Colombia feminicida
Por: John Jairo Blandón Mena
Buena parte del país no sale de su indignación ante el asesinato antier en Rionegro (Antioquia) de la niña de 18 meses Sofía Cadavid a manos de su propio progenitor, ese sentimiento tendría que ser permanente porque en lo que va corrido de este año hasta hoy sábado que escribo la columna, en Colombia se han perpetrado 570 homicidios en contra de mujeres motivados por su condición de género.
La expedición de las leyes 1257 de 2008, que según su mismo texto pretendía garantizar para todas las mujeres una vida libre de violencia, y posteriormente, de la 1761 de 2015 en homenaje póstumo a Rosa Elvira Cely, que creó el delito autónomo del feminicidio no ha servido para absolutamente nada, ni en términos preventivos y ni siquiera en lo relacionado con la judicialización de los casos. durante los 12 años de aplicación de esa primera normativa, en Colombia han sido asesinadas 12.800 mujeres con una impunidad del 75% y solo con sentencia condenatoria en el 13% de los casos, según ONU Mujeres.
Sin embargo, tal como ocurre con los líderes sociales, los excombatientes de las FARC o los reclamantes de tierras, la Fiscalía General de la Nación desconoce las cifras tomadas con nombres y apellidos de las víctimas y expresa que en lo que va corrido del año se han cometido 149 feminicidios, cifra que dista ampliamente de la publicada en el informe del Observatorio de Feminicidios de la Red Feminista Antimilitarista, que toma sus datos de la revisión de informes de Medicina Legal y la Policía Nacional, de notificaciones que hacen organizaciones y familiares reportando los feminicidios, y del seguimiento a medios de comunicación, a la prensa local y comunitaria, a los consejos de seguridad y a las mesas de erradicación de violencias contra la mujer en algunas ciudades.
Persiste un problema interpretativo en la institucionalidad y en los medios en la concepción del feminicidio, que pareciera reducirse a las muertes de mujeres que ocurren únicamente en el marco de una relación erótico afectiva, desconociendo las condiciones históricas, prácticas culturales, situaciones sociales, económicas y políticas que se han construido en el orden patriarcal y que son la fuente de las violencias contra las mujeres.
Un estudio de Medicina Legal de 2017 dejo claro que casi el 40% de las mujeres asesinadas murieron en su vivienda, y en la mitad de los casos los responsables de las muertes son personas conocidas y cercanas a ellas, principalmente sus parejas o exparejas sentimentales. Eso evidencia la pervivencia de la creencia generalizada en los hombres de sentirse superiores a las mujeres, lo que genera acciones de discriminación y maltrato, que generalmente terminan en feminicidios o tentativas de feminicidios; que bien vale decirlo, esta última categoría viene en incremento, y se presenta cuando la muerte de la mujer no se consuma por causas ajenas a quien tiene la voluntad feminicida, solo en lo que va corrido del año hay documentadas 229 situaciones, en la mayoría de ellas con irreparables consecuencias físicas y psicológicas para las víctimas.
Sin duda, que el tratamiento mediático a los feminicidios perpetrados por la parejas o exparejas sentimentales de la mujer son atenuantes de los hechos, presentar un asesinato y afirmar que sus motivos fueron “pasionales”, por haber la mujer tomado la decisión de no continuar con la relación, o por celos, o en general, por la dominación machista, justifica en gran medida la conducta criminal del hombre, y pone en cabeza de la víctima una buena parte de la responsabilidad. Esas posturas de comunicadores y opinadores deben ser totalmente rechazadas.
El Estado colombiano y la sociedad civil deben reconocer que la violencia contra las mujeres, y especialmente el feminicidio que es su resultado, por su sistematicidad y generalización deben ser considerados delitos de lesa humanidad, es necesario que el sistema judicial opere en protección integral de las mujeres en los casos en que hay denuncias o evidencias de violencias en su contra, que haya medidas de seguridad efectivas para las mujeres que las requieran, y que los hombres agresores sean objeto de un seguimiento estricto que garantice su no reincidencia. No es posible, como lo afirma Estefanía Rivera, Coordinadora del Observatorio de Feminicidios de la Red Feminista Antimilitarista, que haya hombres con hasta 12 denuncias por violencia intrafamiliar y la justicia no opere, a pesar del enorme riesgo para las víctimas.
Por eso, citando la categoría trabajada ampliamente por la escritora argentina Rita Segato, en Colombia estamos frente a un “femigenocidio” que debemos parar, no es posible la existencia digna de esta nación en medio de un escenario de agresión, violencia y muerte en contra de las mujeres.
* Imagen tomada de »La Liga Contra El Silencio es una alianza de periodistas y medios de comunicación que combate la censura en Colombia».