El discurso internacionalista de Petro

22 de septiembre de 2022

 

 

Por: Arleison Arcos Rivas

 

El primer discurso de Gustavo Petro en una Asamblea General de Naciones Unidas no sólo es el de un estadista colombiano contradictor del bloque hegemónico tradicional. Es, antes que nada, una proclama emancipadora que instala un nuevo internacionalismo activista, en nombre de las naciones del sur, dolorosamente afectadas por un entramado criminal trasnacional por el que se acrecienta la devastación ambiental y las violencias múltiples provocadas por una fallida guerra contra las drogas y por el control de su tráfico y sus activos.

Pese a que la forma poética adoptada por el Presidente Petro ha sido criticado por la acérrima oposición, que cuatro años atrás no tuvo reparo en celebrar el vacuo y convencional discurso del expresidente Duque, muchos destacan el carácter desafiante y proactivo con el que se enrostra al primer mundo que “les ocultamos sus problemas que se niegan a reformar”, tales como la desproporción en el beneficio de las riquezas, el costoso abuso del consumismo desaforado, la destrucción de la Amazonía y el fracasado enfrentamiento contra las drogas.

El cuidado de la vida fue expuesto como un principio irrenunciable, de quien afirmó provenir de la tierra de las mariposas amarillas y los verdes valles por los que no solo bajan las aguas abundantes sino también torrentes de sangre.  Un país de belleza ensangrentada, que padece un prolongado conflicto armado que suma cientos de miles de muertos y millones de desenraizados internos.

No basta sólo la protección de la Amazonía, devastada por las políticas económicas de los países desarrollados sobre las que cabalga con fiereza el calentamiento global, afectando el pilar climático del mundo y evaporando la gran esponja que absorbe el cO2 planetario. También, producto de la aspersión de glifosato para destruir la planta que mata, cae el fuego y la devastación sobre la selva, convirtiendo su destrucción, dice Petro, en una consigna que siguen Estados y negociantes.

De modo categórico, Petro enfiló su discurso contra la infructuosa lucha contra las drogas que convirtió el cultivo de una planta milenaria en un negocio demonizado. De igual manera, insistió en que la dinámica extractiva de más petróleo y más carbón tan solo cala “la otra adicción: la del consumo, la del poder, la del dinero”, envenenando a la humanidad.

En su denuncia de la desproporción que va del enfrentamiento a las drogas a la protección y tolerancia con la producción de CO2 por energías fósiles, Petro reclamó a las naciones consumidoras de drogas, especialmente a Estados Unidos, cesar la irracionalidad que mata a millones de jóvenes, encarcela masivamente a las personas afroestadounidenses y asesina a millones de latinoamericanos, angostando el espacio mismo de la democracia.

El discurso de Petro es la denuncia de varios fracasos y engañosos ocultamientos: las drogas, la crisis climática, la crisis migratoria, las afectaciones sanitarias, los consumos mortales y el encarcelamiento masivo que, entre otros problemas, reclaman ayuda sin hipocresías, desaceleración del consumo y atención a las alarmas encendidas por los modelos climatológicos que han alertado sobre las pocas décadas que nos quedan para tomar medidas que eviten el fin de la especie humana.

“Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, mas afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y delas nuevas esclavitudes”, queda para la historia como una de las frases lapidarias en una pieza comunicativa muy poco correcta.

Las guerras, de diferentes estratos y niveles, evidencian el fracaso de la humanidad y la llegada de la hora de la paz con justicia social, económica y ambiental. Petro ha sido insistente en su discurso en hacer evidente que los problemas acumulados reflejan el total fracaso civilizatorio de la humanidad. De ahí que sea necesario, en su convocatoria, salvar la selva Amazónica, parar las guerras y reorientar la lucha contra las drogas, generando nuevos espacios presupuestales para las naciones latinoamericanas, por ejemplo, cambiando deuda por vida.

En síntesis, esta intervención del primer presidente colombiano de izquierda es un vehemente llamado contra la irracionalidad que ha sometido al mundo a guerras insensatas, consumos desaforados, luchas desproporcionadas y embates contra el futuro de la humanidad. Todo un cambio en la afamada, rodillera y genuflexa tradición diplomática colombiana.

Sobre el autor

Arleison Arcos Rivas. Activista afrodescendiente. Defensor de la vida, el territorio y la educación pública. Directivo, Docente e investigador social. Licenciado en Filosofía. Especialista en Políticas Públicas. Magister en Ciencia Política. Magister en Gobierno y Gestión Pública. Doctor en Educación. Cdto. en el doctorado en Ciencias Humanas y Sociales. Es autor y coautor de varios libros y artículos en torno a los estudios de la afrodescendencia. Rector de la IE Santa Fe – Cali.
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