Inescrupulosas alianzas electoreras
30 de noviembre de 2021
Por: John Jairo Blandón Mena
Es una perogrullada en cualquier parte afirmar que las elecciones se ganan con votos. Aunque aquí, y eso ha quedado claro en las últimas contiendas electorales, tienen más poder los dineros non sanctos que llegan a las campañas por miles de millones y el control de la Registraduría, que, dicho sea de paso, no le otorga garantías a la oposición, y así lo corroboró la reunión que tuvo que hacer el registrador con Gustavo Petro para intentar desvirtuar sus denuncias anticipadas del fraude que se estaría cocinando en esa entidad.
Parece que la frase pronunciada por Camilo Torres Restrepo hace más de 5 décadas “el que escruta elige” se aplica perfectamente hoy a las elecciones en Colombia. Nadie entiende las razones por las que a tan pocos meses de las elecciones a Congreso y Presidencia de la República se declaró desierta la licitación para renovar el software utilizado para hacer el escrutinio; y, en consecuencia, se mantendrá vigente el paquete informático con la multinacional británica Thomas Greg and Sons, cuya transparencia ha sido cuestionada por el Consejo de Estado.
Tiene plena razón Gustavo Petro con sus denuncias. Y los resultados de su reunión con el registrador son plausibles y alertan a todos los movimientos y partidos en la oposición a redoblar los esfuerzos para cuidar sus votos. A propósito de votos, se pensaba que los sectores progresistas y alternativos los iban a conseguir con propuestas de país y con nuevos liderazgos que transformarán las rancias maneras de hacer política. Pero no, lo que muestran las recientes alianzas es que lo electoral está por encima de los principios y de lo fundamental.
No tuvo ningún problema Gustavo Petro en hacer alianza con el pastor cristiano Alfredo Saade, a pesar de sus posiciones en contra del aborto y de las uniones entre parejas homosexuales. Ni tampoco, en anunciar la posibilidad que Luis Pérez Gutiérrez haga parte del Pacto Histórico. Esto deja clarísimo que una cosa es Petro actuando unilateralmente y otra es el Pacto Histórico como construcción de una nueva forma de hacer política. Y en cuanto no haya una adaptación del precandidato a las posturas mayoritarias, este pacto podría romperse.
Me dejó desconcertado la imagen de Isabel Cristina Zuleta integrante de la organización ambientalista Ríos Vivos, y quien se opuso al megaproyecto Hidroituango junto a Luis Pérez Gutiérrez. Ella quien es una de las cartas fuertes de Petro en la lista al senado pasó por encima de sus propias denuncias en contra del exgobernador de Antioquia a quien en su momento calificó como uno de los responsables de la debacle de este proyecto. No le importó ni a ella ni a los sectores que lo acogen con beneplácito dentro del Pacto Histórico su responsabilidad en la Operación Orión, su cercanía a las políticas de Álvaro Uribe y, sobre todo, su distancia radical con los cambios que requiere la nación y por los que surgió un movimiento político como el Pacto Histórico.
Lo que se observa en todo esto es un afán excesivo de algunas personas en llegar a costa de lo que sea, inclusive; vendiendo su alma al mismísimo diablo. Estas alianzas electoreras sin basamento ideológico ni programático impedirán que desde el Congreso o desde la Presidencia se propongan y ejecuten cambios al statu quo de la nación. Esas tretas y artimañas politiqueras no pueden afincarse en los sectores en los que las mayorías del país han signado sus esperanzas de un cambio real.
Lo cierto; es que estas jugadas oportunistas y politiqueras en el seno de los sectores alternativos ofenden profundamente a la fuerza juvenil, que es la que ha puesto el pecho y se movilizó para el renacimiento de la esperanza en el país. Esperanza sin la cual el Pacto Histórico no tendría vida ni posibilidades. Amanecerá y veremos, si se avanza hacía la construcción de un verdadero pacto histórico que cambie el rumbo del país o simplemente de una maquinaria electoral que garantice triunfos, cargos, pero no transformaciones.