Refundar la ciudadanía

Por Última actualización: 18/11/2024

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Por: Rudy Amanda Hurtado Garcés

Refundar una nueva ciudadanía crítica, radical y plural requiere de una revisión política y por tanto activa de las guerras civiles y conflictos de los siglos XVIII y XIX. Actualmente, se propaga la idea que las luchas antirracistas, étnicas, feministas, ecologistas y de las disidencias sexuales son la destrucción de la lucha de clases y un embeleco esencialista postmoderno. Considero, que este debate hace un borramiento de las tradiciones radicales de las subjetividades políticas anticoloniales que estallaron durante las guerras de independencia y las guerras civiles del siglo XIX, suscitando diferentes intervenciones académicas/políticas. Una de estas que resulta pertinente para este artículo es la intervención de la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, pionera junto con el filósofo argentino Ernesto Laclau, del pensamiento político filosófico del postmarxismo latinoamericano, un nuevo horizonte intelectual y político de las izquierdas.

La profesora Chantal Mouffe en sus diferentes intervenciones[i], hace un llamado a repensar la democracia liberal como una extensión y profundización de las revoluciones democráticas del siglo XIX, iniciadas hace ya doscientos años. Lo cual implica, revitalizar el principio de “libertad e igualdad”, herencia de la tradición democrática moderna que ningún proceso emancipatorio puede olvidar y mucho menos rechazar, porque han alimentado el lenguaje donde se han librado las luchas democráticas.

En términos de Mouffe (2012), refundar la democracia liberal implica, en primer lugar, distinguir entre el liberalismo político y el liberalismo económico. En segundo lugar, extender los principios de libertad e igualdad, en tercer lugar, rechazar el individualismo liberal que ha despojado a las nociones de ciudadanía y comunidad de gran parte de su contenido, en cuarto lugar, recuperar la tradición republicana clásica, “cívica”, de ciudadanía y su carácter de participación activa, y en quinto lugar, promover una democracia radical y plural como lugar de la emancipación. Desde esta concepción, la refundación de la democracia radical plural implica una identidad política común del “nosotros”, ya no puede concebirse solamente en términos del antagonismo de clase.

La noción del “nosotros” incluye la intersección de posiciones subjetivas (raza-etnicidad, género, clase, etcétera). La identidad política del “nosotros” opera a través de consensos, cuya función primordial es la lucha por el bien común. Esta propuesta restablece los vínculos con la comunidad política, reconoce la pluralidad como punto de encuentro de diferentes opresiones más allá de la centralidad ontológica de la clase obrera. Aunque Mouffe reconoce la existencia de otras opresiones, establece límites respecto al reconocimiento de las diferencias. Estos límites surgen como una distinción y como una respuesta a la política postmoderna que pone énfasis en la exaltación del reconocimiento de las diferencias.

Para Chantal Mouffe, el reconocimiento a la diferencia debe pasar por una tabula rasa de lo que la comunidad política considere interés común y legítimo dentro de las equivalencias democráticas que condicionan la posición del sujeto. Este marco hermenéutico critica al esencialismo[ii] por no permitir la consolidación de la lucha de lo común y darle identidad al “nosotros.

El rechazo al esencialismo dentro de la concepción de ciudadanía radical plural obedece a la invención del antagonismo entre igualdad y diferencias. Este antagonismo, presupone de entrada que las identidades situadas son esencialistas en sí mismas. Miopía teórica que no ha permitido producir el “nosotrxs” propuesto por la misma autora. Las identidades situadas han sido convertidas en una visión fantasmal. Desde este lente, las identidades situadas son leídas como un esencialismo que perturba lo común, al “nosotros”. La exacerbación exponencial de este antagonismo terminará privilegiando aquellas posiciones subjetividades de clase—. Al respecto Butler (2011) advierte que el único modo en que la aseveración de universalidad puede atravesar una frontera es a través de una lógica colonial y expansionista.

Frente a la propuesta de Mouffe, quisiera plantear dos críticas, la primera es lo erróneo que resulta leer las identidades solo como esencialismo, y la segunda son los silencios de la autora sobre el republicanismo anticolonial.  El borramiento del republicanismo anticolonial en las nuevas lecturas entorno a la ciudadanía critica, radical y plural conduce a elaboraciones poco profundas sobre las identidades situadas. Si incluimos en el debate las mediaciones raciales republicanas entorno a la ciudadanía, el republicanismo anticolonial negro tendría mucho que contarnos respecto a las nociones de libertad e igualdad. Estas miradas olvidan los procesos de subjetivación política del republicanismo anticolonial negro de los siglos XVIII y XIX que son de larga duración: una memoria larga radicalmente redistributiva. Si algo debe redistribuirse en términos universales es la herencia del universalismo negro, expresado en el principio filosófico-ontológico que postula la necesidad de devolverle la humanidad a un fragmento de humanidad olvidado. La tradición emancipatoria del republicanismo anticolonial es la insurrección, la revolución y la colaboración internacionalista del principio de libertad, igualdad y fraternidad, que emprendió el Estado negro de Haití, y la participación radical de la población negra en los proyectos independentistas latinoamericanos para derrotar el colonialismo, la esclavitud y las subjetividades modernas coloniales.

La noción de republicanismo anticolonial es entendida como las estrategias abolicionistas emprendidas por las y los esclavizados para eliminar el sistema esclavista colonial, interpela la ética, la filosofía, la ontología y el marco jurídico del proceso de racialización moderno/colonial para demandar derechos de libertad, ciudadanía y tierra. El republicanismo anticolonial desde una dimensión praxiológica son las acciones colectivas que imprimen la noción de universalidad, libertad e igualdad a la ciudadanía. Un hecho concreto de esto es la extensión de los derechos al segmento de la población más explotado. Los métodos de liberación del republicanismo anticolonial negro frente a la violencia colonial pueden ir desde la guerra hasta mediaciones, negociaciones y alianzas. 

Como Chantal Moufe, muchas autoras y autores liberales y postmarxistas defensores de la centralidad ontológica de la lucha de clases, han aportado al borramiento de la relevancia política e histórica del republicanismo anticolonial negro, reduciéndolo a luchas identitarias y más recientemente al campo del esencialismo posmoderno. Si no se hace una revisión profunda de estas luchas y trayectorias, si no se hace evidente el racismo epistémico y si se sigue considerando que toda identidad es una política esencialista, será muy imposible construir y producir discursos y proyectos políticos que logren crear la identidad del “nosotrxs”, la emancipación universalista.

[i] Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Ernesto Laclau. Chantal Mouffe. Siglo XXI, Madrid, 1987.

[ii] “el esencialismo conduce a una visión de la identidad que no concuerda con una concepción democrática plural y radical y que no nos permite construir la nueva visión de ciudadanía que hace falta para aplicar tal política” (Mouffe, 1995, p. 421).