La política de los etnizados en la era del cambio en Colombia

12 de abril de 2023

Por: John Henry Arboleda Quiñonez

El pensamiento crítico es incómodo en todo momento o deja de ser crítico. Esa es la máxima con la que muchos intelectuales, militantes y simpatizantes del movimiento social afrocolombiano asumen y asumimos la relación con las diversas realidades que como pertenecientes a las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras nos toca enfrentar. Teniendo cuenta lo anterior, me ha causado cierto sinsabor el hecho de que, desde ningún sector organizado del movimiento, desde ninguna tribuna política de la comunidad, desde ningún claustro académico de los que figuran como aliados de estas causas o desde ninguno de los mentideros políticos-comunitarios existentes en las principales ciudades del país; en este tiempo no hubo referencia escrita o pública frente al decreto 1874 del 9 de septiembre de 2022, mediante el cual el presidente de la república confía unas misiones y encargos a la Vicepresidenta.

Lo primero que habría que plantear es que, este decreto presidencial guarda una muy evidente y estrecha similitud con las funciones que debe asumir la Dirección de Asuntos para Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras del Ministerio del Interior, lo que encasilla la función y el quehacer de la vicepresidenta en una política de los etnizados, concretamente en la política de los sectores afrocolombianos. (https://www.mininterior.gov.co/funciones-de-la-direccion-de-asuntos-para-comunidades-negras-afrocolombianas-raizales-y-palenqueras/#:~:text=Asesorar%2)

En un momento histórico como el que atraviesa nuestro país, en el que se anuncian reformas estructurales para el gobierno y el Estado, donde la arquitectura del poder político tradicional está cuestionada y la disputa por el lugar de la representación de los subalternizados está a la orden del día. Sumado a esto, la expectativa sobre el mejoramiento del bienestar social de la mayoría de los habitantes del país, tras los anuncios de un cambio en las orientaciones políticas y administrativas, bajo las metáforas de la “Paz total” y el tiempo de los “Nadie”. En estas circunstancias lo mínimo que se espera de un equipo encargado de llevar tan denotada tarea es una completa sinergia, que, a decir verdad, el decreto de asignación de funciones vicepresidenciales no lo demuestra, puesto que, por la vía de la nominación de funciones, aísla de las discusiones y gestiones centrales del país a su fórmula de trabajo, confinándola a la política de los etnizados en la era del cambio.

Este sinsabor se viene fortaleciendo en mi persona, en tanto, las apariciones de la Vicepresidenta con respecto a la política y agenda de los etnizados son cada vez más reiterativas, amenazando con caer en un desgaste de argumentos y en una explicación cíclica del fenómeno del racismo-clasismo propio del andinocentrismo que campea en este país, distanciándola de las funciones que debiera ejercer o en su defecto, acercándola a las funciones estrictamente etnizadas establecidas por el presidente. Lo que me genera inquietudes con respecto al papel de la Vicepresidenta y a la mirada que se le está dando a su figura y desempeño en este gobierno y al lugar que hasta el momento le ha designado el presidente del cambio. En este contexto, vale la pena preguntarse, sí ¿el decreto 1874 por medio del cual se asignan funciones a la vicepresidenta representa la mirada que tiene el presidente y su equipo cercano con respecto a la persona a la cual se las asignó?  

En referencia a la pregunta planteada, ésta se instala en la sospecha frente a esa mirada “preocupada”, distante y simplemente discursiva exhibida por parte del presidente y su equipo de asesores cercanos frente a la figura vicepresidencial, encarnada en la líder afrocolombiana Francia Márquez Mina. Es decir, el presidente de la república, en una clara demostración de su pertenencia a la izquierda tradicional latinoamericana, consolidada al fragor de las “disputas ideológicas” setenteras y ochenteras, que conciben las luchas de los pueblos racializados y excluidos por esta razón, como una lucha auxiliar o hasta marginal que requieren un tratamiento cosmético para su resolución. Esta mirada o actitud se hace evidente en el tratamiento político de la figura vicepresidencial en un contexto que requiere las experiencias y acumulados políticos de todos los actores y actrices que conforman el gobierno. Claro esto sería factible, si es cierto que se encaminarán los esfuerzos en post de generar los cambios urgentes que requiere la sociedad.

 Así las cosas, la experiencia política, la capacidad de articular sectores excluidos, no solamente étnico-raciales, mostrado por la Vicepresidenta, no se pueden desechar o desestimar encapsulando sus funciones y misiones a la política de los etnizados, postergando la construcción de una visión interseccionalmente compleja de la sociedad colombiana. O quizás estemos en el momento que delineó la izquierda, en el que, resueltos los antagonismos de clase, se procederá a la resolución de los asuntos auxiliares y menos densos como las desigualdades político-sociales y económicas anexas y conexas la discriminación racial, el racismo y las desigualdades sexo-genéricas presentes en la sociedad colombiana.   ¡vaya uno a saber ¡

En esta medida, sería una política de los etnizados, en la que las realidades asociadas a sus búsquedas principales, como lo son las luchas por la justicia social, el bienestar social, económico y político de los pueblos afro se resuelve internamente, para ello, se les asigna “Su” Vicepresidenta. Tal situación, desestimaría la complejidad de articulaciones políticas, sociales y organizativas encarnadas en la figura de Francia Márquez y la simplificaría a la atención de los asuntos que deben resolver los negros de esta nación. La situación se presenta lapidaria, puesto que, los negros tienen su vicepresidenta para atender sus asuntos, los que al parecer no están en el centro de la conflictividad política de la sociedad colombiana, la que desde su presidente sigue viendo los problemas del racismo estructural como fenómeno aditivo y no constitutivo de las problemáticas actuales del país.  

Las cuestiones relativas a coordinar, presidir, hacer seguimiento o crear espacios de interlocución entre el Estado colombiano y las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, presentados como novedad por el presidente y recibidos acríticamente por diversos sectores organizados del movimiento social, académicos sintonizados con estas luchas y sectores “progresistas” de la sociedad, ya se encuentran recogidos en el manual de funciones asignadas con anterioridad a quien se encuentre ocupando el cargo de director(a)  de Asuntos para Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras del ministerio del interior.

 Esta yuxtaposición de funciones tiene el efecto paradojal de elevar el status del cargo de director de asuntos para comunidades negras o de degradar el rol o papel de la Vicepresidenta, lo que hace presagiar un no muy lejano choque institucional al interior del movimiento social afro. Frente a ello, que podría tomarse como una infantilización política recibida por la Vicepresidenta o un flagrante irrespeto de esta figura por parte del señor presidente, la opinión pública prepagada de los medios de comunicación, no tardarán en rotular como incapacidad de los negros para acordar estrategias comunes en la reivindicación de sus derechos. Así, en este corto tiempo del nuevo gobierno, se presagia la escritura de un capitulo sombrío en la política de los etnizados, los que ni siquiera contando con el “poder” del segundo cargo ejecutivo más importante del país a su favor, tendrán incidencia política para operar los cambios que Colombia y sus comunidades necesitan con urgencia.

Por último, para dejar claro el asunto, la política de los etnizados, en este caso las poblaciones afrocolombianas, debe ser tratado como tema de importancia y urgencia por parte del Estado, no la función especial de la Vicepresidenta, quien aún se encuentra  girando como rueda que no encuentra engranaje en la mecánica de funcionamiento del gobierno, puesto que, Francia Marquéz no es la vicepresidenta de los negros, ni de un sector del movimiento social, ni los problemas de estas comunidades nos atañen solo a nosotros o a nuestros representantes.

Faltaría ver si el presidente comprende la responsabilidad de trabajar de la mano de su fórmula vicepresidencial, como posibilidad de fortalecer la era del cambio que prometió y si la Vicepresidenta asume que es Vicepresidenta de todo un país y no exclusivamente de los etnizados o los nadie como ella prefiere llamar a la mayoría de excluidos y marginalizados que centraron sus expectativas en este nuevo periodo y equipo presidencial.

política de los etnitizados

Sobre el autor

John Henry Arboleda Quiñonez. Historiador de la Universidad del Cauca. Magister en Estudios de la cultura de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito. Doctor en Política y Gobierno del Instituto de Estudios Universitarios UCCEG de México. Doctorante en Estudios Urbanos y Ambientales del Colegio de México. Tiene amplia trayectoria de trabajo social y comunitario en el Distrito de Aguablanca. Fue director del Programa de Sociología de la Universidad del Pacifico. Autor del libro: Buscando Mejora. Migraciones, territorialidades y construcción de identidades Afrocolombianas en Cali. Ediciones Abya Yala, Quito, 2012. Autor del libro: Cogiendo su pedazo. Dinámicas migratorias y construcción de identidades Afrocolombianas en Cali. Ediciones Poder negro, Medellín, 2017.
Leer más

Contáctanos

¡Escríbenos!

CONTACTO

Suscríbete

Recibe en tu correo electrónico las últimas columnas de opinión de Diaspora.

[newsletter_form]

Comentarios

0 0 votos
Article Rating
Suscribirse
Notificar de
guest
0 Comments
Más antigua
Más reciente La Mayoría De Los Votaron
Retroalimentación En Línea
Ver todos los comentarios

Artículos recientes

VER MÁS
Ir a Arriba