Primera parte, la pista de los valientes
6 de julio de 2021
Por: Ivet Elizabet Olaya Loebel
Sentada en el portal de la resistencia antes Portal Américas en Bogotá logro sentir el calor de la lucha de quienes convencidos que esta mierda puede cambiar continúan resistiendo bajo el frio, el sol, la lluvia ante la represión de la fuerza pública que dispara aturdidoras, gases lacrimógenos, balas de goma, balas de fuego para restaurar el orden del caos que el mismo gobierno ha fundado tras décadas de desigualdad social.
Estando allá una puede ver rostros cansados, ojos tristes, ojos alegres, cuerpos valientes, orgullosos, pero eso sí por estos días pocos serán los que se irán a dormir con el estómago vacío. Un caldo a base de huesos de pollo, huesos de carne, verduras, lentejas, muchas lentejas, arroz y ensalada fue lo que me compartieron ese día, hubo pa’ todo el que llegara y no había que pagar, sabes lo que eso significa para quienes no tienen un peso en el bolsillo, la puta felicidad puesta en un plato de sopa.
Como les decía hubo pa’ todo el que llegara y pa’ quienes quisieran repetir. Y no solo había comida, allá el talento inundaba las calles, vaya lugar tan extrañamente bello, tanta diferencia junta en una sola lucha, y mientras sentada observaba rostros llenos de esperanza esa parte de mí que había conocido la violencia sabía que esta vez debíamos esperar antes de festejar.
Como si fuese necesario armonizar la duda la música empezó a sonar mientras los cuerpos uno a uno iban atendiendo al llamado para el baile. Al caer la noche la danza pública se retira para darle paso al baile privado, al que merece ser censurado, el que nos avergüenza.
La noche y su perfecta negritud esta lista para ofrecer la pista en la que caerán los valientes y abrazar con su silencio a las madres que llorarán sus hijos. La rabia en la oscuridad se ve, y nos arrastra hasta prender fuego, la rabia viene de un lado y del otro quitándonos la máscara, dejando al desnudo nuestra hipocresía, las balas que disparamos en redes sociales son igual de violentas y provocadoras, la indiferencia perturba y da asco, mientras tanto nos vamos acostumbrando a ver las manifestaciones de arte popular, escuchar las denuncias, contar los muertos y desaparecidos durante el día, y a cerrar los ojos en las noches, al fin que estas se hicieron para dormir aunque al día siguiente no todos vuelvan a despertar.