Recuperar el futuro y la dignidad de Cali
4 de enero de 2024
Por: Arleison Arcos Rivas
El acto de posesión del alcalde de Santiago de Cali, Alejandro Eder, no estuvo exento de los rasgos monárquicos que algunos todavía imaginan necesarios en este tipo de eventos que, antes que por su sello democrático, continúan la imagoloquía de la posesión del poder, manifestado en galardones emblemáticos, bandas, bastones de mando y demás artilugios de pretendida hidalguía. De hecho, en este caso, la imagen inicial del mandatario entrante dirigió a su esposa, una reina de belleza, la atención inicial de sus acompañantes en la emblemática Plaza de Cayzedo. Incluso hubo un tono monárquico adicional al recibir la banda impuesta por el exalcalde Henry Eder Caicedo, su padre. Imposible no rememorar, por ello, los usos de la entronización en las naciones con realeza.
El discurso de posesión
Más allá de tal parafernalia, el discurso de Alejandro Eder fue un mensaje de unidad, proponiendo “reconciliar a Cali”, con transparencia y eficiencia. Heredero de una de las grandes empresas azucareras del Valle, toma distancia de los vientos de corrupción denunciados en la anterior administración, afirmando que “no llegamos a hacer negocios. Llegamos a trabajar por los ciudadanos […] en la calle y de la mano de la gente”. Contra tales dinámicas, Eder afirma que escuchará la voz de la ciudadanía, que “definitivamente opina que debemos romper con las formas del anterior alcalde”.
“Recuperar el futuro y la dignidad de Cali”, como lo expresa su alcalde, implicaría darle un nuevo rumbo a la administración de la ciudad, rompiendo con las fronteras divisorias del territorio, y enfrentando las dinámicas de inseguridad, desempleo, desobediencia de la ley, descuido de la movilidad y precariedad en la calidad de vida.
Un gabinete inusitado
Para ello se ha rodeado de un grupo de profesionales con quienes confeccionó “un gabinete experimentado, representativo, diverso, profesional e idóneo”. Sus publicitadas hojas de vida, evidencian reconocimiento social y procedencias relativamente distante de influencias partidistas y favoritismos politiqueros, vinculando incluso a figuras que no participaron de la campaña electoral.
El gabinete del alcalde Eder es sorpresivo y variopinto. Representativo de diferentes géneros y entornos sociales, étnicamente diferenciado, culturalmente inclusivo. “Esa es nuestra historia y nuestro futuro” dijo el alcalde al presentarlo, resaltando que su elección se soporta en el baluarte de la “esperanza, unidad, decencia y verdad”.
Está por verse si con tales antecedentes podrán proponer a la ciudad políticas que concreten un plan de desarrollo visionario y posible, en una ciudad en la que lo público ha tenido casas familiares, grupos de contratistas y corporaciones empresariales preferentes, cuando no monopólicas.
El abigarrado cuerpo asesor
Llama la atención que el nuevo Alcalde de Cali, una ciudad con un número crecido de secretarías, departamentos administrativos, institutos y empresas descentralizadas, haya designado 17 asesores que, aunque no son nómina paralela, sin ordenar gasto ni tener que responder ante la ciudadanía, se han convertido en una especie de supersecretarios, evidenciando igualmente la manera como los partidos tradicionales y grupos de influencia logran permanecer al pie de los mandatarios, halando los hilos de sus gabinetes, especialmente en temas con alta incidencia en los negocios, contratos y asuntos sensibles al desarrollo empresarial, a la internacionalización y al relacionamiento con gremios y corporaciones.
Las iniciativas
Entre las muchas ideas y propuestas con las que llega el nuevo alcalde, se evidencia de modo obsesivo que su “principal objetivo será recuperar el buen camino y la dignidad de Cali”. Ello le lleva a proponer como una necesidad urgente superar la “crisis de confianza, sin margen para discusiones estériles”. Justamente por ello resalta que, sin nombrar a la anterior administración, recele del informe entregado en el empalme, advirtiendo que “nuestra alcaldía hoy recibe una herencia peor de la que nos imaginábamos”.
A la espera de su “libro blanco”, con el estado real de la ciudad, sus finanzas, ejecuciones y proyecciones, el programa de Eder para “recuperar a Cali”, implica ponerse en la tarea de recobrar el tiempo perdido, el buen gobierno, las buenas costumbres, la seguridad, de modo que sus funcionarios estén dedicados a “sudar, caminar y obrar […] para que Cali esté bien y Colombia, mejor.”
En su abigarrado portafolio de iniciativas, cuyas cifras deberán ser ajustadas a partir del trabajo que empieza su equipo para diseñar los diagnósticos del plan de desarrollo, tiene varios titulares que resaltan como programas bandera:
- “Cali segura”, para recuperar la seguridad, en la ciudad del país con más homicidios.
- “Cali sin hambre”, PAE y comedores comunitarios para la “alimentación digna”.
- “Cali con oportunidades”, que apunta a la formación en habilidades tecnológicas, dando impulso al emprendimiento y atracción de inversionistas.
- “Cali líder del turismo” médico, ecoturismo y turismo cultural.
- Cali ciudad región, “capital del pacífico y del suroccidente colombiano”, que cuente con un tren de cercanías [Yumbo – Cali – Jamundí], y apuntale la Integración regional desde Buenaventura hasta el Tolima.
- “Cali 500”, con un imaginario compartido de ciudad hacia el 2036, cuando se cumplen 500 años de su fundación. Una nueva narrativa centrada en hablar bien de Cali, compartir las buenas noticias y la siembra de confianza.
- Renovación urbana del centro de la ciudad
Será el tiempo el que nos diga si propósitos de semejante tamaño eran pertinentes o, por lo contrario, parecían mucho con demasiado, desde el inicio.
El talante administrativo
El de Alejandro Eder promete ser un gobierno de mano dura y trabajo sudoroso para “recuperar la ciudad que perdimos”, con “un sueño compartido”, alimentando el futuro de una Cali “competitiva y atractiva”, para una “Cali grande”, “Cali ciudad mundial, conectada con el mundo”, que haga de la ciudad “un jugador estratégico de grandes ligas”, “con empleo y pujanza económica” … Por ahora son sueños que buscan “generar riqueza y empleo” con cada anuncio de los programas que espera concretar en su administración, buscando adelantar “la gestión social necesaria para que podamos emprender de una vez por todas el camino del desarrollo social y económico para todos”.
Tal como en su campaña, el principal defecto de lo propuesto en su discurso de posesión estriba en el hecho de que no corresponde a un ejercicio amplio y participativo en el que la ciudadanía se haya sentido comprometido. La precariedad del debate electoral no contribuyó a que estas propuestas ganaran consistencia ni hubiese sobre ellas un fuerte ejercicio de análisis, lo que debería ocurrir en el proceso de articulación del nuevo plan para la ciudad.
Relación con el Concejo
Para concretarlo, la relación con el Concejo de la ciudad deberá despejar la incógnita del poco ascendente político de su equipo. En principio, porque buena parte del gabinete no responde a la dinámica tradicional de acuerdos con quienes se suman o no a la coalición de gobierno, en función del reparto burocrático y su participación en la dinámica contractual en la ciudad. Aunque el alcalde propone “una nueva relación entre el Concejo y la Alcaldía, lejos de los intereses particulares y cada vez más cerca de los intereses ciudadanos”, queda por verse hasta dónde alcance el teflón que le da el apoyo del empresariado local para “adoptar nuevas formas de administrar lo público”.
Si bien parece poder contar con el favor de la mayoría, debe considerar que entre los 21 concejales hay 9 reelectos y 11 llegan por vez primera a un escenario que suele moverse en función del reparto de contratos y prebendas. La bancada del Pacto Histórico, con 3 curules, ya ha manifestado su independencia. En favor de Eder juega el hecho de que se quemaron en la contienda electoral varios de los otrora “varones electorales” de Cali, de partido Liberal y Conservador.
Las cifras de la ciudad
Aunque volveremos a este asunto más adelante, cuando el agua se calme y pueda revisarse íntegramente el informe de empalme, el alcalde alertó a la ciudad sobre el estado calamitoso de las finanzas que recibe: debilidad en los ingresos por caída del predial, alto endeudamiento con compromisos por 1,2 billones hasta el 2030, gasto desbordado, crisis financiera de algunas entidades y críticas a la desfinanciación de programas sociales sensibles.
Este escenario, evitando las disputas abiertas con la administración saliente, demanda actuación de los entes de control. Mientras operan, el alcalde insiste: “Invito a los caleños y caleñas a que sanemos las heridas para que juntos busquemos un mejor futuro», buscando “enfrentar los desafíos que sólo podremos resolver juntos, [pues] “trabajando juntos no podremos fracasar. Cuando nos reconciliemos y nos unamos en este esfuerzo, sé que nuestros mejores días llegarán”.
Aunque no voté por Eder, recibo con optimismo y cauta espera su administración, anhelando que la promesa de gobernar con todas y todos para “recuperar el futuro y la dignidad de Cali” no se quede en un emotivo eslogan, ni responda al querer exclusivo del obtuso y miope empresariado valluno y caleño que se la jugó por hacerlo repuntar, torciendo una elección cantada en favor de su oponente.