22 de mayo de 2024
La subregión de la Mojana al norte del país es la zona de humedales más productiva de Colombia. Ese delta hídrico que comprende los ríos Cauca, San Jorge y Magdalena presenta una biodiversidad en fauna y flora sin parangón con algún ecosistema semejante en el mundo. Y aunque, estas condiciones deberían darles alternativas económicas dignas a sus más de 400 mil habitantes; lo cierto es que casi un 85% están en empobrecimiento extremo y dependiendo mayoritariamente de la explotación indiscriminada e incontrolada de recursos mineros del suelo y del agua.
Desde luego, que la Mojana es una llanura de inundación conformada por los ríos y las tierras aledañas, que poseen un alto valor ecológico en la regulación ambiental y el equilibrio ecológico del país. En temporada invernal los humedales y ciénagas de la Mojana almacenan el exceso de agua que impide la creciente desbordada de los ríos; mientras que, en verano, el exceso hídrico es vertido en las cuencas.
Ese equilibrio natural que entendieron muy bien las comunidades que habitaron históricamente ese territorio, los llevó a convivir armónicamente con las temporadas de inundación. Vivian de cultivos estacionales en verano y pescaban cuando llegaban las crecientes. Sin embargo, el insostenible “desarrollo” expresado en el trazado de vías, la construcción de barreras y diques, la contaminación del agua, la ganadería extensiva en zonas disecadas y el crecimiento desbordado de los asentamientos humanos han propiciado una ruptura de la diversidad ambiental en la Mojana.
La ganadería extensiva ha impactado negativamente en la pesca, práctica ancestral de la comunidades de los 13 municipios ubicados en la Mojana. Y las inundaciones connaturales a este territorio vienen siendo evitadas por las dinámicas económicas principalmente mineras y ganaderas que han ocasionado enormes e irreparables daños en el equilibrio ambiental.
La construcción de los diques para evitar la inundación natural de zonas que concentran actividades ganaderas y con asentamientos poblacionales, también ha aniquilado decenas de importantes ecosistemas hídricos al interior de la Mojana que se alimentaban del flujo de los ríos: ahí se pueden mencionar los importantes caños Barro y Mojana; que ahora, el Gobierno y centenares de organizaciones ambientales quieren recuperar.
El desequilibrio ambiental que se hizo permanente con esta estructural intervención ecosistémica debe ser objeto de una reparación ambiental por parte de la institucionalidad y las comunidades. En esa línea, urge materializar soluciones parciales y necesarias que se encuentran en el política gubernamental para que el agua sea el eje central para lograr un desarrollo sostenible incluida en el Plan Nacional de Desarrollo Colombia Potencia Mundial de la Vida.
Los 2.2 billones de pesos destinados en este cuatrienio para la Mojana deben permitir la reconexión hidráulica del Río Cauca con la Mojana y la restauración de los caños y ciénagas de todo el ecosistema. De igual manera, la reubicación de centenares de familias que se encuentran en zonas del altísimo riesgo es un imperativo; a menos, de tener que seguir lamentando año a año las tragedias humanas por las sistemáticas y naturales inundaciones.
Sin lugar dudas, que las millonarias inversiones públicas para recomponer los diques son insostenibles; hace pocos años para cerrar el dique en la zona de Caregato se dispusieron 131 mil millones de pesos; hoy, en plena temporada invernal, hay un nuevo boquete en esa contención del rio Cauca y unos indicios tremendos de corrupción en esa contratación que el mismo presidente Petro anunció recientemente en reunión con centenares de damnificados en Ayapel Córdoba.
Es que no puede ser una solución definitiva a esta problemática que mata y empobrece a estas comunidades estar tapando con altísimos costos los boquetes que se generan en distintos lugares de los 57 kilómetros de dique desde Nechi (Antioquia) hasta Achí (Bolívar). Por tal razón, es muy acertada la posición del director de la UNGRD, Carlos Carrillo: “Controlar el río Cauca aguas abajo no es tan simple como solo tirar unas bolsas de arena en ese punto. Estas obras deben pensarse como un sistema no de manera aislada, porque si ustedes cierran un punto se va a romper en otro, si ustedes detienen el flujo en un punto, va a afectar a otras poblaciones aguas abajo y esa solución integral es la que está buscando este gobierno”.
Capitulo aparte merece el envenenamiento que de la Mojana está haciendo la minería criminal bajo el control de todas las estructuras armadas que se disputan esa zona.
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