Hay futuro, si hay verdades incómodas…

Por Última actualización: 09/11/2025

Los pueblos étnicos exigimos justicia epistémica, reparación y participación real

9 de noviembre de 2025

Por: Natalia Ocoró Grajales*

“Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador.”
— Proverbio africano

En el marco de la exposición “Hay futuro si hay Verdad” en Cali, líderes y lideresas de pueblos indígenas, afrocolombianos, palenqueros, raizales y gitanos denuncian graves hechos de racismo institucional, exclusión laboral y revictimización durante el funcionamiento de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV). A pesar de sus aportes al Capítulo Étnico del Informe Final, su participación fue limitada en decisiones, equipos de investigación, recursos y difusión del legado.

El manifiesto, firmado en el anonimato por temor a represalias, señala que, a pesar de los aportes sustantivos de los pueblos étnicos en la construcción del Capítulo Étnico del Informe Final, su participación fue sistemáticamente limitada en la toma de decisiones, los equipos de investigación, la distribución de recursos y la estrategia de difusión del legado.

Desmond Tutu, el presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) de Sudáfrica, establecida en 1995 para investigar las violaciones de Derechos Humanos cometidas durante el Apartheid, pronunció durante uno de sus discursos: “Quienes permanecen neutrales ante las situaciones de injusticia, han elegido el lado del opresor”. Bajo su liderazgo, la Comisión buscó la reconciliación del país a través de la verdad, con un enfoque en la recopilación de testimonios de víctimas y perpetradores, en torno a la desigualdad e inequidad material producida por el racismo y ejercida a través de la violencia estructural, física y militar, en lugar de solo procesar crímenes de lesa humanidad. Su lema era: «Sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón».

Referentes como Desmond Tutu y Aura Cumes han señalado que la neutralidad institucional frente al racismo perpetúa la injusticia en el marco de las Comisiones de la Verdad en Sudáfrica y Guatemala respectivamente. Cumes advierte que el Estado produce y justifica el racismo, y que la verdad no puede ser técnica ni imparcial si no escucha a quienes han sido históricamente silenciados.

La verdad como disputa: justicia restaurativa y epistémica

 

Hablar de justicia restaurativa y epistémica, no es sólo pensar en la verdad como una posibilidad de futuro o en la verdad como una condición para el futuro, pues la verdad también es una condición necesaria para sanar el pasado. Esa verdad o esas verdades son entonces también una disputa, en nombre del reconocimiento del pasado, de los daños y las re-existencias, pero también de la redistribución de las riquezas que se acumularon por despojo o por desposesión.

Bien sabemos los pueblos étnicos que la historia, la memoria y la verdad son disputas epistémicas que hemos venido demostrando al país y al mundo, a través de su propio espejo: la marginalización, la exclusión, la discriminación y 500 años de una verdad que se niegan a reconocer a través del genocidio de 56 millones de personas originarias del Abya Yala y 45 millones de personas africanas secuestradas, sometidas a la trata de personas y esclavizadas en América.  Para escribir la verdad es necesario hablar de esas verdades históricas, de los jesuitas como tratantes de esclavos y como negociantes de la guerra y de la paz en Colombia, y de algunos hechos que fueron verdad durante el funcionamiento de la Comisión de la Verdad en Colombia.

El conflicto armado, sin duda golpeó a todas las poblaciones del país, a través de más de 9 millones de víctimas durante más 50 años, de los cuáles más de 3 millones de víctimas pertenecen a los pueblos indígenas y originarios, a los pueblos negros, afrocolombianos, Palenqueros y Raizales y al Pueblo Gitano o Room. Y frente a ello, vale la pena recordar en este momento que, durante los diálogos de negociación de Paz en la Habana Cuba, entre el Gobierno Nacional y las guerrillas de las FARC en 2015, en los que las víctimas eran el centro, los pueblos étnicos se constituyeron como un tercer actor, dando un giro sobre la centralidad del acuerdo, reconociendo el daño desproporcionado a los pueblos étnicos y llevando a cabo la creación del capítulo étnico del acuerdo de Paz, donde se reconocieron los daños al territorio, las poblaciones, familias y las estructuras organizativas de los pueblos étnicos en medio de la guerra generada por el conflicto armado interno.

La Comisión de la Verdad de Colombia, como entidad, en su interior no fue ajeno a las lógicas coloniales del poder y del saber. Pues basta con recordar que la Dirección de Pueblos Étnicos DPE, no fue concebida desde sus inicios, como un derecho, como la garantía de vivir en un estado pluriétnico y multicultural, sino una exigencia de los Pueblos indígenas durante el proceso de Consulta previa, libre e informada por parte de la Mesa Permanente de Concertación MPC, en el año 2018. Aunque los pueblos étnicos fueron actores clave en el Acuerdo de Paz y aportaron al Informe Final, su participación fue marginalizada. Las comisionadas Ángela Salazar (QEPD) y Patricia Tobón Yagarí enfrentaron obstáculos para ser escuchadas, conformar equipos dignos y representativos y con condiciones laborales y de incidencia sobre la investigación:

  • Exclusión laboral y académica: Se exigieron posgrados a investigadores étnicos sin reconocer ni homologar décadas de trabajo comunitario. Este requisito no fue aplicado a personas no racializadas. Las condiciones laborales de las personas étnicas, en su mayoría, no eran contratos de planta ni en condiciones laborales dignas. Exclusión a los pueblos étnicos sobre las decisiones durante la investigación.
  • Desarticulación de regiones étnicas y Despidos injustificados: La Macrorregión Pacífico fue desarticulada antes de finalizar el informe, incluyendo el cierre de Casas de la Verdad en Buenaventura, Tumaco y Quibdó, bajo argumentos presupuestales no aplicados a otras regiones.
  • Comentarios y prácticas racistas por parte de autoridades: Se documentaron casos en los que investigadoras afro e indígenas fueron asociadas con labores domésticas, y se les prohibió el acceso a espacios comunes como baños, reproduciendo estereotipos de clase y raza.
  • Negación del racismo como patrón del conflicto armado: Propuestas como el núcleo de investigación sobre racismo estructural fueron descartadas, priorizando hechos victimizantes como el secuestro de élites, sin atender la desproporcionalidad del daño en territorios étnicos.
  • Monopolio de la difusión del legado: La estrategia de divulgación del informe ha sido controlada por sectores blanco-mestizos, excluyendo a los legatarios, redes de aliados y organizaciones étnicas que participaron activamente en su construcción.
  • Persecución laboral y silenciamiento: Se presentaron despidos injustificados, censura a propuestas investigativas, y temor a denunciar por miedo a represalias. La comisionada Ángela Salazar (QEPD) denunció antes de su fallecimiento la falta de escucha en el plenario de comisionados.

 

No hay paz con exclusión: exigimos participación real

Hoy nos preocupa que, en su llegada a Cali (La tan nombrada capital del Pacífico), la exposición Hay futuro si hay Verdad, se perpetúe las dinámicas que ya fueron develadas, incluso en el mismo Capítulo étnico: Resistir no es aguantar, y que las personas, líderes, lideresas, autoridades y expresiones organizativas de los pueblos étnicos, no hayamos sido convocados a la participación de la toma de decisiones, distribución de recursos y espacios laborales en la ciudad de Cali para esta exposición, y no sólo como parte de la agenda cultural, sino como tomadores de decisiones.

Resistir no es aguantar, y en definitiva estamos cansados de guardar silencio para hacer el favor de no incomodar y de normalizar que con o sin títulos los pueblos étnicos sean excluidos de los espacios de toma de decisión, distribución de recursos y espacios laborales, incluso en una entidad de justicia transicional como la Comisión de la Verdad y en las entidades públicas y privadas que apoyan y articulan esta exposición, que también son nuestras, que en esta ocasión queremos denunciar y exigir acciones urgentes en el marco de la acción sin daño frente a la exclusión de los pueblos étnicos, sus lideres, lideresas y autoridades, investigadores e investigadoras de la Macroregión Pacífico con sede en Cali, y los grupos de legatarios, legatarias y red de aliados y Generación V+ en Quibdó, Buenaventura y Tumaco en el marco del proceso de diseño, e instalación de esta exposición en la ciudad de Cali.

Un llamado urgente

 

No hay Paz con exclusión, invitamos a una reflexión profunda y acción al Museo Nacional de Colombia, a GIZ, al comité de seguimiento de las recomendaciones de la CEV, y demás actores involucrados en la exposición “Hay futuro si hay Verdad”, a democratizar la información acerca de los recursos materiales e inmateriales y demás estrategias de difusión del Legado de la Comisión de la verdad, con los pueblos étnicos y no solamente con grupos cerrados de personas ajenas a los pueblos étnicos, que secuestran la información y sólo nos convocan para ser masas y llenadores de espacios.

A pocos días de que la misión de verificación de ONU, retire su seguimiento al capítulo y los pueblos étnicos sean excluidos laboralmente en este proceso en una ciudad de mayorías negras e indígenas como Cali, se hace evidente y urgente abordar el borramiento y la infantilización sistemática que en pleno siglo XXI, se ejerce contra los pueblos étnicos. Nos cansamos de guardar silencio y ser excluidos de manera permanente, no hay futuro si no hay verdades incómodas, no hay futuro con injusticia epistémica, social, laboral, cultural y en la cotidianidad. Por lo que invitamos a repetir los procesos de convocatorias de tal manera que la meritocracia, la idoneidad, junto a criterios de participación ampliada a los pueblos étnicos, sean los hechos que materialicen la Democracia y la participación en condiciones de transparencia y donde los pueblos étnicos y la ciudadanía en general puedan participar en las mismas condiciones frente al acceso de información y el acceso laboral.

La exposición en Cali, ciudad de mayorías negras e indígenas, se convierte en un símbolo de esta disputa. Los pueblos étnicos advierten que, sin su participación activa, se corre el riesgo de repetir las exclusiones que el propio informe denuncia: No hay futuro sin verdad. Y no hay verdad sin justicia epistémica, sin reparación laboral, sin participación real. Exigimos que el legado de la Comisión de la Verdad no sea monopolizado por quienes históricamente han silenciado nuestras voces. Democratizar el acceso, reconocer nuestras contribuciones y garantizar nuestra presencia es el mínimo ético para construir una paz verdadera.

“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz.”
— Rigoberta Menchú.

* Profesional en Estudios Políticos y Resolución de Conflictos de la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Diplomada en Investigación como Estrategia Pedagógica. Estudiante de Maestría en Antropología social. Mujer negra, activista, militante, tallerista, Poetry Slam, fotógrafa y asesora de proyectos e investigaciones. Forma parte del Colectivo Sentipensar afrodiaspórico y Otras negras y Feministas.

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