Ya somos más de 8.000 millones
16 de noviembre de 2022
Por: John Jairo Blandón Mena
Hace 100 años la población planetaria era inferior a los 2.000 millones. Hoy, con un crecimiento promedio de 70 millones de habitantes por año, llegamos a los 8.000 millones de seres humanos. Un dato escalofriante si se tiene en cuenta que los recursos de nuestra casa común cada vez son más insuficientes para satisfacer las necesidades básicas quintuplicadas por el consumismo, la acumulación desmedida de bienes y el desarrollo insostenibles de la mayor parte de las sociedades del mundo.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el mundo cerca de 2.300 millones de personas viven con inseguridad alimentaria. Y de ellos, 11 millones mueren de inanición cada año. hay casi 150 millones de niños menores de cinco años que padecen emaciación, la forma más letal de desnutrición que genera una pérdida progresiva del peso corporal asociado a otras patologías mortíferas.
Lo más grave de este panorama es que los mayores crecimientos demográficos se presentan en los 46 países más subdesarrollados y empobrecidos. América Latina y el África Subsahariana, las dos regiones más inequitativas del planeta, tienen entre ambas las tasas más altas de embarazo adolescente. Este que es un enorme problema de salud pública y de desarrollo, que por lo menos, en Latinoamérica parece no estar en el foco de las políticas públicas de los gobiernos.
Y los recursos se agotan. 2.000 millones de seres humanos viven en zonas de escases de agua. Ya expertos han anunciado que los próximos años serán catastróficos por la creciente escasez de alimentos que generará múltiples hambrunas en el mundo. Todo esto sin mencionar, la gravedad del deterioro medioambiental y el calentamiento global, que se exacerba con el incremento de las emisiones de gases efecto invernadero que ningún país desarrollado quiere disminuir.
La ONU plantea que la mitad de los embarazos que se presenten globalmente no son deseados. Esto demanda que los países del mundo posicionen como una prioridad de primer orden el acceso universal de la población (mujeres y hombres) a programas y servicios de planificación familiar. Y en la misma línea, el fortalecimiento de la educación sexual en todos los niveles.
En la mayor parte de los países occidentales la tendencia al crecimiento de la tasa de natalidad pareciera ir a la baja. Sin embargo, el continente africano sigue pagando la inmensa deuda histórica del desastre socioeconómico en que la sumergió el colonialismo europeo. En pocos años, las ciudades más pobladas del planeta serán africanas (Lagos, Nigeria, Kinshasa Republica Democrática del Congó, y Dar es-Salaam (Tanzania).
Esta situación que es absolutamente urgente para el devenir de la humanidad pareciera no tener prioridad en las agendas del mundo. Lo único claro, es que el ser humano camina lentamente hacía su propia autodestrucción. Prefiere quemar los combustibles fósiles que respirar, y elige reproducirse y multiplicarse descontroladamente, que atender a los millones ya nacidos que no tienen nada.