Apoyo a Francia Márquez

Por Última actualización: 19/11/2024

 03 de marzo de 2022

 

 

Por: Arleison Arcos Rivas

Si gana o no la consulta presidencial del Pacto Histórico, aunque resulta importante como resultado electoral, no es lo que verdaderamente me importa de la postulación de Francia Márquez en estas elecciones: La enorme potencialidad movilizatoria del pueblo afrodescendiente requiere dar el paso definitivo hacia la configuración como alternativa de poder; asunto largamente aplazado por las prácticas faccionalistas, personalistas y clientelares que atentan contra un proyecto político de base étnica en Colombia.

La constitución de un sujeto político no se agota en un proceso electoral. De hecho, la afrodescendencia, entendida como una ruta libertaria para ahondar las potencialidades emancipatorias del pueblo descendiente de africanas y africanos en Colombia y América, implica el emprendimiento de formas de activación y movilización que no responden a las dinámicas de la agitación partidista, a las animosas vertientes de las autoconvocatorias y, menos aún, a las convenciones que agrupan a las tradicionales familias clientelares que tanto daño y dolor perpetúan en nuestros campos, poblados y ciudades.

El poderazgo, configurado en la activación étnica contra la opresión y la subrogación estructurales, rompe con la ilusión conformista tras los “mitos de armonía racial” con los que se configura la imagoloquía del dominio político de los criollos de europeo en las naciones americanas. El emprendimiento de rutas afirmativas propias se inscribe en el relevamiento de figuras, experiencias y aportaciones con contenido étnico identitario que van sumando hitos, eventos y manifestaciones asociadas a las distintas maneras de hacerse presente y concretar el quehacer programático que recoja las diferentes componentes de la vida social, económica y política como afrodescendientes.

Tales mitos de armonía racial alimentan la patología de la homogeneidad, en la que el otro existe como una especie de espejo referencial; nunca como un ser dotado de identidad en sí mismo. Es un no-ser de piel negra, como denuncia Fanon con insistencia, recubierto, capturado e imaginado en máscaras blancas.

Por eso entusiasma la aparición y consolidación de Francia Elena Márquez Mina como figura política, pues su presencia y visibilidad no se reduce a un calco mimético de las formas voluntaristas de ocupación del espectro electoral. Francia es un rostro diferente y una voz alternativa; configurada como un momento de negación en la dialéctica de la política nacional; en la medida que implica el rechazo a la invisibilidad, la impotencia y la revictimización, que pone al “negro” en un eterno lugar mudo, dependiente e indiferenciado.

Francia Márquez tampoco es una efigie perfilada de manera prototípica. Es una mujer, madre, campesina; afrodescendiente formada en el activismo ambiental y de género, con títulos universitarios acumulados en medio de la zozobra de las amenazas y el agite de la movilización social. Su voz ha madurado en la década más tortuosa para las y los líderes y dirigentes sociales que promueven derechos humanos, agitan reivindicaciones étnicas, convocan a la dignidad de los pueblos, acompañan la recuperación de la tierra y persisten en el reclamo y sostenimiento de la vida en el territorio.

Cada discurso de Francia Márquez está cargado de simbolismos y significados que toman cuerpo en palabras sufrientes, denuncias dolorosas y propuestas optimistas y rupturistas para enfrentar la cultura de la muerte y avivar un pacto social en el que la vida ocupe un lugar histórico. Su sola presencia en los debates debió ser requerida y exigida, como consecuencia de la inveterada monocromía y silenciamiento de “los nadie”, cuyo color de piel y trayectoria identitaria ofusca y resulta todavía extraña e indeseable a las elites y sus opinadores vigilantes.

Apoyo a Francia Márquez, porque es mujer y creo en el potencial transformador de la ética del cuidado en la política. La ética del cuidado rompe contra las mistificaciones de la racionalidad, y abre la política a la consideración de las relaciones, las prácticas, las actitudes, los sentimientos que ponen lo común como referente de la responsabilidad pública.

Apoyo a Francia Márquez, porque conoce el campo, al campesinado y la ruralidad colombiana, y en sus diferentes intervenciones ha planteado estrategias consistentes para hacer frente a las afectaciones de la minería ilegal, la permanente devastación de la tierra y los ríos, y frente a las violencias acumuladas por la omnipresencia del conflicto armado en los territorios propios.   

Apoyo a Francia Márquez, porque tiene un firme y decidido compromiso con la paz. Desde las marchas y emplazamientos que ha animado, hasta su aporte en el capítulo étnico en los Acuerdos de Paz, con su posterior liderazgo en el Consejo Nacional de Paz, ha puesto en riesgo su vida para que conozcamos la inseguridad, violencias y luchas de quienes resisten en los territorios ancestrales. 

Apoyo a Francia Márquez, porque no es emisaria de las elites y esto le pone de cara a los pueblos olvidados. Porque su voz se vuelve cada vez más firme cuando se suma a la de las y los muchos que azuzan la apertura del espectro electoral nacional y batallan, voto a voto, por complejizar la presencia y vitalidad de los pueblos étnicos, campesinos y empobrecidos en un proyecto político que les resulte “nuestro”.

Apoyo a Francia Márquez, porque es afrodescendiente, y creo que llegó la hora de crecer en la consolidación del poderazgo.

Sobre el Autor: Arleison Arcos Rivas

Arleison Arcos Rivas