Destino del muntú
Por: Ashanti Dinah
- A mi ventana se asoma agbeyamí, el pavo real, y me dice:
El destino está entretejido por la madeja del tiempo.
Estamos emparentados con los siete elementos:
Cielo nuestro abrigo
Aire nuestro pensamiento
Agua nuestra sangre
Fuego nuestra savia
Tierra nuestra raíz
Fauna nuestras venas
Flora nuestros sueños.
Y no olvides, Dinah, que anudamos la voz del corazón a las constelaciones.
- A mi puerta toca akuaaró, la codorniz, y me dice:
Hacemos parte de una familia astrológica, vegetal, animal
y humana
y estamos hermanados con los volcanes y las piedras…
Acompasamos nuestro aliento con la corriente de los
pájaros y el viento.
Respiramos en cada poro del alma, lo que los árboles
exhalan;
entrelazamos su fuerza y su intuición
en continua ida y vuelta,
en continúa llegada y partida,
en continuo fluir recíproco.
Y no olvides, Dinah, que somos nudo forjado desde el inicio del círculo.
III. A mi cocina gorjea eyelé, la paloma, y me dice:
Y así como el útero cósmico,
llevamos dentro filamentos de órbitas planetarias
frecuencias de partículas y energías atómicas.
Somos continente y contenido.
Somos células, neuronas, hormonas,
somos alquimia, medicina y curación,
somos naturaleza infinita,
somos pasajeros del viaje, firmamento que camina…
Y la conciencia de nuestro cuerpo
está divido por el horizonte.
Expresamos el día y la noche,
la luna y el sol con su ciclo y reflejo.
Y no olvides, Dinah, nuestro origen es terrestre,
pero nuestro destino es celestial.
Ashanti Dinah. Las semillas del Muntú, 2019.