09 de marzo de 2023
Por: Arleison Arcos Rivas
¿Cuánto daño pueden hacer los desaciertos de la familia Petro Alcocer al proyecto alternativo de izquierda gobernante que encarnan Gustavo Petro y Francia Márquez? Luego de intensas campañas, un triunfo robado en 2018, otro que parecía lejano y fue exitoso en 2022, y de enfrentar los avatares de empezar a poner piso a las intensas reformas prometidas, nos quedamos petrificados ante la andanada de críticas por viajes, declaraciones escandalosas, acciones de influencia indebida, denuncias de ilegalidades y posibles actuaciones dolosas que ponen la integridad presidencial en la picota pública.
En lo que va de este gobierno, el proyecto político del Pacto Histórico ha soliviantado salidas en falso en varios ministerios, la difusión de duras críticas por parte de otros que incluso ya salieron del gabinete, el secretismo con borradores de política pública, los papayazos mediáticos de la vicepresidenta, yerros comunicativos y declaraciones polémicas del mismo presidente. Todo ello producto de la inexperiencia de algunos jefes de cartera, la candidez de otros funcionarios, la postura autoritaria y poco dialógica de algunos funcionarios, y hasta podría hablarse de exceso de apertura comunicativa que descuida la sutileza y meticulosidad con la que desinformadores de oficio y maledicentes usan la información para hacer daño, avivar odios e incidir de la peor manera posible en la opinión del público.
Junto a tales descaches, el amiguismo, la necedad, y hasta acusaciones de racismo en Verónica del Socorro Alcocer García, pasan factura y pesan por su notoriedad en redes sociales, elevando el talante farandulero con el que se cubren las noticias a su alrededor. El talante carnavalesco y la intercesión por sus recomendados para cargos del ejecutivo y la diplomacia frecuentan las habladurías mediáticas y los comentarios en redes sociales, más de lo deseable en la influencia de la esposa de Presidente.
De manera insostenible y a grandes titulares, el asunto más delicado lo constituyen las acusaciones contra Juan Fernando y Nicolás Petro, hermano e hijo del hoy Presidente. Acusados de presuntas acciones dolosas relacionadas con el cobro de comisiones, el tráfico de influencias y la recepción de dineros del narcotráfico. El bullicio generado es de tal tamaño que el mismo Presidente Petro ha solicitado pronta y diligente indagación, pese a que se espera que puedan demostrar su inocencia.
De comprobarse, estaríamos ante gravísimas acciones de un servidor público, en el caso de Nicolás, quien incluso habría recibido dineros ilícitos que, por fortuna, no entraron a la campaña del Pacto Histórico. Tampoco resultaría disculpable el lobbismo de Juan Fernando en favor de narcotraficantes, siendo éste un tramitador humanitario y activista social, cuyas visitas a cárceles de máxima seguridad levantaron polvo y generaron una sonada polémica por un supuesto pacto de La Picota, salpicando a su vez al actual Comisionado de Paz, Juan Danilo Rueda.
Aunque son rumores, pues por ahora no se conoce prueba incuestionable ni resolución judicial en contra de Nicolás o Juan Fernando, resulta valerosa la actitud del Presidente al difundir un comunicado en el que solicita a la Fiscalía que adelante “todas las investigaciones necesarias y determinar posibles responsabilidades”. Las suspicacias de sus malquerientes han agigantado el impacto de la última frase, prejuzgando y zahiriendo a los acusados, mientras suponen que el Presidente sabe más que lo que declara al afirmar que “respetaré las conclusiones a las que llegue la justicia”.
Los posibles hechos delictivos que el ente fiscalizador deberá solventar requieren pruebas. Mientras tanto, son sólo alimento y comidilla de los detractores. De hecho, el que la versión de la exesposa de Petro, el hijo mayor, circule en una revista y ante una periodista cuestionada por su talante calumnioso y no sea producto de denuncia ante autoridad competente, resulta diciente del intento de hacer daño a este gobierno, así se afirme que las acciones del hijo ocurrieron a espaldas y sin involucrar al padre.
Estos chismes y rumores, los deslices farfulleros, los desgajes ministeriales y los gazapos vicepresidenciales y presidenciales, hacen evidente la incapacidad del Pacto Histórico y de la administración Petro – Márquez para articular una estrategia informativa y de manejo de medios que cubra al gobierno de chismes, rumores y habladurías, convertidos en tácticas de bloqueo y desgaste del ejecutivo.
Al no contar con prensa propia y siendo tan limitado el sistema de medios público, el control comunicativo y la gestión informativa debe encontrar manera de funcionar sin que haga daño al juego político, en el que resulta necesario avanzar sin contratiempos para que pasen las reformas. Como se ha visto, contra las reformas del actual gobierno existe un marcado compromiso de los gremios y empresarios propietarios de los medios radiales y televisivos en usar intensivamente estos recursos para bombardear la opinión con notas engañosas, medias verdades y noticias falsas.
De no encontrar una sensata estrategia que choque a las indiscreciones e imprudencias, seguiremos petrificados por tales transgresiones, aminorando mes a mes las posibilidades de éxito en las cercanas elecciones regionales, y menguando el efecto posibilitador de un proyecto alternativo perdurable.
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