S.O.S por la salud mental en Colombia

24 de agosto de 2021

Por: John Jairo Blandón Mena

 

La semana pasada el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) entregó cifras que revelan datos alarmantes sobre el crecimiento del suicidio en Colombia. Sólo en los primeros cuatro meses de este año se presentaron 958 casos. Jóvenes entre 20 y 24 años son los principalmente afectados. El denominador común de la mayoría de estas historias es la evidencia de trastornos mentales consecuencia de problemas socioeconómicos y por la incertidumbre sobre el futuro. Y, la verdad, es que tal como lo reclamaron los jóvenes en el paro reciente, aquí para ellos no hay garantías de una vida digna.

En febrero del año pasado la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez expresó que en Colombia había demasiados psicólogos e instó a los jóvenes que no estudiaran esa carrera. Ésta, como casi todas las aseveraciones de la despistada funcionaria carece de fundamento y de veracidad. Nosotros tenemos tasas bajas de psicólogos comparativamente con países de la región y de otras latitudes. De acuerdo al Atlas de la Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud, mientras aquí hay 11 profesionales en psicología activos por cada 100.000 habitantes, en Argentina hay 200, en Finlandia 57, en Francia 48, en Estados Unidos 29 y en Brasil 12.

Lo que si es cierto; es que no existe en Colombia un Sistema de Salud Mental como en Argentina o un Instituto de Salud Mental como en los Estados Unidos que vincule y articule el accionar de los profesionales de esta área para impactar en el bienestar emocional, psíquico y social de la población. El texto garantista de la ley 1616 de 2013 que regula el tema, como la misma Constitución y tantas otras leyes, se quedó en letra muerta.

Buena parte de los psicólogos en Colombia terminan trabajando en el sector privado seleccionando personal o en el sector educativo privado (porque en el publico el déficit es inmenso); y, desde el Sistema de Salud colombiano lo único que existe es la Gestión Integrada para la Salud Mental, que no es un cuerpo funcional de prevención y atención, sino un conjunto de políticas y lineamientos contenidos en centenares de decretos, normativas y circulares que orientan las acciones del sector privado y las incipientes del público en esta materia. 

Entretanto, el Estudio Nacional de Salud Mental de Colombia revela que el 40% de la población nacional ha sufrido o sufrirá algún tipo de trastorno mental en su vida. Y, 8 de cada 20 colombianos presentaron trastornos psiquiátricos alguna vez. Los más frecuentemente identificados fueron los trastornos de ansiedad, de estado de ánimo, de uso de sustancias psicoactivas, depresión, bipolaridad, demencia y esquizofrenia.

 

Lo anterior se agudiza en un país como el nuestro con los altísimos niveles de violencia, de desempleo, de inseguridad ciudadana, de empobrecimiento; y en general, de desesperanza. Lo lamentable, es que en un panorama tan sombrío, en vez de aparecer voces que alienten a la sociedad, emergen posiciones que reprueban las carreras de las ciencias humanas como lo hizo la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez, y como lo había hecho antes Colciencias al focalizar sus becas doctorales solo en disciplinas de las ciencias exactas. Hoy más que nunca es necesario enarbolar la idea planteada recientemente por la filósofa estadounidense Martha Nussbaum:

 

“Las Ciencias Humanas son imprescindibles para la salud mental de las democracias, dado que se constituyen en la mejor manera de promover la convivencia, comprender la historia, la cultura, consolidar la empatía y, muy especialmente, desarrollar el pensamiento crítico y argumentativo, que se requiere para garantizar que en las democracias primen las ideas que procuran el bienestar común y convivan perspectivas múltiples”.

 

Y también hay que decirlo: ningún candidato o precandidato presidencial ha siquiera puesto este tema dentro de su agenda. Yo creo que, en ellos, por la forma rapaz como se disputan el poder, algo o mucho de trastorno mental habrá.

 

 

Sobre el autor

Doctor en Educación de la Universidad Católica Luis Amigó. Magíster en Educación del Tecnológico de Monterrey. Especialista en Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Especialista en Métodos de Enseñanza Virtual de la Universidad Católica del Norte. Especialista en Estudios Afrolatinoamericanos y Caribeños de Clacso. Abogado de la Universidad Católica Luis Amigó.   Se ha desempeñado como docente universitario. Coordinador del Equipo de Trabajo de Medellín en el Proceso de Comunidades Negras (PCN). Coautor de libro: Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias. Editorial Poder Negro. 2015.
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