Destino del muntú

Por Última actualización: 19/11/2024

Por: Ashanti Dinah

  1. A mi ventana se asoma agbeyamí, el pavo real, y me dice:

El destino está entretejido por la madeja del tiempo.

Estamos emparentados con los siete elementos:

Cielo nuestro abrigo

Aire nuestro pensamiento

Agua nuestra sangre

Fuego nuestra savia

Tierra nuestra raíz

Fauna nuestras venas

Flora nuestros sueños.

Y no olvides, Dinah, que anudamos la voz del corazón a las constelaciones.

  1. A mi puerta toca akuaaró, la codorniz, y me dice:

Hacemos parte de una familia astrológica, vegetal, animal

y humana

y estamos hermanados con los volcanes y las piedras…

Acompasamos nuestro aliento con la corriente de los

pájaros y el viento.

Respiramos en cada poro del alma, lo que los árboles

exhalan;

entrelazamos su fuerza y su intuición

en continua ida y vuelta,

en continúa llegada y partida,

en continuo fluir recíproco.

Y no olvides, Dinah, que somos nudo forjado desde el inicio del círculo.

III. A mi cocina gorjea eyelé, la paloma, y me dice:

Y así como el útero cósmico,

llevamos dentro filamentos de órbitas planetarias

frecuencias de partículas y energías atómicas.

Somos continente y contenido.

Somos células, neuronas, hormonas,

somos alquimia, medicina y curación,

somos naturaleza infinita,

somos pasajeros del viaje, firmamento que camina…

Y la conciencia de nuestro cuerpo

está divido por el horizonte.

Expresamos el día y la noche,

la luna y el sol con su ciclo y reflejo.

Y no olvides, Dinah, nuestro origen es terrestre,

pero nuestro destino es celestial.

 

Ashanti Dinah. Las semillas del Muntú, 2019.

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