Onlyfans electoral
07 de abril de 2022
Por: Arleison Arcos Rivas
A lo largo de esta campaña, nos han bombardeado con la pública manifestación de malquerencias, inquinas, odios, resquemores, ensañamientos y parcializaciones que alimentan la ojeriza electorera en la que, a descuido de la presentación de programas de gobierno y balanceo de propuestas provenientes de las candidaturas sobrevivientes en el camino hacia la presidencia, sobreabundan las opiniones, los insultos y los prejuicios.
Ocho fórmulas a la Presidencia y Vicepresidencia, han puesto de presente la banalidad que todavía se expresa en opciones electorales en las que Derecha, Centro e Izquierda siguen chispeando y generando escaramuzas en el imaginario de las oposiciones políticas colombianas. Pese a que se han adelantado ya varios debates, resulta imposible en el momento establecer cuáles son las verdaderas diferencias ideológicas, tensiones argumentales y especificidades en los programas de gobierno, puesto que los mismos no han sido presentados todavía, con excepción del programa del Pacto Histórico, “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, que cuenta con Gustavo Petro y Francia Márquez como sus impulsores.
Sergio Fajardo ha registrado en su página un conjunto de iniciativas que seguramente están en reelaboración, luego del proceso de consulta vivido el 13 de marzo. Mientras tanto, Federico Gutiérrez, apenas ha barruntado un par de ideas en un documento ligero que llamó “Visión de país”, pero su programa gubernamental no está disponible al momento en que escribo. Igual cosa pasa con las otras campañas, que todavía no pasan de los titulares al desarrollo de planteamientos evaluables.
A falta de mostrarnos lo que verdaderamente importa, se nos sirve el bocadillo pornográfico de las respuestas medianamente sopesadas que aparecen en los debates. De ahí que la exhibición de contenidos, explícitos, pero no suficientemente justificados, lleva a pensar que, en este momento, las campañas se parecen a una especie de “onlyfans gratuito”, en el que los y las candidatas en sus correspondientes fórmulas, más que una verdadera exposición de su interioridad, se han dedicado a la crítica que revela las nimiedades y poquedades de la contraparte; especialmente cuando han coincidido en confabularse contra Petro.
Publicitarse criticando a un oponente, no sólo resulta frívolo. Peor aún, distrae a las y los electores, con un show mediático en el que el pago por ver y escuchar tales infidencias, consiste en situarse a un lado, al otro o en el supuesto centro del asunto decisional. Por lo visto hasta ahora, según las crecientes cifras de personas que marcan una u otra tendencia en redes, los debates onlyfans están de moda, elevando el consumo engañoso de mensajes políticos sin trasfondo ni fundamentación.
Es hora de conocer los programas de gobierno.
No resulta serio y llama a la vacilación decisional el que, a menos de dos meses de acudir nuevamente a las urnas, se siga asistiendo al patético espectáculo de repartir ataques, insistir en dogmas y conceder lisonjas, sin que la discusión pública consista en debatir propuestas, estrategias y alternativas para, con las particularidades ideológicas y programáticas de cada fuerza en contienda, impactar la opinión de las y los electores; mucho más en un país en el que, varias candidaturas agitadas en una o dos vueltas, no logran convocar a quienes tradicionalmente boicotean el proceso sufragista o se sitúan al margen, sosteniendo altas cifras de abstención, justificándose en el voto en blanco, anulando tarjetas marcadas o depositando registros no marcados.
En el onlyfans electorero, tampoco resulta aceptable que la Registraduría Nacional del Estado Civil no genere confianza en el debido soporte, conteo, transmisión y reporte de la decisión del votante. Como quedó demostrado en las elecciones de renovación del Congreso de la República, el cúmulo de errores deliberados y malintencionados que pudieron demostrarse por miles durante los escrutinios, nos ponen ante un escenario delincuencial que reclama la máxima atención de las autoridades intervinientes en este proceso. No bastó contar con mesas de justicia en los puestos de votación. Tampoco resultó suficiente la observación electoral internacional. De hecho, fueron los miles de testigos voluntarios que determinadas coaliciones políticas lograron activar, quienes detectaron el notorio conjunto de irregularidades denunciadas.
Ante la grosera afirmación del Registrador Alexander Vega Rocha, que debe velar por la óptima disposición de los instrumentos electorales y, en su lugar, argumentó que “el que no sienta garantías, no debería presentarse”, queda claro que ese órgano descentralizado resulta controversial y merecedor de los señalamientos por ineficiencia e incompetencia en la administración del paquete electoral. Además, el exorbitante presupuesto aplicado a un proceso que genera un marcado despilfarro de tarjetas y material electoral, ya es escandaloso y llama a la implementación de herramientas digitales que lo reduzcan sustancialmente, tanto para facilitar el registro biométrico y el conteo digitalizado de votos electrónicos, como para disminuir los visos de corrupción contractual que han generado alertas y denuncias.
Finalmente, el onlyfans electoral colombiano debe fijarse reglas de conducta menos lujuriosas y ligeras, que pongan coto a la promiscuidad partidista. La puerilidad casquivana de las coaliciones de todos los colores y formas, trabando un sinfín de sinuosas trapisondas y arguyendo seductoras falacias acomodaticias, permite que jefaturas de partidos y grupos de representantes electos por una agrupación política con estatutos que la identifican, transiten a su acomodo y sin mayores reparos de una a otra opción en contienda. Aunque, a la postre, ello ha llevado a que tengamos candidaturas presidenciales multipartidistas, ajustadas a la actual erosión del régimen de partidos y a su declinación a presentarse con candidatos monogámicos; no ha beneficiado la definición programática en tales cofradías, perpetuando los acuerdos clientelares, el reparto corporativo de la burocracia e incluso el cálculo de quien ofrece, compra y vende el sufragio.
En últimas, contrario a lo que ocurre en el mundo del entretenimiento erótico o pornográfico, no debería exponerse a los votantes al retozón y travieso espectáculo del cambio de camas o de llaves sufragistas, si es que aspiramos a hacer de la política una cosa que importe en las urnas; más allá de las divertidas pantallas del onlyfans electorero colombiano.