La administración de la vida y la muerte: la lucha por el control de la vacuna contra el COVID-19
Por: Melquiceded Blandón Mena
Las pandemias que han azotado a la humanidad con millones de muertes, han producido no sólo el desarrollo de sistemas sanitarios, la medicina para la prevención y tratamiento de epidemias y enfermedades, sino que también han marcado la reconfiguración del orden social.
La peste antonina, entre los años 165 al 192 d.C. afectó a todo el Imperio Romano, quienes diezmados se vieron obligados a retirarse de Mesopotamia a firmar un Tratado de Paz con los partos. La plaga de Justiniano, plaga de peste bubónica entre los años 165 al 192 d.C., afecto al Imperio Bizantino, y algunas partes de lo que hoy es Europa, África y Asia. Acabó con la cuarta parte de la población del imperio. La peste ‘’negra’’, entre 1346 – 1353, mato a casi un tercio de la población del norte de África, Asia, Oriente Medio y Europa, siendo así, una de las más mortíferas epidemias de la historia, desintegro el orden social de la edad media, siendo una de las condiciones de posibilidad para la formación del Renacimiento. La gripe española, entre 1918 – 1919, en plena I Guerra Mundial, se extendió en el frente de guerra, dejando más de 50 millones de muertes. Entre otras enfermedades epidémicas, que reconfiguraron las prácticas sociales y el orden socio – económico de cada época, como la gripe asiática (1957), la gripe de Hong (1968) – Kong, el SIDA/VIH (1981), el Sars (2002), la gripe A (2009), el ébola (2014 – 2016), y el Covid-19 (2019).
¿Cómo es el orden geopolítico que se configura con el COVID – 19?
A mediados de marzo la Organización Mundial de la Salud, calificó al COVID-19 como una pandemia, y prácticamente en todo el mundo, los gobiernos vienen aplicando medidas de control social para la disminución del riesgo sanitario y contagio del virus. Tales medidas se alternan entre cuarentenas, cordones sanitarios para el aislamiento poblacional y territorial, encierro de personas pertenecientes a grupos de ‘‘riesgo’’, encierros domiciliarios totales y parciales, políticas de distanciamiento social y una serie de medidas de bioseguridad para regular el relacionamiento corporal. Así las cosas, esta serie de prácticas impuestas y monitoreadas punitivamente por los Estados, han reconfigurado la vida y el orden social, a partir de la simulación digital de la vida articulada al encierro domiciliario; ha resquebrajado el sector terciario o de servicios en la economía; ha minimizado y restringido los encuentros en los espacios públicos; en últimas, e independiente de su origen, el COVID-19, logro configurar una economía del miedo, un conjunto de bienes y servicios donde el capitalismo administra la vida y la muerte, a partir de la oferta de bienes y servicios que te ponen a salvo, te protegen, te permiten, te vacunan frente al riesgo de morir infectado.
Esta situación quedo claramente evidenciada, en el escenario de lucha que se desarrolla por el control de la vacuna, entre Estados Unidos, China, Rusia y Reino Unido, concierto de capitales y empresas que protagonizan la carrera por desarrollar una vacuna para terminar con la pandemia, pues quien desarrolle una vacuna ganara un enorme poder en el mundo, así como un negocio farmacéutico millonario.
Por tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), advierte, que además de estos países, hay al menos 200 laboratorios trabajando por ganar la carrera, sin embargo, en la presente semana, Rusia, anunció que había desarrollado la «primera» vacuna contra el coronavirus y aseguró que ofrece una «inmunidad duradera».
Sin embargo, el mismo día martes 11 de agosto cuando el Estado ruso, anuncia, que ya tiene vacuna, que la va a ofrecer como un bien público de la humanidad, y que surtió todas las pruebas clínicas, la OMS, contestó, argumentando que no hay vacuna, y que además, podría no haberla nunca. Situación que al venir de un pronunciamiento de la OMS, pone mayor incertidumbre en la guerra por conquistar el mercado para la cura del COVID-19.
El negocio funciona de la siguiente manera: hay más de doscientos proyectos de universidades, laboratorios y empresas farmacéuticas desarrollando vacunas contra la pandemia, los cuales funcionan con recursos públicos inyectados directamente por los Estados, con fondos de solidaridad aportados de recursos propios o fondos privados. Los Estados compran los derechos por un determinado número de vacunas, por un porcentaje de la producción o compran un monto especifico de recursos del PIB en vacunas a una o varias empresas farmacéuticas. Así, los contratos funcionan como una póliza de seguro, y también como derechos sobre la producción.
Por tanto, ante el anuncio del desarrollo que alcanzaron los rusos, el resto de potencias, empresas y capitales que apuestan al negocio aceleran las negociaciones y amarran sus clientes potenciales para el mercado de la vacuna. ‘’Ante el gran número de competidores, los Gobiernos de las potencias han depositado su confianza y su dinero en más de un candidato. Estados Unidos firmó un contrato por más de 2.100 millones de dólares con Sanofi y GSK. Antes de este nuevo acuerdo, la Casa Blanca ya había gastado más de 6.000 millones de dólares para financiar proyectos competitivos, en laboratorios como Johnson & Johnson, Pfizer y Novavax, así como en las avanzadas pruebas de AstraZeneca y Moderna. La Unión Europea también anunció que ya reservó 300 millones de dosis de la futura vacuna de Sanofi y GSK, que podría estar lista a comienzos de 2021’’[i].
Este tipo de negocio, es un arma de control biopolítico, pues quien tenga los derechos sobre las vacunas, decidirá quienes se vacunan, decisión que implica una focalización y una administración de la vida y la muerte. ¿quién decidirá por la nuestra? Pues, no vaya ser como aquel ser que en la Caverna, nos decía ‘’Ya no tengo edad de esperanzas, Marcial, necesito certezas, y que sean de las inmediatas’’[ii].
[i] La guerra política por la vacuna. Revista Semana – 8/7/2020
[ii] La caverna. José Saramago.