28 de marzo de 2023
La semana pasada en plena sesión de la Comisión Primera del Senado, Roy Barreras, presidente del Congreso de la República rompió el documento que contenía la reforma política. Según él, el proyecto sin listas cerradas paritarias, sin financiación estatal de las campañas, y sin autoridad electoral independiente no tenía sentido. Lo de Roy, más que un hecho político simbólico, es una derrota de la coalición y del Gobierno mismo, que presagia lo que pudiera ser el rumbo que tomen las otras reformas que necesita sacar el presidente para que este pueda ser el cuatrienio del cambio.
En el ejercicio actual de la política en Colombia radican buena parte de los problemas estructurales del país. Por esa razón, la reforma política es tan o más importante que las otras que hacen cola en el parlamento. Parece que ni los congresistas del Pacto Histórico, ni de los partidos aliados al Gobierno lo entendieron así, y su propia ineptitud dio pie para que lo que tendría que haber sido la materialización de la nueva forma de hacer política, se convirtiera en un proyecto colgandejo de micos y de exabruptos hechos a la medida de ellos mismos, pero no de lo que requiere el país o de lo prometido por el presidente Petro.
Queda la reflexión si la coalición del Gobierno en el Congreso tiene la capacidad de sacar avante el gran cumulo de reformas cuyo trámite se avecina. A juzgar por lo que viene ocurriendo en el proceso de aprobación del Plan de Desarrollo, todo pareciera indicar que estamos en un panorama de incertidumbre. Haberse caído las facultades extraordinarias del presidente para ciertos temas, como el de reorganización del sector energético mediante la creación de un grupo empresarial que integrara, y de paso salvara financieramente a las principales electrificadoras públicas; es gravísimo, pues será un tema que no tramitará el Congreso y condenará de muerte a esas entidades. De igual manera, que no haya pasado el Fondo para la Igualdad y la Equidad (Fonigualdad) deja en completamente en vilo la operación del ministerio de la Igualdad en Colombia.
Cada vez hay más voces disonantes en la propia coalición del Gobierno en el Congreso. Hay congresistas de partidos de coalición, que con su discurso se ubican más del lado de la oposición. Por supuesto, que los proyectos de origen gubernamental tienen que pasar el filtro democrático del Congreso, pero no es entendible, que iniciativas que hacen parte de las propuestas de campaña apoyadas por los otrora candidatos al Congreso, hoy ya con curul se declaren sus más fervientes opositores.
Los dardos al Gobierno ya no solo provienen de la oposición, sino de los mismos partidos inicialmente declarados en coalición. Se sabía que los liberales y los acomodaticios conservadores se arrimaban al gobierno para mantener sus cuotas burocráticas de siempre, pero que no existía en ellos un interés genuino en apoyar las transformaciones que requiere la nación. Ahora los verdes, quieren mostrarse independientes para sacar réditos en las próximas elecciones regionales. Amanecerá y veremos, pero los cambios en Colombia no pasarán por el pervertido poder legislativo.

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