Un plan para desarrollar a Cali

Por Última actualización: 20/11/2024

11 de enero de 2024 

 

Por: Arleison Arcos Rivas

En febrero de 2023 planteé en la columna “cuatro en línea” algunos retos y oportunidades que quiero presentar nuevamente, ahora que Alejandro Eder ha sido posesionado como nuevo alcalde de la Sultana del Valle.

Su elección no estuvo falta de sorpresas, por lo que deberemos permanecer alerta respecto de cuáles hayan sido los compromisos asumidos con sectores que han sostenido negocios y desproporciones que atentan contra la solvencia de las políticas públicas en la ciudad; muchos de los cuales posan de prestantes empresarios y contratistas, e incluso parecen bondadosos emisarios religiosos, como los dueños de la cobertura educativa contratada con particulares.

Reedito acá lo dicho desde febrero:

Los retos y oportunidades que Santiago de Cali debe asumir mirando hacia el porvenir, evidencian que, en cuestión de Alcaldías, llevamos cuatro en línea sin encontrar un rumbo cierto. Cali ha perdido mucho tiempo en la ruta que la convierta en una urbe del siglo XXI, con decisiones administrativas integradoras, proyección urbanística, sostenibilidad ambiental, movilidad incluyente, generadora de encuentros ciudadanos y diálogos socioeconómicos que estimulen mayores oportunidades de trabajo, vida y bienestar para la ciudadanía.

De hecho, sin que sea perfecta ni haya logrado desarticular las explosivas situaciones sociales que padece la capital antioqueña, en el mismo tiempo en que Medellín reorganizó sus prioridades y desafíos, Cali malgastó su esplendor y deslució la vivacidad que alimentaba su imagen como ciudad cívica y Sultana del Valle.

En los 11 mandatos populares que van desde 1988 a la fecha, Cali ha tenido 14 alcaldes. De estos, 2 han sido condenados por actos delictivos durante su mandato, 2 han repetido administración sin satisfacer las aspiraciones ciudadanas, 2 han sido destituidos por delitos y faltas administrativas, 2 fueron encargados y 1 designado por gobernación.

Con un nutrido portafolio de investigaciones en su contra, y denuncias por escándalos en contratación, Jorge Iván Ospina terminó su segundo periplo como otro alcalde suspendido y seriamente cuestionado. Su administración no pasará a la historia por sus realizaciones sino por las obras sin terminar, el agigantado endeudamiento y la sensación popular de que el verbo favorito entre tanto avivato fue robar. Ya las autoridades dirán que ha sido cierto, y qué se esclarecerá.

Hoy, aunque una ley le otorga el carácter de Distrito Especial Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servicios, Santiago de Cali dista de haber encontrado una fórmula que asegure la articulación del aparato institucional con los diferentes sectores productivos y las diversas expresiones de la ciudadanía participante, a la espera de poner a la ciudad en el camino hacia la transformación de sus indicadores. Menos aún se encuentra lista para ofertar a la ciudadanía mejoramiento en seguridad, cobertura educativa con calidad y demás servicios integrados a las vocacionalidades económicas que contribuyan a solventar las políticas en la ciudad que aspira a seguir siendo «la sucursal del cielo».

El proceso mismo de adopción del modelo territorial para concretar la expectativa de ordenamiento distrital evidenció serias deficiencias técnicas y marcadas discrepancias respecto de su implementación, la estructura que debe adoptarse hacia el 2027, y la mejor manera de rediseñar los servicios institucionales de acuerdo a las particularidades correspondientes a la nueva demarcación en la topografía distrital, incluida la inmensa y compleja ruralidad acogida ahora como localidad unitaria.

En ese contexto, una ciudad que sigue expandiendo sus laderas y presionando sus antiguos barrios céntricos para adentrarlos en nuevos procesos de gentrificación, camina a tientas hacia su futuro cercano, sin concertar la gestión de sus problemáticas, especialmente en seguridad, la proyección de las soluciones de política pública pertinentes y las alternativas adecuadas para armonizar el largo plazo, generando transformaciones que respondan a la expectativas ciudadanas respecto de requerimientos críticos en la ciudad.

Una vez instalada esta nueva administración, el debate por las oportunidades perdidas y la evidente insostenibilidad del actual proceso de gestión urbana, debería ocupar el espacio de las discusiones políticas en torno al nuevo plan de desarrollo, teniendo en cuenta que la ciudad no resiste más equívocos.

En la próxima nota, propondré 10 acciones urgentes para avanzar en la formulación coherente de un plan para desarrollar a Santiago de Cali.

Sobre el Autor: Arleison Arcos Rivas

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