encontramos en Améfrica y Caribes.

Entonces, los países del Sur (Áfricas, Asia, Améfricas y Caribes) no solo tienen el piso ontológico, axiológico y la praxis para proponer al mundo acciones por el cuidado de la vida, sino que albergan en sus territorios el potencial humano, la mayor parte de la riqueza y las tierras necesarias para enfrentar las crisis. Es decir, la transición verde, la economía azul, la soberanía alimentaria, las economías sostenibles, etc, no son posibles sin el concurso de estos países.

De ahí que sea determinante la colaboración y la formación de agendas conjuntas entre estos mismos para, desde estos acervos polifónicos, impulsar este futuro universal posible. Salvar las vidas implica la emergencia de nuevas formas de poder, saber y ser. Salvar vidas implica decrecer. La circularidad, contrario a la linealidad que se propone tradicionalmente, es la coexistencia.

Entonces, la estrella o el sueño no está en el polo o en el Norte, sino que se convierte en una opción circular. De modo que los nuevos tiempos, en su multipolaridad, contemplan el propósito vital de la coexistencia, la relativa apertura al “Otro” (lo otro) o el cosmopolitanismo, del que habla Mbembe. Los antiguos imperios esclavistas, colonialistas, capitalistas y neoliberales se han quedado sin discurso, sin propuestas y sin acciones decididas ante la decadencia del modelo de mercado.

Pareciera que, ontológicamente, la única opción de avanzada que emerge para las élites del Norte es la línea recta hacia “imposiciones y extractivismos ecológicos”. Esto es, continuar el saqueo del Sur con fines “ecológicos” en el Norte. Pervive la soberbia y la fuerza militarista-guerrerista. Permanecen en el círculo vicioso mítico de “El dorado” que lleva a que miles o millones migren hacia el Norte no buscando “el sueño americano” o “el sueño europeo”, sino las riquezas extraídas de sus suelos que pauperiza las vidas en el Sur.

Por esta razón, la cooperación Sur-Sur será decisiva frente al desafío primario, cuidar la vida. Será necesario superar la dispersión con la creación de tantos organismos multilaterales que poco o nada operan ante la resolución de problemas en la región Améfricana y Caribeña y simultáneamente avanzar con paso firme en la integración de bloques planetarios Sur-Sur. Solo esta fuerza, renovada en sus marcos normativos y/o estatutarios,  podrá equilibrar la balanza para la toma de decisiones de impacto global. ¿Será posible salir de la prisión de la dispersión en las relaciones multilaterales, consolidar una agenda común y desarrollar planes de acción conjuntos por la vida en el planeta?

Referencias

Camacho Arango, Carlos. (2010). Respice polum: las relaciones entre Colombia y Estados Unidos en el siglo XX y los usos (y abusos) de una locución latina. Historia y Sociedad No. 19, pp. 175-201.

Mbembe, Achille. (2023). The Earthly Community. In The Changing African Idea of Africa and the Future of African Studies Seminar Series 2023. Recuperado el 01 de mayo de 2023 de: https://www.youtube.com/watch?v=C8Bw9rYvACM&t=1416s

Respice similia

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