20 de agosto de 2024
Por: John Jairo Blandón Mena
Uno de los problemas graves de los proyectos políticos alternativos en buena parte de los países latinoamericanos es la falta de sucesión en los liderazgos. Es muy común que los líderes, que asumen o son electos para altas dignidades, terminen siendo considerados mesiánicos e irremplazables, y quienes se alistan en su relevo no proyectan su misma estatura intelectual, política, ética o de estadista.
Parece algo natural: los líderes en ningún ámbito nacen, ni se hacen cotidianamente. Sin embargo, los proyectos políticos deben propiciar el surgimiento permanente de cuadros con la capacidad de iniciar o continuar transformaciones. Lo contrario sería resignar las ejecutorias a cortos periodos de gobierno, sin la idoneidad de convertirse en verdaderos cambios estructurales para una nación.
Actualmente, el progresismo político en Colombia vive esta situación. Los sectores alternativos que construyeron por décadas la victoria de Gustavo Petro, pareciera que por indefinición y tensiones internas no están proyectando la continuidad de la propuesta de cambio iniciada con el actual gobierno. Las decisiones del Pacto Histórico no pasan por el debate interno de los partidos y los movimientos que lo conforman, sino por las disposiciones del primer mandatario.
No se evidencian liderazgos individuales o colectivos en los 12 partidos integrantes del Pacto Histórico que orienten sobre el devenir de las colectividades. Por eso, fuera de la Asamblea de Colombia Humana y algunas reuniones nacionales del Polo Democrático Alternativo, los demás partidos parecen fenecidos y ausentes del debate político nacional.
Lo del Partido Único fue una propuesta lanzada por el presidente Petro por la red social X en enero de este año; y hasta ahora, no ha sido desarrollado, ni abordada seriamente por ningún partido del Pacto Histórico, salvo cuando el mismo Petro la concretó y logró que fuera aprobada por la Colombia Humana con su asistencia a la asamblea de este partido en los últimos días.
Los liderazgos tampoco han sido visibles en general en los congresistas del Pacto Histórico. Sus 20 senadores y 27 representantes a la Cámara no han podido posicionar las prioridades del Gobierno en el legislativo. Muchos de esos 47 parlamentarios fueron designados en las listas cerradas directamente por el entonces candidato Petro, sin que necesariamente fueran lideres políticos en sus territorios; y esa condición antidemocrática, dejo por fuera verdaderos liderazgos, como el de las poblaciones afrodescendientes.
Lo que tranquiliza es que los partidos de derecha no cuentan con un prospecto serio de líder. Sus remedos de candidatos no alcanzan a representar integralmente la oposición, ni el proyecto antiprogresista. Y si hoy fueran las elecciones, lo único que les arrebataría la victoria a los sectores progresistas sería una mala elección de un candidato, o una coalición equivocada con falsos representantes del cambio.
En este escenario, urge trazar desde los partidos, colectivos y organizaciones integrantes del Pacto Histórico la ruta para ganar las próximas elecciones parlamentarias y las presidenciales. El Gobierno Nacional tiene que hacer su trabajo consistente en la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo. Embelesarse en sacar reformas en un Congreso con mayorías adversas puede generar frustraciones. Entretanto, los partidos y colectividades deben dedicarse a la concreción de la hasta ahora inexistente estrategia política para vencer electoralmente.
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