¿Y tú estudias Ingeniería? El caso de Lisbeth Vallecilla Yépez

27 de mayo de 2022

Por: Diana Lorena Montaño Riasco

Desde el Norte de Colombia, Lisbeth Vallecilla Yépez, emprendió un viaje para estudiar Ingeniería Química desde el Corregimiento de Chilloa – Bolívar hasta la ciudad de Bogotá. Tenía apenas 15 años, cuando inició sus estudios en la Universidad Nacional de Colombia, lo que considera “fue un privilegio y una gran oportunidad porque no hubiese tenido otra forma de estudiar1. Sin embargo, en la capital tuvo que enfrentarse con el Racismo dentro y fuera de los espacios académicos, en medio de la soledad y en la lejanía de su hogar. Este escenario hostil le llevó a pensar que se había equivocado al aceptar ir a estudiar a la capital; sin embargo, el tiempo le ha hecho reflexionar que, “las personas negras merecemos estar en los espacios académicos, también necesitamos estar ahí, hacer presencia y mostrar que podemos, al final deben ser las personas racistas quienes tienen que acostumbrarse”.

Lisbeth fue criada por su madre en el seno de una familia mestiza, en la cual creció con sus abuelos maternos. Su Padre, un hombre afrocolombiano que residía en Cali, estuvo ausente gran parte de su vida, por lo que, no compartió ni construyo lazos con su familia paterna, y menos logro, acercarse a sus raíces afrocolombianas. De modo que, las situaciones de racismo y discriminación racial vividas en Bogotá, le llevaron a repensar su identidad, preguntarse quién era y cuestionarse por qué desde afuera se insistía en encasillarla dentro de la negritud o la costeñidad, cuando le correspondía a ella autodefinirse. Mientras tanto, su subjetividad debía lidiar con gritos como: ¡Negra hijueputa! Al cruzar la calle; invalidaciones cuando se encontraba en su trabajo con personas, quienes le decían que “una negra no les iba a mandar”; y cuestionamientos impersonalizados dudando que ella estudiara Ingeniería. Además, de verse con las limitaciones económicas de poder comprar un computador para sus clases y adelantar sus trabajos, por lo que “estudio toda la ingeniería sin un computador” ¿Qué le ayudó a sostenerse en un ambiente lleno de odio racial?

Lisbeth, desarrolló un escudo protector: haciendo caso omiso a lo que le decía las voces racistas. La estrategia “Antiparabólica”, un término que su mamá usa para referirse a una situación que le resbalaba, o a la que no le iba permitir que le afectará. Sin embargo, Lisbeth reconoce que, “nunca se sintió parte ni encajo en Bogotá” y además recuerda que, “no hacía parte de los conglomerados de la Universidad y se la pasaba sola”. La presión social, racial y académica que tuvo que soportar fue abrumadora y angustiante, por ello, considera que es fundamental poder contar con una comunidad, un espacio en el que se pueda estar con personas “que se parezcan a ti” durante el trayecto en la Universidad.

En esta búsqueda Lisbeth, comenzó a escudriñar dentro de su Universidad personas con las que se sintiera Identificada, así fue que conoció a Jolman un Compañero negro de Ingeniería. También creó lazos fuertes con estudiantes que venían fuera de Bogotá y con los que aún hoy en día mantiene comunicación. Luego comenzó a participar de espacios de empoderamiento de la afrocolombianidad. Esto poco a poco fue dándole una percepción distinta de su identidad, y con ello, un cambió en su vida. Para ella, “Empoderarse implicó adquirir un Poder”, el poder de establecer como quería ser vista, recordada dentro de los espacios académicos y científicos, renuentes a considerar los aportes de las personas negras en el campo de la ciencia y la investigación.

En este camino se ha percatado que “se le pide dar más, exigirse el triple”, colocando en tela de juicio sus capacidades. Esto le ha pasado en Colombia, pero también en Estados Unidos donde cursó una maestría en alimentos, y actualmente está por sustentar su tesis Doctoral en Ingeniería Biológica: Una lucha constante, siempre tener que ser la primera, en ocasiones una lucha agotadora y desgastante”.

Esta candidata a Doctora, no tuvo ninguna mujer negra como Docente, y menos compañeras de clases, sólo conoce un ínfimo número hombres negros provenientes de algunos países africanos que ven algunas clases de ingeniería. Una realidad “incomprensible” en el país de la Democracia racial y las oportunidades para la diversidad: “He llegado a dictar clases en salones donde sólo se encuentran hombres blancos”. Las barreras de raza, clase y género, excluyen tajantemente a las mujeres negras de estos escenarios, inclusive pueden evidenciarse en la búsqueda de ofertas laborales las estrategias de desmotivación aplicadas en contra de estas:

Yo estaba interesada en aplicar a un programa para docentes universitarios dirigidos a las minorías, me dijeron que no había vacantes, y además se requerían contar con 5 investigaciones realizadas anualmente. Algo absurdo, porque acá en Estados Unidos un investigador juicioso empezando máximo publica dos investigaciones por año

En el mundo científico, las investigaciones ocupan un lugar preponderante, lo cual ha motivado a Lisbeth a adelantar indagaciones relacionas con la creación de soluciones biológicas o naturales a problemas a quejan las comunidades más vulnerables; tal y como lo hizo con su tesis de pregrado sobre el Cactus como un floculante usado en Chilloa para aclarar el agua del río en el proceso de potabilización. También ha avanzado en su interés por la transformación de productos y alimentos como el Chontaduro a través de tecnología de preservación.

Actualmente, esta avocada en poder encontrar soluciones a través de la biotecnología, tecnologías limpias, renovables y procesos bio- sostenibilidad para resolver problemáticas que afectan a las comunidades afrocolombianas. Así, por ejemplo, se lograría implementar en las comunidades la producción de gas con la caca de vaca o del cerdo. No obstante, las investigaciones están mediadas por los intereses epistémicos y económicos, y en muchas ocasiones adelantar indagaciones de este corte requieren contar con Docentes interesados y facultades que destinen recursos para ello, y lamentablemente dentro de la razón occidental las indagaciones con comunidades étnicas no son relevantes.

En definitiva, los escenarios académicos deben ser transformados generando ambientes más saludables para las personas Negras, ¿Pero, qué cambios deberían darse? A lo largo de sus aprendizajes Lisbeth ha comprendido que se requieren con urgencia contar con mentores durante el Pregrado, Maestría y Doctorado, capacitaciones al cuerpo docente y estudiantil. Además, considera que el país debería acoger la estrategia de la primera generación para personas afrocolombianas, lo que implicaría hacer seguimiento académico a los estudiantes y apoyarlos con herramientas de nivelación.

Cuando somos la primera generación que ingresa a la Universidad, nos convertimos en exploradores para abrir nuevos caminos. Probablemente, el trayecto deba ser trasegado en soledad y tengamos que ver como se ensalzan obstáculos y bestias del sistema racista, clasista y patriarcal intentan cazarnos, desmotivarnos, aniquilarnos; pero, testimonios como el de Lisbeth nos sostienen, nos motivan, nos abrigan. No olvidemos la frase que nos obsequió, “qué nadie nos puede definir sin nuestro consentimiento, haz lo que te apasione y lo que deseas”.

1 Las frases en cursiva son extractos de la entrevista realizada a la candidata a Doctora en Ingeniería Biológica en la Universidad de Nebraska–Lincoln, Lisbet Vallecilla Yépez. La entrevista se realizó el 18 de mayo del 2022.

Lisbeth Vallecilla Yépez

Sobre el autor

Con ascendencia guapireña, nacida en Bogotá. Estudió en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, graduándose como Licenciada en Lengua Castellana y Humanidades. fue becaria del programa de inglés Martin Luther King Junior. Desde el 2004 comenzó su camino como activista en el movimiento afrocolombiano en el Colectivo de Estudiantes Universitarios Afrocolombianos (CEUNA). La apuesta de construcción colectiva desde fraternidad y la espiritualidad, son un lugar de enunciación en su vida. Por lo que, actualmente, se nutre compartiendo reflexiones, con otras hermanas, sobre la fuerza vital en la creación y transformación de las opresiones de las mujeres negras dentro del espacio de Colectiva Matamba Acción Afrodiaspórica; apoya la “ Escuela Yemayá” proceso emancipador que se adelantan en Bogotá con la fundación CISPAC, enseñándoles sobre la historia de África y su diáspora en Colombia a niñas, niños y jóvenes afrocolombianas; y, también se sostiene cada día de su existencia por la presencia y comunicación con sus ancestras y ancestros a través del escenario espiritual “Templo Sobrevivientes de África”.
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