La filosofía del Chu – Blum

Por Última actualización: 13/11/2024

 

24 de Septiembre de 2022

Por: Rovinson Conrado Aguilar

A la gente y los espíritus del río,

porque sin ellos no hubiese sido posible, el aquí y el ahora.

Reflexionar en cuanto a los pensamientos propios étnicos negros, es sin duda una tarea ardua que los y las intelectuales afrodescendientes estamos llamados/as a asumir con la rigurosidad y el compromiso ético negro que esta amerita; he aquí entonces un esbozo de un pensamiento filosófico propio que intenta cumplir a cabalidad con este compromiso y esta ética. Es menester entonces, hacerle saber al lector o lectora que es casi imposible recrear en su totalidad un pensamiento filosófico afrodiaspórico en y desde lo conceptual, teórico, escrito. Guardar

Cuando miramos la conceptualización de filosofía enseñada en la escuela, colegio y hasta en la universidad, vemos que, esta es limitante en cuanto a la comprensión que tienen los pueblos negros en Colombia frente a la filosofía y su quehacer. Para Maturo Graciela (2007) “la filosofía occidental propone conceptos y teorías importantes que nos ayudan a comprendernos a nosotros mismos y a reconocer nuestra identidad cultural”. (p.11). Lo anterior puede ser un acierto cuando se está hablando de personas, comunidades y culturas no negras, ya que la filosofía eurooccidental ha tenido un papel sustancial en la comprensión del ser humano y su relacionamiento con el mundo en tanto un ser humano y mundo blanco, la misma ha sido la que ha definido el concepto lo bello (la belleza), de lo estético, del arte, del conocimiento, de la moral y la ética, que las personas descendientes de ancestros africanos esclavizados no poseíamos ni éramos digno de ella.

Es incomprensible entonces que sea esta filosofía la que nos permita comprendernos y reconocer nuestra identidad cultural que por siglos ha sido clandestinizada, invisibilizada, marginalizada y expulsada de todos los escenarios de la sociedad y los centros de formación.

R. L. Brett (1959) en “La filosofía de Shaftesbury y la estética literaria del siglo XVIII” , al referirse a la filosofía de Shaftesbury afirmaba que, era necesario reconocer que en la obra de este pensador no se encuentra un sistema coherente o comprensivo. El mismo dijo que “la forma más ingeniosa de hacerse tonto” es por afición a los sistemas. […] asegurando además que la falta de sistematización en el desarrollo de su obra es lo que no permite estimular el reconocimiento de la importancia de su obra y, como pensador. “Sin embargo, este hecho no es siempre una desventaja, pues lo releva de la obligación de encuadrar todas sus observaciones en una estructura ordenada y cerrada que rechace los elementos rebeldes”. (p.60)

Como Shaftesbury, intelectuales afrodiaspóricos en América y principalmente en Colombia, se han resistido-negado a que sus desarrollos literarios, teóricos comunitarios y filosóficos sean adheridos a una escuela o corriente de pensamiento única, eurocentrada, por ello, optan por hablar de la insumisión epistemológica, del cimarronismo intelectual, de las suficiencias íntimas, de la clandestinización del pensamiento afrocolombiano, de la intelectualidad diaspórica negra y afrocolombiana, del pensamiento cimarrón, de las intelectualidades y pensamientos filosofías afrodiaspóricas propias; permitiendo hacer de la razón, la experiencia colectiva y las emociones herramientas y elementos consustanciales en sus observaciones y desarrollos.

Es necesario por tanto, hacer de la filosofía algo bello, alcanzable y comprensible, al menos, para todos y todas en la comunidad / sociedad en que nos encontramos, desde las representaciones propias de cada grupo étnico y social.

Es entonces, cuando nos encontramos con filosofías o pensamientos filosóficos afrodiaspóricas como el Muntú, la Triada, el Vivir Sabroso y otros tantos que se encuentran en las prácticas de la cotidianidad de la vida y fuera de los desarrollos conceptuales, así pues, aquí, no pretendemos recrear el concepto de filosofía occidental ni intentaremos acomodarlo al ejercicio de la praxis de la gente negra de río, sino que, y por el contrario, apostaremos por una recreación de una visión de filosofía desde un ejercicio (que buscamos sea) propio.

La filosofía del Chu – Blum, como todo, o al menos como muchas cosas, tiene una historia que considero importante recrear. Hace un tiempo, mientras estaba en calidad de escuelante en uno de los procesos de formación política, territorial y étnica negra con el Proceso de Comunidades Negras (PCN) en el municipio de Guachené, Cauca; después de una semana de aperturas a nuevos aprendizajes, nos encontrábamos realizando el cierre de este proceso. Así pues, decidimos compartir alrededor de la palabra armonizadas con una de las bebidas ancestrales-tradicionales de la gente negra en Colombia, el Viche, para este momento acompañamos la integración – esparcimiento con Viche Curado. Después de una avanzada en ancestralidad, me encontré en medio de un viaje, o como decimo en nuestros espacios, una especie de juma1. Estando así, me perdí en las profundidades de la memoria, de la añoranza, y, viendo como el orientador de la sesión de ese día y mis herman@s de proceso disfrutaban de la piscina que había en el espacio, me vino a la cabeza desde una dimensión aún desconocida por mí, reflexionar sobre la importancia del agua río y mar para las comunidades negras que habitamos sus orillas y el relacionamiento que como seres humanos construimos con la naturaleza, la naturaleza río o mar, en tantos íntimos vínculos que se siembran/construyen de y para la vida.

En medio de ese viaje, se me fue el pensar hacia la radicalidad que tenía el acto de tirarse, lanzarse, sumergirse en la profundidad del río. Una profundidad que a veces es desconocida para quien decide sumergirse. Fue así como evocando ni niñez en el río San Juan en el Chocó, en la comunidad de Noanamá; me vino a la memoria el sonido que hace el río al entrar en contacto con el cuerpo humano que está a punto de sumergirse en él, pensé en el acto de tirarse, de ser observado, de ser escuchado por quienes están fuera en la superficie tierra, pensé en el viaje hacia la profundidad entre el momento en que el ser humano hace contacto con el río y se integra a él.

Así pues, en medio de mi reflexión evocando mi niñez, recordando las palabras compartidas con mis herman@s en ese momento y, quizá, atravesado por las palabras, las luchas, las filosofías escuchadas en la formación de esa semana; llegué a la conclusión de que el Chu-Blum no acepta negociación alguna, es una práctica radical que tenemos como comunidades negras ribereñas y/o marítimas; fue así como en el marco de estas reflexiones fue necesario aburrir a mis herman@s a través de la palabra propiamente expresada, fue necesario hablar por más de 4 horas seguidas sobre cómo el Chu-Blum era una filosofía radical para gente negra de río y mar.

Para comprender entonces la filosofía del Chu-Blum, es necesario romper con algunos pensamientos o definiciones conceptuales instaladas ya en nuestras mentes, es necesario hacer de la aberración una postura de apertura a los conocimientos otros; conceptos como onomatopeya, sonido, filosofía, entre otros que podrán ser evocados por el lector o lectora para dar una explicación ligera, sin embargo, estar muy atento. Dicho lo anterior, e intentando lograr una comprensión, se hace necesario hacer un reconocimiento, un sumergimiento leve a desarrollos de filosofías propias de la gente negra en Colombia, buscando así, un acercamiento epistémico-conceptual desde lo que se presentará aquí.

En ese sentido, encontramos en materia de pensamientos filosóficos afrodiaspóricos propios, la filosofía del Muntú, desarrollada por el Maestro Zapata Olivella, en cuanto a esta, afirma que:

En el contexto de la tradición oral, transmitido en su propia lengua o a través de la impuesta por el colonizador, el concepto de “persona” integrada al ámbito de la “familia” y al medio ambiente, concepto que no es otro que el que entraña la palabra “muntú”, […]. Este término es intraducible a los idiomas extraños a África, porque su semántica está estrechamente ligada a un modo peculiar de vida de sus culturas. El muntú concibe la familia como la suma de los difuntos (ancestros) y los vivos, unidos por la palabra a los animales, los árboles, los minerales (tierra, agua, fuego estrellas) y las herramientas, en un nudo indisoluble. […]. Una filosofía vital de amor, alegría y paz entre los hombres y el mundo que los nutre. (1997, p.362)

Asimismo, encontramos que otros de los pensamientos filosóficos afrodiaspóricos consustanciales, es la filosofía de la Triada, desarrollada por el maestro Alfredo Vanín Romero, quien, citado por García Rincón, Jorge E. (2009) explica que el Mundo de los pueblos afro del Pacífico colombiano se integra en tres niveles:

Los pueblos del Pacífico han construido un mundo en tres niveles: el mundo de aquí (lo visible), el mundo de arriba (lo divino) y el mundo de abajo (los muertos, fantasmagorías, espantos, etc.). Los tres mundos no están separados, al contrario, conviven y se relacionan como partes de un todo (p. 104-105).

Estos desarrollos filosóficos afrodiaspóricos propios de la gente negra en Colombia son elementales para la comprensión de la filosofía del Chu–Blum que se presentará aquí. Es necesario entonces como lo desarrollaron Zapata y Vanín romper con las limitaciones impuestas por la academia tradicional y hacer un ejercicio de ser-comprender las dimensiones del relacionamiento que la gente negra ha establecido y construye con la naturaleza. Es necesario ampliar el espectro para entender los vínculos indisolubles que existen entre el ser humano y la naturaleza en sus múltiples expresiones; vínculo que, para el caso de los pueblos negros principalmente en la ruralidad, comienza desde el momento en que se nace, cuando el cordón umbilical es cortado de la madre biológica, para ser entregado a la madre tierra a través de la práctica del ombligamiento, vínculo de vida que se estable en ese momento para toda la vida e incluso más allá del plano terrenal.

Son estos los relacionamientos que los autores antes citados mencionan en sus desarrollos filosóficos, es por ello que no es posible hablar de familia sin tener en cuenta a los muertos, ánimas, espíritus de ancestros difuntos (los de abajo), a los animales, los minerales, los árboles (los de aquí) y las deidades o divinidades (los de arriba); son estos conglomerados de relaciones no plenamente humanas que hacen y permiten el ser en su individualidad y el ser colectivo de la gente negra. Así pues, como lo desarrollan las filosofías preciadas del Muntú y La Triada se evidencia que el relacionamiento de las personas y comunidades afrodescendientes con la naturaleza y sus elementos es parte de lo abre la puerta de lo que me propongo desarrollar en cuanto a la filosofía radical del Chu–Blum.

Es de mi responsabilidad ética advertirle al lector o lectora que lo propuesto a continuación en cuanto a la Chu y el Blum, es un análisis e interpretación completamente personal – vivencial.

En el Chu, que es su esencia representa al Ser en su individualidad y su colectividad, en tanto quien se está sumergiendo como quienes están fuera y escuchan-ven el Chu, son uno solo, el Chu, es un punto de partida que encontramos en el momento en que el cuerpo del ser humano está haciendo contacto con el ser río, es un momento importante porque es el resultado de una acción que ya no tiene reversa, no tiene ni hay posibilidad de volver, de retroceder. Ese acto, es el acto de tirarse, una vez se tira el cuerpo ser humano, ya no hay vuelta atrás, solo queda caer. El Chu, es también, el momento en que el ser humano que se lanza hace contacto y escucha antes de sumergirse en la profundidad, escucha «Chu», pero a su vez, también es escuchado por el ser humano observador, por quien está fuera mirando o no la acción. Esta persona que mira y/o escucha, tiene un papel importante en tanto colectivamente es o son quien-es dará-n fe plena de la acción, del sonido, de la radicalidad.

En el Blum, se representa la integración entre el ser humano y el ser río. El Blum es un punto de llegada donde el límite es impuesto tanto por el ser humano como por el río; es el momento en que el ser humano va hacia la profundidad, hacia lo desconocido, es el momento en que el este viaja a través del ser río, en que vuelve al vientre de la madre naturaleza, en que se sumerge en ella, es importante en tanto se está física y espiritualmente dentro de la naturaleza. Este sumergimiento se puede recrear el momento cuando nos encontrábamos en el vientre materno lleno de agua, agua. En este momento no hay más testigo que el ser río en su profundidad (quizá algunos peces) y el ser humano que se sumerge en la naturaleza río; ambos son testigos del acto, de los movimientos y de la profundidad del viaje.

La recreación de este hecho no es al azar, no es solo una cuestión de sonido, de onomatopeya, es la recreación viva y latente de cómo las comunidades negras viven el día a día en los territorios, la recreación práctica de una de las filosofías radicales en cuanto el río como un escenario de libertad. Es la forma en que entendemos la vida, el accionar político, social, étnico y cultural. Por ello, una vez se es, nunca jamás se deja de ser. En el Chu-Blum también es vivir en su plenitud, pero se puede morir, ya much@s herman@s han quedado en ese viaje.

Chu-Blum, denota una forma radical de pensar y actuar de las personas y las comunidades afroribereñas en su cotidianidad, he aquí una historia de la vida:

Hace unos años, cuando aún las antiguas FARC-EP estaban en diálogo con el gobierno nacional, estas transitaban con regularidad por las de las comunidades negras del río San Juan, un día, en medio de las celebración de las fiestas patronales – tradicionales de una estás comunidades, la gente que se habían ido por motivos varios, había vuelto para reencontrarse con los suyos y disfrutar de las fiestas; en medio de estos se encontraba el señor Ángel Cristino A., nativo de la comunidad y del río, el mismo había sido desterrado hacía ya más de cinco (5) años.

A la festividad, llega entonces quién hacía de comandante en jefe de la guerrilla en esa zona.

El comandante en jefe al ver a Ángel Cristino A., le dice en tono autoritario, como quien da una orden a un subordinado, “señor, usted no tiene porqué estar aquí, se me va ya mismo o no respondo y se atiene a las consecuencias”.

  • Ángel Cristino reflexiona un momento, y al instante responde con una fuerza y vitalidad, que solo pudo ser heredada de sus ancestros: “Yo nací aquí, aquí me crié, aquí crecí, yo soy de aquí. Usted es quien no es de aquí, y quien se debe y se va a ir. Porque de mi pueblo no me voy”.

Hace ya cerca de un año, Ángel Cristino A. murió de causa natural en un pueblo que no era su comunidad. Sin embargo, como de costumbre y cumpliendo su deseo y el deseo de su madre. La familia lo llevó (trasladó su cuerpo) hasta su comunidad donde fue velado y acompañado al son de los cantos, los alabaos, los rezos, el viche, la tristeza, el llanto, los juegos de dominó en su comunidad y por más de siete (7) de las comunidades vecinas que fueron a acompañar. Fue enterrado en el cementerio de su comunidad junto a sus ancestros, junto a su padre, su abuelo, su abuela y demás familiares y miembros de la comunidad ya difuntos.

El señor que hacía de comandante en jefe, después de la firma del proceso de paz, abandonó la zona. Sin noticias de su paradero. En cuanto a Ángel Cristino A. está con los suyos y en su comunidad.

El Chu-Blum, es la radicalidad de pensamiento y la práctica en la cotidianidad de las comunidades negras de río en contexto como el de la guerra que se ensancha y azota desmedidamente a los grupos étnicos. En el Chu-Blum no hay vuelta atrás, es en sí mismo la vida y su forma de caminarla, pero también puede ser la muerte. Es la recreación y la representación práctica del cimarronaje radical, el enraizamiento territorial del ser humano.

*Nacido y criado en la comunidad afro-rural-ribereña de Noanamá, Medio San Juan, Chocó. Descendiente del río, las plantas y los árboles. Afroribereño, cimarrón, caminante de las memorias ancestrales negras y amante de la libertad. Bachiller técnico agroambiental y ecológico de la I.E. Luis Lozano Scipión, Condoto. Estudiante del programa de Sociología en la Universidad de Antioquia, militante del Proceso de Comunidades Negras (PCN) y del Colectivo de Estudiantes Afrocolombianos/as en la misma universidad -AfroUdeA.

Bibliografía

García Rincón, J. (2009). Sube la marea. Educación propia y autonomía en los territorios negros del Pacífico. Tumaco: Edinar.

R.L. Brett. (1959). La filosofía de Shaftesbury y la estética literaria del siglo XVIII. Argentina. Universidad Nacional de Córdoba.

Matura, Gracela. (2007). Filosofía y literatura de América Latina: un enfoque fenomenológico – hermenéutico de las letras. Manizales: Editorial Universidad de Caldas.

Zapata Olivella, M. (1997). La rebelión de los genes. Altamir Ediciones.

1 Estar un poco armónico-reflexivo por los efectos de la bebida ancestral. En otros términos, más coloquiales, estar un poco ebrio.

Sobre el Autor: admin