16 de agosto de 2021
Por: Gustavo A. Santana Perlaza[i]
En el año 2013 conozco el barrio Llano Verde. Mi familia fue beneficiada con una vivienda en la urbanización ubicada en la Comuna 15 de Cali, parte de un programa de viviendas gratuitas liderado por el gobierno Nacional. El lugar está conformado por 11 manzanas, 4.319 viviendas, de las cuales (3.521 son de víctimas del conflicto armado y 798 del Plan Jarillón que se encontraban en zona de riesgo). Llano Verde para mí fue la oportunidad de convivir con personas con características equivalentes, la mayoría somos del Pacífico, afros y víctimas del conflicto armado. Me gustaba sentirme identificado y compartir con quienes han vivido afectaciones similares a las mías. Fue un reencuentro con paisanos y familiares que se encontraban dispersos por la ciudad, las cotidianas visitas volvieron.
Los hechos sociales que constituían los barrios y asentamientos donde habitábamos en Cali, también se trasladaron hasta este nuevo contexto. Prácticas y discursos ilegales se fueron instalando poco a poco, adueñándose de áreas geográficas e imponiendo reglas, códigos y normatividades que rigen la zona. La crisis social se fue agudizando al pasar el tiempo, diferentes organizaciones criminales se fueron apoderando y disputando el control para el desarrollo de sus actividades: sicariato, micro narcotráfico y extorsiones.
Llano Verde fue noticia el 11 de agosto del 2020 por un magno acontecimiento sangriento y truculento que enlutó la existencia de sus pobladores, este hecho estuvo en boca de toda Colombia y parte del mundo. La masacre de 5 jóvenes fue la excusa para que se hablara de esta zona marginalizada, de gentes que coexisten con la delincuencia y la violencia. Mostrando la sensibilidad de algunos frente a los actos de crueldad, evidenciada en las diversas movilizaciones e intervenciones políticas que desde distintas esferas se produjeron, y de la misma forma, exponiendo los imaginarios y representaciones sobre la población afro en Cali y Colombia, desmantelando la coyuntura racista, poco empática y cruel de la realidad.
Fueron muchas las noches en las que no pude conciliar el sueño, no comprendía que las vidas de las y los jóvenes afrocolombianos no tuvieran ningún valor en este país. El insomnio me provocó pensar y repensar la truculencia de Llano Verde, las muertes sistemáticas de jóvenes racializados; e inspirado en las aportaciones de José Manuel Valenzuela, Rossana Reguillo, propuse hablar de afrojuvenicidio con la intención de develar, nombrar, cuestionar y denunciar tanto el vaciamiento de significación humana, la precarización objetiva y subjetiva que pone en riesgo la vida, como los métodos de las violencias hacia las y los jóvenes afros. Por ello, el afrojuvenicidio es la violencia extrema y sistemática contra personas juvenizadas objeto de deshumanización, cuerpos racializados: matables que habitan territorialidades con escaso capital social que degrada los modos de ganarse la vida, donde el control y el poder lo ejercen los dueños de la economía de la muerte que satisfacen el libido con la expropiación del valor de las y los jóvenes.
El afrojuvenicidio del 11 de agosto del 2020 en Llano Verde, fue un acto de máxima crueldad; torturados, mutilados, asesinados, aniquilados de la peor manera. Rememorar aquellas imágenes que ilustraban y decantaban el atroz extermino de 5 jóvenes entre 14 y 16 años me angustia y entristece. Después de un año duele, y mucho, los hechos que acontecieron, la injusticia y la violación prolongada de derechos. Hasta el momento no conocemos ¿Quién los mato?, ¿quién interrumpió sus sueños?, los ¿Por qué? de tan extrema depredación, seguimos exigiendo justica, verdad y reparación para las familias que deben afrontar esta difícil realidad sin sus seres queridos.
“Las vidas de los negros importan” “Nuestros pueblos importan”, son lemas que utilizamos los movimientos sociales afrocolombianos y activistas para denunciar el constante ametrallamiento e injusticia simbólica y física de los cuerpos y territorios racializados. Los sucesos en Llano Verde me llevan a pensar en la indolencia de un país que no siente ningún interés por quienes nacimos y vivimos en estas zonas, un tipo de desterritorialización y etiquetamiento que excluye y criminaliza la existencia. La masacre de los jóvenes en el cañaduzal, según, medios de comunicación, redes digitales y la población mayoritaria de Colombia, se explicaba porque “andaban en cosas raras”. Con esto se pretendía justificar el exterminio desenfrenado que acabo con la vida y los sueños no solo de estos jóvenes, sino de familias enteras. ¿La vida de los negros no importa nada?
Frantz Fanon (1963) manifiesta que, la aparición del colono ha significado sincréticamente la muerte de la sociedad autóctona, letargo cultural, petrificación de los individuos, que adoctrinó integralmente hasta nuestros días al colonizado. Carimbas mentales muy difíciles de borrar que rigen y regulan todas las dimensiones de la vida. Los discursos del grueso de colombianos sobre el caso de Llano Verde son el reflejo de un Estado racista e indolente que avala la muerte y el sacrilegio de ciertos cuerpos, víctimas de la diferenciación colonial.
Hoy, seguimos recordando a los 5 de Llano Verde; jóvenes a quienes se les expropio la vida y se les negó la posibilidad de construir sus mundos de sentido. Son muchos los interrogantes y preguntas que invaden este afrojuvenicidio, pero sin duda, su funcionalidad se dinamiza a través de la relación entre opresiones que se interceptan como dispositivos de poder que organizan y convergen para generar, en cada contexto social y político una matriz de dominación. La lucha por la justicia seguirá hasta el final de nuestros días. Álvaro, Jair, Josmar, Luis y Léider, su memoria vive con nosotrxs y alimenta la guerra, la disputa en busca de dignificación para nuestros pueblos inundados de dolor y sangre.
JUSTICIA PARA LOS 5 DE LLANO VERDE – ¿QUIÉN LOS MATO?
[i] Hijo del Pacífico Sur, nacido en El Charco Nariño y criado a las orillas del río Tapaje. Trabajador social disidente y Maestrante en Estudios Culturales Latinoamericanos. Miembro del Centro de Estudios Afrodescendientes – CEA de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y militante del Colectivo Afrojoven. Interesado en investigar, problematizar y transformar la coyuntura presente que compone las realidades desigual-mortíferas. Líneas: epistemologías cantadas y contadas, afrojuvenicidio, las violencias, economía de la muerte, estudios culturales y afrocolombianos, antropología social y trabajo social disidente.
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