20 de febrero de 2024
En los últimos 10 años más de 110 mil efectivos se han retirado de la fuerza pública en Colombia. Y lo que pareciera ser una condición normal, es decir, que un miembro se pensione, o salga voluntariamente, o por efecto de un retiro discrecional, o consecuencia de un proceso judicial o administrativo se tornó en una situación absolutamente problemática que está consolidando con muchos de esos retirados una creciente diáspora de mercenarios.
Hay una evidente ruptura entre la fuerza pública y la sociedad civil que genera en muchos casos, que los exmilitares o expolicías puedan continuar sus proyectos de vida desligados del uso de las armas o la milicia. Aunque miles son contratados después de su retiro por empresas de vigilancia, agencias de seguridad e instituciones legales; otros tantos, según lo plantea el propio superintendente de Vigilancia y Seguridad Privada, ingresan a grupos al margen de la ley y a dinámicas de criminalidad organizada.
Aún tenemos en la memoria, el magnicidio que 26 exmilitares colombianos cometieron el 7 de julio de 2021 en contra del entonces presidente de Haití Jovenel Möise. Ese grupo de mercenarios fue reclutado por el capitán en retiro del Ejercito Germán Rivera. Este exoficial, ya condenado a cadena perpetua en Estados Unidos, confesó que actuaron a cambio de un monto considerable de dólares pagados por empresarios y mafias de ese país caribeño.
Hay empresas que contratan servicios de seguridad para el exterior que en buena parte de los casos terminan convertidos en acciones de mercenarismo. Un claro ejemplo, es la agencia estadounidense “Blackwater”, que cambió su nombre a “Academi”, y que tiene señalamientos por detenciones extrajudiciales y ejecución de civiles en Irak, en su sede en Bogotá contrató a miles de exmilitares para llevarlos principalmente a Emiratos Árabes Unidos, Irak, Afganistán, Yemen, Somalia y otros países.
Un informe reciente de la publicación francesa Le Monde diplomatique escrito por el documentalista colombiano Hernando Calvo Ospina y titulado “Colombia, una fábrica de mercenarios” revela que, en Kiev, capital ucraniana, el contingente de colombianos es el más numeroso de los extranjeros que atraídos por el dinero hacen parte de las primeras filas de las tropas que se enfrentan los ejecitos rusos.
La promesa de campaña de Petro debería hacerse realidad para enfrentar esta realidad. La fuerza pública en Colombia debe profesionalizarse, asociar la formación policial y militar a la académica para ofrecerle a los retirados una posibilidad de desempeñarse en la sociedad civil. Desadoctrinar la fuerza pública pasa por hacerla más cercana a las comunidades e introducir como su columna vertebral el respeto por los derechos humanos. Es necesario que la Policía adopte su carácter de entidad de naturaleza civil, y que las fuerzas militares entronicen en su actuar la condición de ser un cuerpo armado al servicio de la nación.
Falta mucho por hacer y reformar de la fuerza pública. Y sobre este tema, bastante por escribir y reflexionar.
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