Paz sin método
05 de diciembre de 2024
Por: Diana Lorena Montaño Riasco
Si algo ha quedado claro en estos dos años de gestión del mandatario Gustavo Petro es que hay más presidente que funcionarios. Lo que se evidencia por parte de un importante número de ciudadanos afectos al proyecto en cabeza de Petro y Francia, es que los designados en algunos sectores del Gobierno Nacional no parecen entender, o son incapaces de materializar los postulados de un proyecto de cambio. Infortunadamente, en el accionar de varias instituciones gubernamentales hay mucha perorata ideológica, pero aún sigue habiendo distancia en la concreción de acciones.
Desde luego, la responsabilidad por los precarios resultados y avances no recae exclusivamente en los funcionarios. El presidente, quien ha tenido lo que los romanos llamaban el ius eligendi, la facultad de elegir a quienes lo acompañan en el gobierno, es quien debe asumir políticamente los fracasos de algunas de las políticas públicas que junto con sus electores elevaron al Plan Nacional de Desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”.
Esto tiene relación directa con la incomprensión de amplios sectores informados de la opinión frente a algunos nombramientos. Ha habido una notable incongruencia entre el perfil de quien se nombra y los propósitos que se persiguen. Aunado a lo anterior, que los cambios constantes en la dirección de algunas entidades imposibilitan el avance en la ejecución. Aún hay funcionarios que con varios meses en su designación pareciera que estuvieran en empalme, o en el proceso de entender lo que se busca desde su cargo.
Hasta aquí el análisis ha sido impersonal. Pero todo para decir claramente y sin titubeos que los argumentos planteados le aplican integralmente a funcionarios como el señor Alto Comisionado para la Paz Otty Patiño. Su falta de comunicación estratégica, de liderazgo, de claridad frente a la tarea de concretar la Paz Total han convertido en fracasada una política que, sin lugar a dudas, era la más importante de este gobierno.
Hace cuatro días, el señor Patiño expreso que “no vale la pena seguir” aludiendo a los diálogos con el ELN, pero ayer dijo que el gobierno insistirá en avanzar en esas negociaciones. Y como esta, buena parte de sus declaraciones son un mar de contradicciones que minaron la confianza de varios de los actores en la mesa. Esto solo con el atenuante que una figura como Iván Cepeda ha logrado morigerar el impacto negativo de las posiciones públicas del Alto Comisionado. Le ha tocado al senador salir a limpiar el reguero de improvisaciones e imprudencias que expresa el ex M-19.
Como afirmar que el Clan del Golfo se tomó a Quibdó y, luego, sorprender diciendo que el gobierno impediría que ese grupo tomará el control de la capital chocoana. Dista la esperanza del primer mandatario en los diálogos con el ELN, con el término de “agonizante” con que el alto comisionado calificó el estado de esas negociaciones.
Muchos seguimos sin entender el establecimiento de una mesa paralela con las disidencias del ELN en Nariño, Los Comuneros del Sur en Nariño, el mismo grupo armado -creo que con justa razón- tildó esta decisión del alto comisionado como un atentado a la confianza entre las partes.
Gustavo Petro cometió un error al nombrar desde el inicio de su gobierno al señor Danilo Rueda como su primer Alto Comisionado de Paz. Cuando advirtió el garrafal error de esa incomprensible designación para los sectores que construyen la Paz, lo corrigió con una equivocación aun mayor: el nombramiento de Otty Patiño. Desgraciadamente, el presidente puso en las manos menos idóneas la tarea de materializar el mayor anhelo que tenemos los colombianos. Tenía todo servido, pero desaprovechó la oportunidad histórica.
Una pregunta final ¿Cómo pensó el gobierno avanzar en negociaciones con grupos de narcotraficantes organizados sin contar con un marco jurídico de sometimiento a la justicia?
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