Del decenio y sus vicisitudes

Por Última actualización: 18/11/2024

Por: John Henry Arboleda Quiñonez

El Decenio Internacional para los Afrodescendientes, proclamado por la resolución 68/23 de la Asamblea General de Naciones Unidas, para los años 2015 a 2024. Uno de los objetivos que se buscó con la declaración del Decenio, fue hacer un mayor hincapié en la significativa contribución realizada por las personas afrodescendientes a las sociedades. Adicionalmente se propuso la creación e implementación de medidas concretas para promover la plena inclusión, la lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.

Desde esa iniciativa se pretendió avanzar en la materialización de principios de igualdad, equidad y justicia, a través de mecanismos de participación que apuntarán a desarrollar políticas públicas, planes, programas y proyectos para la superación de las desventajas estructurales vividas-padecidas por la población afrodescendiente en el mundo.

En ese contexto, el Decenio también buscó combatir el racismo estructural y todas las situaciones que de él se desprenden, tales como los prejuicios, estigmatización, exclusión y discriminación por motivos asociados a la pertenencia étnico-racial de las personas negras.  Con todo lo anterior se intenta implementar una serie de actividades políticas y administrativas en los diferentes países miembros de Naciones Unidas, buscando saldar la brecha existente entre las condiciones de vida de las personas de ascendencia africana y el resto de los grupos étnicos en el mundo.

Otro aspecto relevante de esa declaración es el énfasis que hace en el hecho de que las doctrinas de superioridad racial o cultural son científicamente falsas, moralmente condenables, socialmente injustas y por ende deben rechazarse. Todas esas disposiciones fueron anunciadas con bombos y platillos por la Naciones Unidas y publicitadas con entusiasmo por el grupo de agencias de cooperación internacional que funcionan en torno a esta organización.

A pesar de ello, esas declaraciones han ido quedando reducidas a expresiones de buena intención, y reparación simbólica de las existencias de las personas pertenecientes a la diáspora africana. Realidades que van muy en contravía de los ejes definidos para combatir el racismo por esta organización (reconocimiento, justicia y desarrollo). Lo que muestran las condiciones actuales, son cambios político-sociales que apuntan al detrimento de las dignidades de las poblaciones étnico-racialmente identificadas como negras. El resurgimiento de las tendencias de ultraderecha en el mundo, con el fortalecimiento de sus propuestas de sociedad; la exacerbación de neo-racismos; las puestas en circulación de fatídicos exotismos; y, la vertiginosa pauperización de las vidas de la gente negra en el mundo, se convierten en ecos disonantes de la intencionalidad inactiva de Naciones Unidas con respecto a las poblaciones afrodescendientes.

Hoy algunas de las iniciativas para la implementación de la declaración quedaron limitadas a la escenificación de una serie de espacios “político”- académicos agenciados por una camarilla de jinetes del Decenio. Quienes van de evento en evento, recorriendo distintas geografías, simulando agendas contra hegemónicas que se destacan por su poca efectividad en las esferas institucionales, y su nula comprensión-participación de las realidades vividas al interior de las comunidades que dicen apalabrar. Esos agenciadores y agenciadoras del Decenio conforman una pseudo-elite afrodiaspórica que, a partir de seminarios, congresos, coloquios estructuran y re-estructuran colectivos con nombres e ínfulas de trascendencia trasnacional. Pero, esos mismos colectivos en su funcionamiento fortalecen una burocracia movida por las ayudas y apoyos de la cooperación internacional. Así la posibilidad de concreción de las búsquedas del Decenio queda diluida en las vicisitudes propias de un campo político tensionante y contradictorio.

Esas ubicaciones políticas y sociales hacen que el Decenio Internacional para los afrodescendientes este atravesando toda suerte de tensiones en su implementación. Las articulaciones políticas que fincaban sus esperanzas en estas disposiciones institucionales, de carácter internacional, ven cada vez más lejanas las posibilidades de materialización del ambicioso plan contenido en la mencionada declaración. Es por eso que, a las mujeres y hombres afrodescendientes les sigue correspondiendo la penosa labor de asumir, personal y colectivamente un sinnúmero acciones de defensa contra los intentos de disminución en su dignidad. Constantemente se ven en la obligación de repeler las imposiciones sociales, a través de estrategias de re-existencia y demostraciones de repertorios de rehumanización.

Las exigencias hechas por los grupos sociales organizados buscan reducir las brechas históricas en que han vivido y reconstruido sus proyectos de vida. Lo anterior deja en evidencia la necesidad de poner en marcha todas las fuerzas político-sociales, aunadas a una disposición gubernamental y administrativa que garanticen la consecución de los objetivos establecidos en la declaración del Decenio.