La igualdad y la Paz Total: un nuevo imaginario de lo nacional
31 de enero de 2023
Por: Yeison Arcadio Meneses Copete
La Igualdad y La Paz Total son los grandes pilares del gobierno del cambio en cabeza del presidente, Gustavo Francisco Petro Urrego y, la vicepresidenta y ministra de la igualdad y la equidad, Francia Elena Márquez Mina. Sobre estas bases, no solo se tejen nuevas políticas públicas, leyes y debates públicos del nuevo gobierno, sino que se trenza un nuevo relato de lo nacional. Se introduce una nueva narrativa de la colombianidad. De hecho, la presencia de Petro y Márquez en el gobierno ya es de por sí rupturista. Las costas Pacífica y Caribe hoy son gobierno. Recordemos que después del criollismo como único ser y rostro apropiado para gobernar se impuso el andinocentrismo, la prolongación de la concentración del poder criollo. Este comprende las imbricaciones de raza, étnica, sexo, clase, región y habla. Vale traer a colación las “polémicas” mediatizadas sobre el habla de la actual vicepresidenta y ministra, los constantes ataques racistas, clasistas y sexistas que debe enfrentar en redes sociales y anta la justicia o imponerle al actual presidente en plena campaña y ante un público ampliado quitarse los zapatos “Ferragamo” y hablar de lo desgastados que ya estaban. Indudablemente, la presencia y el apoyo creciente a la ministra y vicepresidenta afrocolombiana corresponde con las deconstrucciones históricas y actuales de la “blanquitud imaginada” e interpelación a la diada esclavista-colonial raza-poder en Colombia. Esto no implica que todo esté dado o que la tarea ya haya concluido. La pirámide pigmentocrática sigue en pie tanto en la representación de la nación como en las esferas del poder. De hecho, quizá, generar campañas pedagógicas y comunicativas para que las y los colombianos incorporemos las dimensiones complejas de esta nueva narrativa de país y lo hagamos sentido común, sea el mayor reto del actual gobierno.
Por un lado, los sectores de la vieja política o mejor, la necropolítica, están y estarán empeñados en difundir e instalar en el imaginario del pueblo colombiano una contranarrativa que integra “el fracaso, la incapacidad, la violencia, la inexperiencia, el caos, la confusión, el incumplimiento, el derroche, el pánico económico”, entre otros, lo que estas fuerzas del pasado representan. Recordemos que el triunfo del Pacto Histórico se debe en gran medida a la confluencia de tantas disfuncionalidades de, por lo menos, 30 años. El objetivo será llevar las y los colombianos a la conclusión nefasta: “todos los políticos son iguales” o “no saben gobernar”. Por esta razón, continuamente están evocando en tuits, cadenas de whatsapp, radio, prensa y televisión “los faltantes técnicos” de las propuestas o los supuestos “pupitrazos” frente a las reformas. Esto, creen ellos y ellas, les abriría un nuevo campo de oportunidad para volver a gobernar a los colombianos. Dudo mucho que esto suceda próximamente. La ciudadanía colombiana ha crecido en consciencia política e histórica.
Por otro lado, la apuesta por que Colombia se convierta en una “Potencia Mundial de la Vida”, anclada en La Igualdad y La Paz Total, comprende incluso desafíos existenciales del ser colombiano o colombiana: “poner la vida en el centro”, “pensar ‘el desarrollo’ alrededor del agua”, “las afrorreparaciones como estrategia para la igualdad y la equidad”, “enfrentar el cambio climático”, “descarbonizar la industria”. Esta nueva narrativa remueve las bases sobre las cuales se edificaron los estados poscoloniales y neocoloniales: esclavismo, racismo, explotación, guerras, sexismo, patriarcado, clasismo, deshumanización, destierro de sí, fratricidio, conflicto armado, entre otros. También, rompe con el facilismo histórico de una élite mediocre que solo sabe extraer materias primas y saquear, la herencia esclavista colonial. ¿Por qué en décadas de gobiernos de “élites” andino-criollas, un país con tanta riqueza no ha logrado su industrialización y la consolidación de un estado de bienestar para sus pueblos? Las nuevas políticas públicas y leyes desafían décadas de disfuncionalidades y la mentalidad del subdesarrollo de unas “élites”. Esto inquieta a los grupos privilegiados y, al mismo tiempo, confronta a una ciudadanía oprimida que había dejado de creer y que aún tiene que interpelarse así misma para del ostracismo. Esta última, sigue presa de temores, indignaciones, plusdolores, confinamientos, traumas, imposibilidades, desposesiones, des/ombligamientos. De ahí que convocar la reconciliación, la memoria, la historia, la verdad, la justicia, la diferencia, por mencionar algunos, en esta nueva era, genere tanta incertidumbre y expectativa.
Por consiguiente, este nuevo marco de referencia para pensar la colombianidad se convierte en una suerte de salir de la caverna tanto para quienes acompañamos dinámicas políticas, sociales y académicas alternativas como para quienes se han sentido cómodos o han sido privilegiados por la necropolítica. Tanto La Paz como La Igualdad son fuerzas centrales de una política radical. Una política que va a la raíz de los problemas fundamentales, una política de consensos, una política que persigue un sueño democrático. Bajo este relato, el constituyente primario asume su mayoría de edad. Es un actor fundamental en la transformación. Es de gran relevancia para las democracias que sus cabezas visibles convoquen al pueblo al debate, la controversia, a acordar y a decidir. Al respecto, conviene implementar pedagogías sostenidas en medios de comunicación públicos y privados, locales, regionales y nacionales. La igualdad y la paz deben devenir en sentido común en el país.
Agradecimientos: a mi hermano Iván Emir Balanta Gonzalías por la evocación del “mito de la caverna” en el marco de reflexiones que contribuyeron a esta nota.